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23 de noviembre de 2024
Francisco Corsica
Gracias a una actividad que he venido desarrollando desde hace unos meses, me he percatado de un detalle sobre nuestro país. La labor ha consistido, básicamente, en hacer una serie de investigaciones en materia cultural y turística en varias partes del mundo. Parte del objetivo ha sido buscar contenido audiovisual en bancos de imágenes sin problemas de derechos de autor. Ha sido una labor enriquecedora sobre el fascinante mundo que habitamos.
Entretanto, hay unos cuantos países con contenido de este tipo para tirar para el techo. Literalmente, uno coloca una sola letra y remite al contenido solicitado. Y todos los caminos conducen a Roma: a lo mejor, buscando otra cosa, también aparecen esos lugares colados. Es increíble. Para decirlo en términos sencillos, son sociedades que inclusive de esta forma promueven sus bellezas turísticas arduamente.
Otros países y culturas, en cambio, no pueden decir lo mismo. Creo que una hábil lectura sabría dar cuenta de hacia dónde se dirige este asunto. Si algún lector pensó que Venezuela se encuentra entre estos últimos países, acertó. La mayoría de estos portales únicamente cuentan con vídeos del archipiélago de Los Roques. Ni siquiera el salto Ángel, el monte Roraima, la isla de Margarita, la Colonia Tovar o los médanos de Coro suelen figurar. Es más, tampoco hay suficiente disponibilidad sobre las grandes ciudades.
Aparentemente, si fuera por esto, Venezuela nace y se acaba en Los Roques. Conseguirlas se vuelve una odisea para el investigador. Por supuesto, muchos destinos brillan por su ausencia siempre, acá y en los países más turísticos del mundo, pero la mayoría de los de Venezuela se consiguen haciendo una revisión mucho más profunda de la que se debería. Revisando las diferentes culturas y sociedades, son dos caras de una misma moneda.
Y bueno, sobra decir que Venezuela tiene demasiados destinos turísticos hermosos. Sin ánimos de exagerar, pero así es. Esta afirmación trasciende a la majestuosa naturaleza, la flora y la fauna: ciudades y aldeas que son un monumento en sí; edificios interesantes cargados de historia, cultura y modernidad; y el patrimonio de la humanidad, tanto material como inmaterial, con el cual contamos. No es poca cosa, y como gentilicio, debemos sentirnos orgullosos de ello.
Por mencionar algo concreto, sería interesante encontrar más información pertinente sobre lugares interesantes del Táchira, como pueden ser San Pedro del Río, Peribeca, San José de Bolívar o San Juan de Colón, o quizá del Santuario de Santo Cristo de La Grita, del Polideportivo de Pueblo Nuevo o de la Catedral de San Cristóbal. ¡Hay que ver que los Andes venezolanos son hermosos!
En este caso, solo hablamos de Táchira. Por supuesto, no se debe dejar de lado el otro sinfín de bellezas que van de occidente a oriente y de norte a sur. Lástima que pocos puedan conocer a través de estos portales de las Aguas de Moisés o de Ensenada Honda, en Sucre; de la laguna de Mucubají, del pico Bolívar o de San Rafael de Mucuchíes, en Mérida; del Cuartel Mariano Montilla o de la hacienda de Chuao, en Aragua; o de Adícora y de las salinas de Las Cumaraguas, en Falcón. Solo por citar algunas entidades.
Hablar de estos asuntos es de suma importancia porque para la mayoría suelen pasar desapercibidos. Es más: la gran mayoría de las personas en el mundo no saben que estos portales existen. No lo saben porque no los necesitan y porque no es el propósito de los mismos. En particular, ni siquiera estaba enterado de sus nombres. Por ese motivo, lo que llama a la reflexión no es la inexistencia de este material en estas páginas en sí, porque ni siquiera son conocidos por muchos.
La importancia de estos bancos de imágenes radica en que a través de ellos se puede obtener parte del material necesario para promover el turismo —en este caso nacional— en medios muy visitados, pudiendo despertar el interés de potenciales visitantes extranjeros. Todas y cada una de estas palabras son una pena, por todo lo que podría estarse perdiendo.
El potencial turístico de Venezuela es gigantesco y no siempre se aprovecha como debería. Otros, en cambio, no tienen tanto por ofrecer, y aun así, han convertido sus rincones más llamativos en su mina de oro. Lamentablemente, para obtener suficientes imágenes de muchos sitios, una persona que desee dedicarle un video promocional al país deberá ir hasta el lugar y obtenerlas por su cuenta, ya que muy pocos portales digitales se las ofrecerán sin reclamarle por el copyright.
Ojalá esto cambie muy pronto, porque los creadores de contenido original en ocasiones requieren de este material audiovisual para promover sus espacios de información y a este país. Ni más ni menos que a este país. Y una sociedad que tiene tantas cosas interesantes por ofrecer, aunque a veces parezca difícil verlas, no debería desaprovechar semejante oportunidad. Quizá, indirectamente, esta sea una suerte de llamado a los fotógrafos profesionales, para que ocupen los espacios que otros no han ocupado hasta ahora.
A lo mejor la diferencia no sea demasiada, pero sería conmovedor escuchar a alguien llegando de otras latitudes simplemente porque vio imágenes publicadas originalmente en estos portales, tomadas por otro medio y se quedaron fascinados con los destinos turísticos nacionales. Por eso mismo, hace falta un poco más de promoción en los medios que incluso no son tan convencionales. ¡Caray! Venezuela debe comenzar a promoverse a sí misma, porque si no, ¿quién más lo hará?
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