Inversión en nuevas tecnologías es la estrategia a seguir por los futuros gobiernos venezolanos. No vaya a ser y nos quedemos con el barrilito de petróleo guardado, sin que nadie nos lo compre. Tantos años diciendo lo mismo y la ola del desarrollo se aleja cada día más.
-No tomes más, que te veo borroso. Era el ruego de Cosme al tío Melquiades en noches de farra caliente. Ahí empezaba una discusión sabrosa, de esas de regaño al borracho que jura que está apenas prendidito.
El campesino dejó la cicla estacionada frente a la panadería de Quintero. El pedal sobre la acera y se dispuso a comprar pancito rico de Pregonero. –Antonio, déjeme dar una vuelta en la bicicleta, le rogó Ramiro al poeta de siempre.-Vaya, amigo. Exactamente fueron tres giros a la manzana de la plaza Bolívar las que dio el flaco sobre la rin 28 del muchacho del campo. –Muchacho, ¿usted no ha visto una bicicleta azulita que yo dejé parada aquí? –Será aquella que viene allá, respondió, sin alterarse, Antoñito. Le bastó al dueño de la cicla poner el brazo sobre el pecho descamisado de ramiro para que éste cayera sentado en la calle. –¿Qué pasó, Antonio? Nuestro poeta salió corriendo hasta el fondo de la casa de Doña Josefina
José Altuve y Ender Inciarte pasaron este año la barrera de los doscientos hits en Las Grandes Ligas. Recordamos con cariño al gran Cesar Tovar, pelotero de gran valor para los equipos que jugó, quien también soltó tantos inatrapables en la Gran Carpa. Pelota caribe para repartir leña, caballeros.
La botija asomaba en la esquina del enorme hueco escarbado para su búsqueda. Ramón había llevado al niño de la casa. Unos ocho añitos tendríael pegote de Eulalia. Claro, dicen que hay que tener frente al hoyo donde está la vasija la presencia de un infante inocente para difuminar cualquier maldición que el difunto haya querido arropar al atrevido que osara buscar plata ajena. Al sonar las tres de la tarde en el reloj de la iglesia, Ramón intentó sacar el entierro. El niño le dijo: -Tío, ¿quién es ese viejito que está parado al lado tuyo? ¿De dónde salió? Ramoncito no veía a nadie. -¿Cuál viejo, muchacho? –Ese que se está riendo al lado del hueco… Ramón cuenta que agarró al sobrino del brazo y salió esmachetao, dejando la botija apenas salidita para que alguien vaya a buscarla un Viernes Santo, a las tres de la tarde. (Carlos Orozco Carrero)