Sería estupendo –no he ido a España- que nos llegaran a todos los venezolanos, vía oficina de correos, los pasaportes nuevos a cada lugar de habitación. Nos merecemos ese trato de cariño por todo lo que heredamos los nacidos en esta tierra y los que la seleccionaron para vivir en el mejor país del mundo. Serían intereses sobre estas riquezas, producto de las bondades que nos regaló el Creador. Nada les cuesta.
-Epa, Carreto. ¿Usted es enemigo del Gobierno? –Qué va, Sósimo. Lo que quiero es que este gobierno sea exitoso para que todos los venezolanos elevemos el nivel de vida otra vez. Producción y trabajo en todo el país y que el desarrollo enfile a campos superiores para que el que suda y se esfuerza por sacar a su familia adelante tenga recompensa justa por su trabajo. -Eso es lo que llaman justicia social, gordito. Lo contrario es tragedia, abandono y pobreza venteada. Es el sueño de todos.
Se va del béisbol activo nuestro tiburón blanco, Grégor Blanco. Va a otras funciones dentro de la MLB. Orgullo venezolano este gran pelotero, quien demostró la calidad de los jugadores criollos en la Gran Carpa. ¡Tiburones, pa´encima!
Los sueldos de los maestros venezolanos rayan en la miseria y hambruna colectiva. Nadie comenta nada. Aristóbulo se quedó en una triste y fea figura burlona ante el proceso de empobrecimiento a que nos ha llevado con su complicidad. Recuerden que en cada hogar venezolano hay un maestro y uno no sabe, caballeros.
Piedra se están echando en Chile. El libreto de acabar con todo para que nazca la nueva República lo conocemos por estos lados.
¿Veremos las colas frente a las mesas electorales otra vez? Millones están ligando que la normalidad constitucional se imponga en el país, caballeros.
Ese viejo Cosme si es siote. Ahora dice que, en caso de aparecer en Venezuela el virus asesino que surgió en la China, él prepara un sistema para respirar disimulado, sin que esa peste lo detecte. Es cuestión de voltear la nariz para que las fosas nasales queden boca arriba y agarrar aire desde el cielo. Dicen que ese virus anda arrastrándose por el piso y ese es el problema. –A la fosa lo van a llevar si no se pone una mascarilla, dice Melquiades.
La carrera en los Emiratos Árabes Unidos podrá tener muchos millones en premiación, pero ese polvillo de arena y esos desiertos tristes no tienen comparación con las carreras nuestras, donde el verde de tantos cultivos ofrece respiración y vida a los participantes en carretera. –Me desesperan esos peladeros, dice Cosme. Parece que la suspendieron por el virus arenoso.
Siguen las celebraciones de cumpleaños en La Ermita. Son los amigos de siempre, en las aceras, escuchando el ritmo en los chasquidos que producen los dedos de José Mario. –Brinden una.
Carlos Orozco Carrero