Carlos Orozco Carrero
Se cumple con la veronda ferial que tenemos programada desde hace muchísimos años. Es cuestión de asomarse a ver gente y a que lo vean a uno. Lo más importante es derrotar esa conseja pavosa de que ya no es lo mismo que en años de esplendor ferial si comprobamos que los toros tienen dos cachos y los ciclistas van sobre dos ruedas desde siempre. También observamos que los emparrandados van con gorras y sombreros para protegerse un tris y que las ventas de chinchurria son criticadas por el exceso de grasa a golpe de tres de la tarde y nos peleanos a cuchillo a golpe de tres de la mañana en disputa de una insoria de chicharrón frio. Así es la feria, cariños.
Ichiro Suzuki entró al salón de la fama del béisbol mayor. Se esperaba esta selección de uno de los peloteros más extraordinarios de la historia del béisbol de Grandes Ligas. Lo que nos sorprende es que apareció un votante que consideró que el japonés no reunió méritos para llegar al templo mayor del beisbol organizado. Ese grupito de electores ha dado muestras de extrañas maneras de evaluar el desempeño de los peloteros en retiro para elevarlos a tan grandioso nivel de reconocimiento. Recordemos que le han cerrado las puertas al mejor campocorto de la historia del béisbol mundial. Omar Vizquel tiene el apoyo de todos los peloteros que jugador con él y éstos consideran que en el comité de electores hay más de un malintencionado que tiene cerebro enfermo de envidia.
-¡Por donde yo paso tiembla la tierra! Eso decía un trabajador sencillo y amigo de las conversas sabrosas frente a una mara que estaba al lado de un camino real en la quebrada Del Oro en Pregonero. Siendo este buen hombre una persona común y corriente, no faltó un paisano que le apostara a que mentía sobre su poder de pasar por un camino y hacer temblar la tierra. Algunas monedas quedaron en manos del dueño de la mara y la apuesta se casó para esperar que se comprobara lo dicho frente a testigos presenciales. Al otro día, ya entrada la mañana, se escuchó un estruendo tenebroso y se sintió un temblor de tierra que alborotaba árboles y piedras. Todos se santiguaron llenos de susto para observar que sobre una enorme máquina Caterpillar venía el caballero que juraba que hacía temblar la tierra por donde pasara. En cada esquina una historia.
En las profundidades de las aguas de la represa del Uribante siguen apareciendo ciertas figuras de enormes animales cubiertos de escamas. Uno pregunta a los que cuentan estos increíbles relatos y dan ganas de salir corriendo por la calle de La Barranca en el pueblo más lindo. Por supuesto, siempre hay gente prudente e incrédula a estos comentarios sobre extraños monstruos a flor del agua que cubrió a Potosí. –Compadre, fíjate que todos los que hablan de esas apariciones siempre están llenos de supia y trasnocho. –Pues sí…