Carlos Orozco Carrero
Hay que reconocer que llevar una recua es un trabajo dificultoso, admitió el príncipe de la magia blanca y las bestias de carga brillantes, mientras observaba a sus amigas resollando al compás de cada sorbo de agua fresca que tragaban desesperadamente. Se sentó a admirar el paisaje que le indicaba que la cercanía de su destino para entregar los encargos que le habían hecho sus vecinos hacía unos siete meses ya. Siempre la misma visión física de los prados bellos que franqueaban ese riachuelo fresco que bajaba dando botes entre las piedras desde tierras parameras. Lo único diferente que captaba era un grupo de animalitos tranquilos que pastaban y parecían conversar entre ellos casi al caer la tarde de ese día maravilloso. Extasiado ante tal visión, no reparó en la presencia de su compadre Manuel Alma Grande a su lado. Siempre se preguntó por ese nombre tan sonoro y llamativo para todos. Se saludaron y nuestro arreador le fue detallando el paisaje y la cantidad de animales que aparecían por todos lados. El viejo Alma Grande le escuchaba sin ver absolutamente nada frente al riachuelo. Optó por alejarse de su compadre, mientras mascullaba sobre esas visiones extraordinarias presentes apenas en la mente del aquel mago blanco que transitaba con su recua tantos caminos de Dios. En cada esquina una historia.
Soltaron unos saltapericos en algunos sitios de la comarca. La pólvora produce placer efímero a los que accionan la mecha para que los voladores, matasuegras y bombas exploten lanzando fuegos artificiales por los cielos oscuros en noches decembrinas. También el sonido se multiplica por siete a la hora de llegar a los oídos de los animalitos que están cerca del gracioso polvorero. Miles de dólares traídos desde China nutren esas torturas colectivas.
Oswaldo Guillén es manager campeón de Serie Mundial, de Venezuela y del Caribe, cariños. Y nos sentimos orgullosos de su trayectoria deportiva siempre con la camisa de Los Tiburones de La Guaira. Ya lo saben algunos amiguitos conocedores de la pelota caliente en La Grita, quienes buscan afanosamente la planilla de inscripción en el equipo de los verdaderos aficionados al béisbol mundial.