Marco Tulio Arellano
Vean lo que tiene Suramérica: el primer reservorio de petróleo del mundo, uno de los más grandes de gas y el primer reservorio de agua del planeta. No es utopía lo que decimos: esta es la cuna de un proyecto que bien puede alterar el curso de la historia”.
Hugo Rafael Chávez Frías (Miraflores, 14 de marzo del 2006)
A medida que transcurre el tiempo y el debate político se centra en los ataques mortales que genera el imperio norteamericano contra el Estado y el pueblo venezolano, también vemos las consecuencias de la ruptura de nuestra dependencia económica con el Norte, hecho que ocurrió con la llegada del comandante Hugo Chávez al poder junto a la Revolución Bolivariana, en diciembre de 1998.
No bastó poco tiempo para que las amarras comenzaran a desatarse y saltaran a la palestra pública lacayos y serviles del imperialismo, como ocurrió con la “gente del petróleo”, quien salió a defender sus intereses y los de su amo, al igual como lo hizo también la industria petrolera, en especial Pdvsa, cuando el paro petrolero de los años 2002– 2003, en los inicios del proceso revolucionario.
Las ataduras del imperio que amarraban hasta los tuétanos nuestra industria petrolera se rompieron con la toma de la “colina petrolera” y el comandante Chávez a la cabeza, junto a patriotas petroleros liderados por el comandante Fausto, Alí Rodríguez Araque, y otros valientes técnicos y profesionales de la industria petrolera y petroquímica nacional, quienes lo acompañaron en aquella heroica gesta.
Vendría la recuperación del cerebro de Pdvsa, secuestrado en manos de Intesa y de la CIA, quienes con sus agentes controlaban hasta el último pozo de nuestra producción, la cual disponían las trasnacionales norteamericanas a su antojo para hacer el negocio del siglo.
Desde luego que en aquel instante, por esa decisión nacionalista y revolucionaria, comenzó el calvario para el Gobierno Socialista de Hugo Chávez y se extendió hasta nuestros días contra el presidente obrero Nicolás Maduro – legítimo sucesor del legado del Comandante Supremo –, a quien mantienen al acecho.
“No es concha de ajo” lo que hemos tenido que soportar – desde entonces – de parte del capitalismo mundial y de las trasnacionales controladas desde el Pentágono y la Casa Blanca.
Hoy, luego de arremeter contra Citgo y Monómeros (Colombia), así como recientemente contra Conviasa -nuestra línea aérea bandera-, seguimos siendo víctimas de la jauría internacional, la cual pretende manejar a diestra y siniestra, con sus títeres (como Juanito Alimaña), las riquezas de nuestra patria (petróleo, gas, hierro, aluminio, oro y diamantes, etc.).
Mucha es el agua que ha pasado bajo los puentes de nuestro país desde aquella época -no muy lejana-, la cual muchos pretenden olvidar.
Vendrían después los años de cosechar y recoger los frutos. Luego del rescate de la colina y de los tanqueros secuestrados en el Lago de Maracaibo (Pilín León, hoy Negra Matea, etc.), hasta los años dorados del virrey “rojo rojito”, de cuyo nombre no queremos acordarnos.
Por un error táctico de la Revolución, Pdvsa pasaría a manos de un infiltrado; es decir, de un recomendado por gente muy allegada al comandante Chávez e incluso de su entorno familiar. Fue así como “el ungido” sería designado presidente de la primera industria del país.
“Un niño bien y de finos modales revolucionarios” – como lo calificó el líder guerrillero Douglas Bravo – se adueñaría como “el barbarazo” del mayor emporio económico del país (escoltado por un séquito de “jala bolas”), quienes lo endiosaron en el poder.
Además de ser presidente de Pdvsa, “el ungido” llegó a ocupar la cartera de Energía y Petróleo, la Vicepresidencia de las Finanzas Públicas (mandaba en todos los ministerios, institutos y el Banco Central de Venezuela) y fue también vicepresidente de Asuntos Territoriales del Psuv.
Al virrey “rojo rojito” se le subieron los humos a la cabeza y con una corte de amanuenses (todavía le escriben sus artículos y discursos), lo llevaron a que se creyera el ser más superior de la Tierra y además, gracias a sus asesores, a sus artimañas y malcriadez, logró deslumbrar al comandante Chávez.
Así fue como RR logró resolver todo a realazos (tenía dinero a montón para las Misiones, para las marchas, para el pago de autobuses, gorras, franelas “rojas rojitas” y contratar a personas, etc.), pero eso sí, nunca le dijo al comandante Chávez de dónde sacaba los recursos (Ejemplo: el dinero del Fondo de Pensiones de los Jubilados de Pdvsa).
Todo fue producto de una cultura faraónica a semejanza del boom petrolero vivido en los tiempos de CAP (época de la Coronación), tiempos los cuales se repiten en la historia venezolana con nuevos actores. Así como los que pudieran estar floreciendo de nuevo en la primera industria del país, pero esta vez, vestidos de verde oliva (ya que el poder enferma).
Hoy observamos cómo los jubilados de la industria, los mismos que salieron a salvarla cuando el paro petrolero del 2002-2003 y acompañaron al comandante Chávez al rescate de «la Colina» y el “Cerebro de Pdvsa”, fuimos apartados y humillados.
Al “Virrey rojo rojito”, gracias a la asesoría de su séquito de adulantes -algunos de modales extraños-, lo alababan para que fuera candidato a la Presidencia de la República y ya se hacían negocios con contratos jugosos y se anunciaba desde Houston – Texas, la venta de Citgo.
Desde “La Campiña” se creó (todavía se mantiene) una mafia del entorno “rojo rojito” para la venta de gasolina a Colombia y a las islas del Caribe. Todo gira -ya no con el mismo esplendor- desde el entorno familiar del defenestrado presidente de Pdvsa, quien los sacó del país, en una fría madrugada, en un avión jet de la industria petrolera.
“El tiempo pasa volando” –así como el eslogan de una línea área desaparecida – Ahora por los pasillos de “La Campiña”, con una Pdvsa de baja producción (600.000 b/d), se ven desfilar lindas catiras rusas y sonrientes ejecutivos petroleros, todos en busca de salvar la “gallina de los huevos de oro”.
Desde luego que una empresa petrolera como Pdvsa, a la cual pretendió utilizar el “Virrey rojo rojito” como una plataforma para lanzar su candidatura presidencial, solo muestra hoy un balance en divisas no muy satisfactorio, como cuando era el motor de la economía del país.
A pesar de la guerra económica y de los embates del emperador Donald Trump y de las trasnacionales gringas, para apoderarse de nuevo de Pdvsa, solo han asomado las garras a través de Juanito Alimaña y otros lacayos “chulos” de los predios de Citgo y Monómeros, empresas que lamentablemente ya no son nuestras.
Mientras a los jubilados de la industria petrolera y petroquímica nacional se nos arrebató el Fondo de Pensiones y se da largas a los pagos de los intereses de pagarés devaluados, los años acusan cansancio y enfermedades, en quienes fuimos los pilares fundamentales de la primera industria del país.
El primer mandatario nacional, Nicolás Maduro -a pesar de sostener que “ya no somos un país rentista”-, no debería del todo descuidar la primera industria del país.
Al contrario, el presidente Maduro debe ponerla en manos de expertos y de los poseedores de una nueva tecnología de punta en el negocio petrolero. No debemos olvidar que tenemos la primera reserva petrolera del mundo y, además, que somos poseedores de una alta mano de obra calificada (como los jubilados petroleros).
Es por ello que no debería ser posible ver cómo hoy, por ejemplo, en el caso de los jubilados de Pdvsa, la mayoría de la tercera edad, somos humillados al tener los reembolsos de Sicoprosa, los seguros de HCM y el pago de medicamentos congelados, en las cuentas de la Gerencia Corporativa de Salud y de RR.HH.
Igualmente, corren los rumores en la industria sobre cómo muchos mafiosos echan números con los haberes y activos de Pdvsa y, además, pretenden venderla a precio de gallina flaca, al mejor postor, tal como lo hicieron con la filial Citgo.
Por los pasillos de La Campiña, ahora convertidos en un garito o en vulgar bazar con salones y mesas para dominó y ajedrez, vemos a muchos jugadores vestidos de “rojo rojito”, pero también vemos desfilar hacia los ascensores – rumbo al piso de la oficina de un general – a mucho ejecutivo petrolero con sus maletines y rasgos rusos, chinos, iraníes o hindúes, detrás de la Gallina de los huevos de Oro…Pdvsa.
¡Amanecerá y veremos!