Las decisiones de la política de Donald Trump para rescatar la hegemonía en el mundo como primera potencia están dando resultados para la paz universal, siendo advertencias a los gobiernos ante la amenaza de una conflagración nuclear en el mundo, acabar con la prolongada masacre en Siria y en especial al Estado Islámico centro del terrorismo internacional. Las acciones más resaltantes se traducen en el empleo de la Madre de las Bombas en Afganistán, las intimidaciones concretas al gobierno de Corea del Norte, revisión del tratado de armas nucleares con Irán y el ataque certero para la destrucción de los centros de fabricación de armas químicas en Siria. Los gobiernos de Seúl Corea del Sur y Pyongyang Corea del Norte, aprendieron la lección de que la diplomacia acompañada de las acciones coercitivas fuera de retorica oportunista y en un multilateralismo del orden mundial contemporáneo, sirve para desactivar peligrosos conflictos para la humanidad.
El impensable encuentro entre los presidentes de Corea del Norte Kim Jong-un y de Corea del Sur Moon Jae-in, es sin lugar a dudas el acontecimiento diplomático más trascendente del presente siglo, significando el fin de los esfuerzos políticos para iniciar la unión entre dos naciones hermanas después de una guerra entre 1950 y 1953. En el conflicto, Corea del Norte fue apoyada por China y Rusia quedando semidestruida y hoy en día con una economía de subsistencia y una poderosa fuerza militar y Corea del Sur bajo los auspicios de los Estados Unidos, fue desarrollada siendo uno de los países con una pujante economía industrial y defendida por una base aeronaval norteamericana de más de cincuenta mil marines. Más allá de lo simbólico del acto, lo trascendente se refiere a la firma de un acuerdo para eliminar el uso de armas nucleares en la península por parte de Corea del Norte, la intensión de desarmarse y Corea del Sur no dispone de arsenal nuclear.
Este histórico hecho entre pueblos consanguíneos con una entrevista expresiva de reconciliación y la firma del acuerdo, es un primer paso en una compleja tensión de por más de medio siglo y que sea eficaz a la hora de alcanzar la paz. La esperanza es que el líder norcoreano renuncie a la coacción nuclear poniendo en peligro la seguridad regional y la paz mundial y a cambiar la terrible situación que padece gran parte del pueblo norcoreano. La violación masiva de los derechos humanos, supone la trasgresión a las normas internacionales como lo han sentenciado diversos órganos de las Naciones Unidas, siendo una amenaza a la convivencia mundial. Es necesario el cambio de los paradigmas de la conducción política del país del norte miembro de las Naciones Unidas y se ha burlado de las normas internacionales con la complicidad de Rusia y China, un Estado aparte de la comunidad internacional, alejándose al pacto de derechos civiles y políticos universales.
En la península coreana por su historia, la paz no radica solamente en la ausencia de la guerra, la paz tiene que ser justa y concertada con cambios estructurales y funcionales especialmente en Corea del Norte, dominado por una dinastía dictatorial acostumbrada a no cumplir los deberes internacionales. Kim Jong-un, un déspota gobernante sorprende al mundo con un viraje estratégico cuando propone reunirse con sus homólogos de Estados Unidos y Corea del Sur, la pregunta es: ¿Sera un cambio sincero o una maniobra para ganar tiempo como consecuencia de las recientes fuertes sanciones impuestas por la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y las de última hora, por primera vez, de parte de Pekín? Los Kim desde 1994 han negociado con las potencias su posición nuclear por intereses económicos, las respuestas crearon escepticismo, continuando las pruebas nucleares y ahora, de ellas dependerá el acuerdo y se evite la destrucción de parte de la humanidad. (Oscar Roviro Villamizar/
Gral. de Brig. [email protected] y @rovirov)