Entendiendo la importancia de ordenar a nivel conceptual y metodológico la planificación de la ciudad, voy a dar inicio a una serie de artículos con respecto a cuatro situaciones que deben ser atendidas: 1) Los proyectos que se elaboran y no se ejecutan. 2) Los que se elaboran y se ejecutan, lográndose los objetivos. 3) Los que se elaboran y se ejecutan con efectos colaterales, no deseados. Hay que entender que no toda planificación es bella, buena, adecuada o deseada. 4) Casos de emergencia, en donde en nombre de esa emergencia se hacen cosas que no tienen control, sobre todo control de contrataciones y en donde todo se justifica, sin ámbito legal.
En el manejo y la gerencia de la ciudad, suele pasar como en casi todo… una cosa es lo que se planifica; y otra, casi siempre, es lo que se hace. De allí la importancia del seguimiento a la planificación como un todo, y a los proyectos, en particular.
Yo creo firmemente que cuando una persona se postula para liderar cualquier institución, pública o privada, lo hace con el convencimiento de que puede aportar algo, lograr soluciones, mejorar situaciones actuales, proyectar futuro.
Partiendo entonces de la buena fe o compromiso de esa persona o grupo de personas, se entiende la importancia de que los grupos que conforman ese intento de transformación, sean integrados por: A) Profesionales y técnicos que manejen los criterios y variables necesarios para generar dichos proyectos. B) Los líderes políticos y gremiales, que deben ser los llamados a servir de puente entre lo que la gente, la ciudad o empresas requieren, para hacerlo posible. C) Los ciudadanos que forman parte de ese conglomerado, llámese empresa, gremio, sector, comunidad y que son los verdaderos dolientes y que deben ser escuchados porque se supone que como viven la situación, deben conocer la solución. D) Los creativos y emprendedores que independientemente de si lo que proponen se corresponde con el problema y aporta soluciones, son generadores de ideas que discutidas pueden ser implementadas. E) “Los contratistas”, que no son sino aquellos que deberían estar comprometidos a llevar a cabo en tiempos reales y con calidad, las soluciones aprobadas. Estos junto con los segundos deben ser profundamente honestos en el manejo de las soluciones y los presupuestos.
Se supone que los primeros son los que aportan la disciplina y programación de la formación académica. Tienen el conocimiento pero pueden ser más rígidos. Los segundos, quizás tienen el papel más difícil porque están obligados a escuchar. Y eso significa atender, poner atención a lo que las personas requieren, olvidarse de su apetencia personal, poner verdaderamente el nosotros sobre el yo. Son los que deben obligar a que los primeros aprendan a escuchar… claro, después de que ellos hayan aprendido. Los terceros son los más afectados, saben lo que necesitan pero no siempre lo saben expresar, o no lo tienen suficientemente claro dejándose convencer con grandes palabras y proyectos que no necesariamente se corresponden con su realidad cotidiana. Los cuartos. ¡Ahhh, los cuartos! Imposibles de soportar, pero innegablemente necesarios. Su visión va más allá de lo ordinario, y frecuentemente sus ideas son tan brillantes que enceguecen y por eso muchas veces los rechazamos. Los primeros, los segundos, los terceros y los quintos están obligados a que los cuartos se sienten y ponderen sus brillantes ideas, y sin quitarles lo luminosas hacerlas posibles. Los quintos son quizás los más difíciles para conciliar con ellos. Se han venido desprestigiando, tanto como los segundos, por su afán de lucro, reducción de costos en el uso de materiales y personal, para aumento de su ganancia (económica y/o política). Lo triste, es que muchas veces las carencias de cada uno de estos grupos no es consciente, pero igual genera serias deficiencias en las soluciones tan anheladas. Lo bueno, es que en cada grupo hay personas con las características señaladas. La solución para mí, es que definitivamente se organicen equipos en donde todos participen, todos nos escuchemos, todos aportemos y todos seamos coherentes. De esta manera, el eficiente pero rígido podrá aportar lo mejor de sí, el usurero quizás logre entender a través de los otros que él también forma parte de esa empresa, o esa ciudad, y que dependiendo de la calidad de la obra, él, su familia, sus amigos, podrán beneficiarse directa y cotidianamente, como valor agregado independiente de su lucro. Y así sucesivamente.
¿Por qué repito incansablemente la necesidad de crear grupos integremiales, interinstitucionales, intersectoriales, intercomunidades, etc., etc.? Porque pienso que es la única manera de tener una visión completa e integrada, en este caso, de la ciudad. Porque así como decimos que no toda planificación cumple con lo esperado, no siempre el habitante que sufre las realidades de su entorno sabe lo que debe ser hecho. Hay que contrastar y vincular las visiones.
Para ello voy a dar una serie de ejemplos con la intención de clarificar las situaciones de las que hablamos en el enunciado de este artículo y que iniciarán la próxima semana con el Centro Cívico de nuestra ciudad. (Julieta Cantos)