Puede hacer mucho o puede hacer muy poco. Todo depende de si mantiene o no su posición de que la única vía aceptable para encontrar una salida a la tragedia venezolana es la ruta electoral. Si mantiene esa posición, hará muy poco o casi nada, como decía una vieja canción. Si la cambia, y se abre a otros caminos constitucionales, entonces es posible que pueda hacer mucho por la causa democrática de Venezuela, en la medida que ayude a persuadir a sus colegas de variados partidos y otras organizaciones.
Para empezar, reitero que la ruta electoral es la salida deseable, pero no es la factible porque ha sido bloqueada por la hegemonía roja. El mega-fraude de las “elecciones” presidenciales del 20 de mayo, y los no menos fraudulentos comicios “constituyentes” de julio de 2017, lo confirman. De hecho, la Mud naufragó en medio de sus incoherencias de fondo con respecto a este tema. ¿Aveledo tiene la posibilidad de colaborar en rescatar a la Mud de ese naufragio, así sea como “ayudante”? Lo veo difícil, pero debemos apostar que la respuesta sea afirmativa.
Se trata de un político veterano, sobre todo de experiencia parlamentaria, cuando Venezuela tenía parlamento, lo que significa que sabe de armonizar posturas encontradas. Le tocará lidiar con los fragmentos del ensamble opositor, que contribuyó a formar de manera decisiva, y además lidiar con la llamada “nueva oposición” que, en realidad, ni es nueva ni tampoco es oposición.
La Mud se formó como una alianza electoral para presentar candidaturas de unidad a las elecciones legislativas del 2010. Y en tanto tal, tuvo un estimable éxito. Buena parte del país le reconoció a Ramón Guillermo Aveledo, entonces coordinador de la Mud, su papel central en ese proceso. Pero el paso, siempre complejo, de una alianza electoral a un frente político, propiamente dicho, no tuvo la misma eficacia. Al contrario. Y desde las entrañas de la propia Mud surgieron documentadas críticas en ese sentido.
Ya Maduro ha declarado que no habrá nuevas “elecciones” en por lo menos dos años. El calvario que padece Venezuela no merece dos años más. En realidad, no merecería ni un día más. Para ello me parece indispensable que haya una combinación de presión externa con interna. La primera la hay y en escala creciente, aunque voceros directos e indirectos de la “nueva oposición” la consideren un desierto estéril…
Pero la segunda, o la presión interna, necesita de una conducción política seriamente comprometida para poderse acuerpar, luego de variadas frustraciones, entre otras razones, porque la protesta popular no recibió apoyo real de variados factores políticos, muchos de los cuales “hacían vida” en la plataforma opositora. No es fácil de entender que en medio de una catástrofe humanitaria, todavía se insista en que el camino adecuado es el diálogo con la hegemonía, a pesar de que ésta no está ni remotamente interesada en un diálogo auténtico.
Ramón Guillermo Aveledo es una figura valiosa y como ciudadano tiene derecho a ser respetado. Uno puede estar en desacuerdo con él, incluso de manera ostensible, pero eso es una cosa y otra el estar esperando que cometa errores para caerle encima y denunciarlo. ¿Qué puede hacer? Repito, eso depende básicamente de él. Si se decidiera a favor de reproducir la actuación de la Mud en los tiempos recientes, aquello no tendría ni vitalidad ni destino. Si se decidiera a convencer a sus colegas sobre la necesidad de un frente político para estimular la presión interna en combinación con la externa, en el país se podría abrir una nueva oportunidad de cambio. (Fernando Luis Egaña)
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