Eliseo Suárez Buitrago
Por razones políticas, y creemos que necesarias, hay la sana costumbre de reseñar y destacar las hechuras o ejecutorias realizadas por funcionarios a quienes corresponde el cumplimiento de importantes funciones administrativas. Ya sea presidente de la República, gobernador de estado o alcalde de municipio.
Al respecto, son bienvenidas las exigencias que deben hacérsele a ese funcionario puesto que, voluntariamente, recorrió caminos con el propósito de enrumbarse hacia ese destino, y cosechó los votos para lograrlo. Se le exige, entonces, capacidad, preparación, responsabilidad y honradez, por una parte. Además, demostrar vocación de servicio y disposición emprendedora. Igualmente, ser ciudadano ejemplar, respetuoso de las ideas ajenas, y con lenguaje adecuado. En otras palabras, debe ser como un buen maestro en el ejercicio de sus funciones, pues todas las miradas estarán enfocándolo sin omitir la crítica positiva o la censura. Y, si el cargo es de alta jerarquía, mayores son las exigencias.
Así, en nuestra Venezuela cada presidente ha hecho su historia. Debemos tomar conciencia de que ese funcionario es un ser humano imperfecto, no inmaculado. Naturalmente, toda persona cuenta con virtudes, con positivos anversos, pero, indiscutiblemente, ninguna carece de reversos. Si damos una breve ojeada a las obras públicas presidenciales ejecutadas desde el año 1899 hacia acá encontramos, entre otras, las de Cipriano Castro: El Teatro Nacional, el primero que hubo en Venezuela, y el bello edificio del Concejo Municipal de Caracas. Allí están ambas, sólidamente plantadas, exhibiendo sus diseños y prestando los respectivos servicios.
Le siguen luego, las de Juan Vicente Gómez. A éste le llamaron el “hombre de las carreteras”, pues construyó la carretera Trasandina que significó para el Táchira el primer gran paso para salir del aislamiento comunicacional. Fue, pues, la primera gran carretera del país, que comunicó a Caracas con San Cristóbal, reduciendo el traslado a solo cinco días que antes lo era de 12, (utilizando vías terrestre, fluvial y marítima continuas). Además, la construcción de los dos primeros aeropuertos del estado Táchira. Este general, diremos que consciente de su impreparación académica, pero con deseos de lograr eficaz desempeño administrativo, se valió de algunos ilustres venezolanos, entre ellos: José Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz, y del doctor Román Cárdenas, quien al desempeñarse como ministro de Obras Públicas, elaboró dos importantes planes: el de las carreteras precursoras del ferrocarril y el plan nacional de obras públicas, y como Ministro de Hacienda creó, organizó y consolidó la Hacienda Pública Nacional, por lo cual se le conoce como “el fundador de la Hacienda Pública en Venezuela”. El hecho de acudir a profesionales de calidad es una lección de vocación de servicio y, ¿por qué no de honestidad administrativa?
Transcurridos casi 30 años, de la carretera Trasandina, otro presidente, el general Marcos Pérez Jiménez durante su desempeño en la presidencia construyó la Carretera Panamericana y otras vías para flexibilizar y simplificar las comunicaciones terrestres, tanto las inter-regionales como con la capital de la República, hablándose no ya de días sino de horas en cuanto al tiempo de traslado. También fueron obras suyas, entre otras: las primeras avenidas y autopistas de Venezuela, el Centro Simón Bolívar, la red de hospitales y de hoteles de turismo de la Conahotu, la Ciudad Universitaria, el Círculo Militar, el Paseo Los Próceres, el conjunto habitacional “23 de Enero” y, debemos reconocerlo, fueron innegables aportes al desarrollo y a la modernización del país. (Continuaremos en la próxima entrega). (Eliseo Suárez Buitrago / [email protected])