Opinión

Repelencias 208

30 de junio de 2018

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Crece nuestra esperanza de vivir una transformación en el país.  Vemos a los aficionados latinoamericanos acompañando a sus selecciones en el Mundial de Rusia y sabemos que el cambio es posible. Caso claro el de Perú, hermana nación que sufrió un proceso de hiperinflación monstruosa,  aderezada con violencia.  Bueno, los descendientes de Los Incas lograron salir de la pesadilla que ahora nos cubre a todos, y ya vemos cómo andan trabajando y disfrutando del producto de su esfuerzo. Turismo deportivo, se llama. Claro que se puede, amigos.

La lluvia desnuda nuestra incapacidad de trabajar para prevenir las tragedias que siempre nos arropan en el Táchira. Agua y más agua, compañeros. No podemos tapar las goteras con el techo empapado. Esperemos un veranito para acomodar los lechos y orillas de quebradas y ríos. Me gusta que el retruque vecinal caiga sobre los inconscientes, quienes creen que hacen daño al que vive abajo de la corriente y no sabe que aguas arriba de la quebrada le han soltado el colchón viejo de la abuela para que le haga tapiza a su casa.

Lionel Messi ha resistido la carga negativa que supone ser considerado el mejor jugador del mundo y no rendir en su selección gaucha. Y lo malo es esa afición tan intensa y gritona. Muchos han llegado a tildarlo de español al no encontrar sus frutos a la hora de marcar los goles de Argentina. Así es la vida, ché.

El Tour de Francia se acerca a nuestros televisores.  Son emociones que Dios nos permite experimentar hoy día. Claro, nada comparado con la bajada de Pregonero, donde Miguel “tigre” reventaba los pedales a la bicicleta de la funeraria y lavandería Hollywood en pleno remate de la última etapa hasta la Laguna de García. Virgen Santa. Me da temblorina  al recordar las vibraciones de las ruedas de la cicla de reparto ante la fuerza del pedalista promesa del equipo de Juan Mora.

No aumenten los sueldos. Mejor paguen con productos de la cesta  básica. Dice el viejo Cosme que él ganaba 1500 bolívares verdaderos y se compró una casa grande, con tres patios. Ahora no me caben los ceros de tanto billete rufo en la cuenta bancaria y no compro nada de valor. Siga esperando milagros en revolución, viejo chocho, riposta Melquiades.   

Los maduristas deben actuar de acuerdo a sus conciencias a la hora de rechazar esas imputaciones  a sus dirigentes por organismos internacionales. Es como el cuento de Eladio, el hijo de Melquiades y Pulqueria, quien llegó a la casa con un sacapunta ajeno. Mi tía casi se lo come vivo. –Vamos para la escuela a ver de quién es eso, le exigió con fuerza. . Si lo hubiesen apoyado, sin investigar el origen del instrumento escolar, quien sabe dónde estaría mi primito. Así notamos que nadie, entre los apoyadores del gobierno, siquiera intenta considerar si estos funcionarios revolucionarios tienen propiedades en países capitalistas. Ahora, si les prohíben ir de compras a Guaraque o de vacaciones a Sanare, pues eso si es una injerencia internacional. Es duro ser comunista y capitalista a la vez, camaradas.    

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