Señoras y señores, Dios Todopoderoso les regale mucha salud para que las alegrías permanezcan en sus hogares durante este año 2020, tan representativo y esperanzador para todas nuestras familias venezolanas.
El regreso de tantos muchachos, los abrazos y las lágrimas en la mayoría de los hogares venezolanos marcaron estos días navideños. Dios quera y en nuestra tierra les abran las posibilidades de trabajo creador para que no tengan la obligación de salir otra vez.
Todo marchaba al compás de la dicha y del amor este pasado 31 de diciembre. Mi tía Pulqueria hacia esfuerzos supremos para entrar en el vestido que estrenó en el matrimonio de su sobrino Eladio hace casi un año. Melquiades le echaba una trapeada a sus carramplones Clark, vulcanizados ya tres veces, mientras disfrutaba de un aliñado en su jarrito de pipas moradas algo escarolado ya. De repente, la oscurana arropó las casas de todos. – ¡Eso es para que no olvidemos que hay gobierno, carajo!, gritó Cosme desde la cocina.
Estuve presente en el evento hípico del año en La Fundación. La revancha del potro de Antonio “hojilla” levantó a miles de espectadores frente a la plaza Bolívar de la localidad. Después les cuento los detalles de la magnífica carrera del equino consentido por el público campesino de esta hermosa población.
En mi periplo decembrino fui testigo del Concurso de Alambiques realizado en la plaza Jáuregui de La Grita. Danzas, ruanas y conversa entre los amigos de siempre, bajo el olor penetrante de unos miches que, mejor les cuento después, cariños.
De pasadita por San José de Bolívar, encontramos el torneo de la pela de cambures, choquecos y guineos verdes. Tiempo, velocidad y calidad en la limpieza y peladura de nuestro “pan de cada día” marcaron en evento bajo la emoción de cientos de testigos que observaban las manos nerviosas donde los cronómetros agregaban presión a los participantes.
En Pregonero las ferias marcaron el final de Año. Carreras, templetes y el paseo de la culebra enorme sirvió para un recuerdo a nuestro amigo Jorge Pabón y sus colaboradores en la hechura del reptil uribantino que arropa a todos por las calles del pueblo más lindo.
Mi carrito dejó las tripas en esas carreteras abandonadas por los encargados responsables de su arreglo y limpieza. Llegamos amarraditos con alambre dulce, cariños.
-Vuelve el pobre a su pobreza y el rico a su riqueza, decía Serrat.
Ahora queda esperar los eventos feriales de San Sebastián. La Vuelta al Táchira es lo mío, señores. Dios quiera que los aplausos a los pedalistas no los silencien los abucheos que cargan ciertos pajarracos,calle arriba y calle abajo, como castigo popular. Carlos Orozco Carrero