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28 de abril de 2024
Existe la idea de reinventar la estructura escolar. El planteamiento se escucha con frecuencia entre expertos de distintos países. De acuerdo con Tony Wagner, promotor de innovaciones en una reconocida universidad estadounidense, el proceso de renovación pasa por el diseño de un sistema educativo ajustado a la realidad de los tiempos. El conocimiento per se no es el centro de la enseñanza, aunque la escuela tradicional sea renuente a salir del círculo vicioso. El mencionado autor habla de la necesidad de potenciar las capacidades y competencias para procesar información y sacar provecho de ella. La voluntad y las habilidades son los pilares a fortalecer en la enseñanza. El maestro está llamado a reforzar la motivación y el deseo de aprender, a descubrir el talento y las destrezas del estudiante. El dominio memorístico del concepto no es el fin último del aprendizaje. La sociedad está saturada de información. Cualquier dato está al alcance de un simple clic. Por eso es más importante desarrollar la capacidad de acceder a las fuentes, procesar datos, transformar aprendizajes, diseñar propuestas o interpretar la realidad.
Tony Wagner propone siete competencias esenciales a desarrollar antes de egresar de la educación secundaria. El pensamiento crítico y la resolución de problemas es una ellas. La información abunda por todas partes. Lo importante es aprender a hacerse preguntas o discernir entre lo vital y lo trivial. A ello se agrega la colaboración en redes y el liderazgo por influencia. La clave está en fomentar el trabajo en equipo y colaborativo, la distribución de responsabilidades y la búsqueda de objetivos pedagógicos comunes dentro de la clase. La tercera competencia se refiere a la enseñanza de la adaptabilidad frente a las nuevas realidades. El sistema tradicional premia el logro y castiga el fracaso. Pero no estimula la iniciativa, la imaginación, ni la creatividad. Por eso el miedo frente a la innovación o creación de otras experiencias pedagógicas. En la escuela no es suficiente con memorizar y reproducir mecánicamente los aprendizajes. Es mejor desarrollar la capacidad de comunicación oral, escrita, gestual o gráfica. Talento y creatividad van de la mano. La escuela puede aprovechar ese potencial.
La cuestión no se trata de memorizar información, sino aprender a acceder a ella, clasificar las fuentes y sobre todo, analizar e interpretar los contenidos con espíritu crítico. La escuela no suele cultivar la capacidad de síntesis o la proyección del saber hacia otras realidades. Finalmente, el autor propone el cultivo de la curiosidad y la imaginación como fórmulas para potenciar el aprendizaje. No obstante, los centros educativos se empeñan en negar estas opciones, porque prefiere exhibirse en el dominio de la memoria y el concepto inconexo. Curiosamente, el dominio de las destrezas matemáticas no se contempla entre las capacidades esenciales de Tony Wagner. Pero es tema para otra ocasión. Por ahora interesa destacar la propuesta de innovar en la escuela para encontrar otras rutas pedagógicas en la formación de las generaciones. El sistema educativo tradicional se aferra a la formación disciplinar en un mundo inter, multi y transdisciplinario. Estas premisas tal vez no sean la panacea. Pero el autor pone el acento en una idea: en el mundo no es tan importante el conocimiento, sino la capacidad de hacer cosas con el saber. [email protected]
( José de la Cruz García Mora) /
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