Carlos Orozco Carrero
Quedé sumamente impresionado al observar de primera mano y cerquititica, “in situ”, como dicen los investigadores sociales, el lugar donde se produjo el fenómeno y comprobar el poder que tiene la nueva música campesina en activar sentires, músculos y nervios en las personas que escuchan, en vivo también, esos acordes enmarcados en ritmos ligeritos, llenos de flores bellas, dedicados al amor por las mujeres de nuestros campos. Los sonidos contagiosos del grupo Los Boy´s Campesinos, integrado por jóvenes músicos auténticos y pertenecientes a la zona cultivada más bonita de estos parajes frescos, motivaron un baile reverencial en homenaje a un entorno mágico que logró fusionar quereres escondidos para flotar en un patio rural lleno de amor por lo nuestro. El episodio trata sobre la danza hermosa que una respetable dama, con evidente dificultad para movilizarse con la ayuda de un bastón, inició frente a un público sorprendido ante este accionar corporal extraordinario en conjunción con sus músicos cómplices de tal demostración física y espiritual. Los movimientos acompasados que nos regaló nuestra hermosa señora en la estancia La Ramada demostraron a los presentes que la nueva música campesina tiene el poder de sacar las dolencias que amarran nuestro cuerpo. Qué hermoso es ser testigo de estas manifestaciones, cariños.
El que no llora no mama, manque esté con la parida. Un refrán que cayó como pedrada en ojo de boticario para arrimarse a un fogón paramero a altas horas de la noche y teniendo unos luceros de luz profunda como techo a unas conversas aliñadas con música de cuerda tan andina como el cuchute ofrecido por los dueños de este sitio maravilloso preparado para celebrar el Día del Músico y el bautizo del libro “San Bartolomé de El Cobre, tierra mágica y de aventuras”, escrito por nuestro amigo Gerardo Pérez y dedicado a la tierra de sus ancestros. Músicos de La Grita y de la tierra homenajeada untaron de cantos propios el evento histórico. La representación de La Ermita invadió el ambiente con su jovial alegría, propia del estilo que se practica en el bodegón del buen estar en San Cristóbal. Y eso que faltaron muchos representantes de la comunicación en su máxima expresión ermitaña. Dios les pague, amigos de El Cobre.
Sensaciones especiales motivan el paso de los autobuses que van al Polideportivo de Pueblo Nuevo llenos de esperanzados aficionados al Deportivo Táchira. La algarabía de toda la familia tachirense con sus franelas campeoniles marcan otra vez a nuestra capital como el sitio superior del futbol venezolano.
El cine maldito respondía a cuestiones del tiempo a altas horas de la madrugada en Pregonero. El frio templaba los cueros de las silletas para chirriar y obligar al vecino a correr despavorido en huida de espantos irreales. En cada esquina una historia.