Opinión

…polis, civitas, civilizar

12 de noviembre de 2017

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Etimológicamente, civitas es el origen de la palabra ciudad, que es como los antiguos romanos denominaban a los ciudadanos. El sufijo tas significa cualidad, y la palabra civis, ciudadano, es decir, la cualidad de ciudadano. Los ciudadanos tenían determinados derechos y obligaciones, lo cual los diferenciaba de otros hombres libres. Civilizar significa “…educar a la población sobre los derechos y responsabilidades de un ciudadano…” y civilización es “…el conjunto de leyes, ciencias, artes, tecnologías y costumbres de una sociedad…”
En tanto que para los griegos, la palabra polis es la que “…designaba a una ciudad-estado, ciudad y territorio dependiente que fue la forma de Estado característica de los griegos. La polis era la forma de sociedad que conocían los griegos y por eso, cuando Aristóteles dice que el hombre es un animal político, lo que quiere decir propiamente es “animal social”, con todas las implicaciones que ello tiene, incluido lo que llamamos política…” De la palabra griega polis se derivan, entre muchos otros, los vocablos política y policía. Pero, además, la palabra policía viene indirectamente del latinpolitia, que viene del griego polites, ciudadano, y esta a su vez, como mencionamos recién, de polis, ciudad. En la antigüedad, el concepto de politia estaba unido totalmente al gobierno del Estado, y durante la Edad Media se refería al buen orden moral de la sociedad bajo la autoridad estatal. Posteriormente se divide y especializa, limitándose a mantener la seguridad y el orden público.
Es decir, el origen etimológico de la palabra que nosotros conocemos como ciudad, implica ser ciudadano, aprender a ser ciudadano y ejercer la civilización. Pertenecer a una forma de Estado, de sociedad, enmarcada territorialmente, y además ejercer esa ciudadanía a través de un buen orden moral bajo la autoridad estatal.
El ágora para los griegos era un espacio abierto en donde se congregaban los ciudadanos. Era el centro de reunión de las actividades mercantiles, políticas y culturales de la vida social de los ciudadanos. O sea, nuestras plazas.
Lo mejor de escribir sobre la ciudad es que me veo obligada a estudiar y profundizar otros conceptos que normalmente no se manejan… por lo que debo dar los créditos a otros estudiosos y, en este caso concreto, a grupos de estudio que publican en Internet y permiten acceder a sus trabajos. Pero, lo verdaderamente importante es vincular esos conceptos y aplicarlos a nuestra necesidad diaria, para que no se quede en mera información. Debemos llamar la atención a nuestros gobernantes… ya es hora de que se aplique el ejercicio de la verdadera buena política, que no es otra que ejercer la democracia con el objetivo de construir ciudadanía, y espacios de encuentro dentro de un orden. Aquellos elegidos por la ciudadanía, fueron elegidos para generar soluciones a los problemas de la ciudad, de los ciudadanos, del Estado.
Es importante y necesario que delimiten claramente sus funciones…no es lo mismo ser gobernador, que ser alcalde. Es necesario que no se solapen, para que las inversiones sean las correctas, aplicadas a los problemas concretos de sus respectivas áreas…pero es fundamental que establezcan agendas comunes: el Gobierno nacional, el regional y el local, deben aunar esfuerzos para generar soluciones, independientemente de sus diferencias. Un ejemplo concreto es el problema del transporte que viene aconteciendo y se acrecienta día a día. Es necesario ordenar y legislar sobre esta materia. Esto debe ser una política de Estado y la Gobernación debe, en forma conjunta con el Consejo legislativo y el poder local, legislar sobre las rutas urbanas e interurbanas, con todo lo que ello implica; por ejemplo, los transportistas, quienes son a la vez víctimas y victimarios.
La gente está cansada, la ciudad está marchita, la anarquía se generaliza, el ciudadano ya no sabe cómo ejercer su ciudadanía, hay que oponerse a la visión de una ciudad construida a partir de la violencia, y los desacuerdos. Hay anarquía e impunidad, hay falta de cualidad ciudadana, y de buen orden moral, hay falta de prácticas eficientes, y falta de respuestas a las necesidades diarias de las comunidades por parte de las autoridades. El bombero cobra por dejar pasar en la intolerable cola para la gasolina, el conductor paga por pasar encima del otro. El funcionario se presta para mirar al otro lado, se vende a un país, y a nuestro Estado, por una mejora personal temporal. Nos desangramos y todos lo permitimos, bajo la excusa de “no me alcanza”. Se “bachaquean” la comida, la gasolina, los billetes, las medicinas, nuestra dignidad, se ha desarrollado una complicidad silenciosa. Desangrar un país y boicotear una economía no es generar una salida ni construir país. Se está construyendo un Estado dentro de otro Estado…
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La próxima semana profundizaremos el tema del transporte. (Julieta Cantos)

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