Gusneiver Gil es el campeón
6 de enero de 2025
Pedro Morales
En un mundo donde las adversidades y desafíos agudizan la sensación de desunión, emergen iniciativas comunitarias que iluminan el camino hacia la esperanza y la solidaridad. Este artículo se adentra en el conmovedor testimonio de un grupo de creyentes de la comunidad de Santa Juana, ubicada en Mérida, Venezuela, quienes, bajo la plena confianza, fe y esperanza en la Santísima Trinidad y la Santa Madre María Auxiliadora, organizaron una actividad benéfica el 31 de diciembre de 2024. Su propósito fue ofrecer un plato navideño a los pacientes del HULA, incluyendo a aquellos del área de obstetricia y de los pisos 1, 2 y 3. Es fundamental resaltar el valioso apoyo y la atención brindados por los responsables de la dirección y el personal del HULA, quienes facilitaron esta noble acción. A través de este relato, se manifiesta el poder transformador de la comunidad en tiempos difíciles.
Contexto
El marco en el que se desenvuelven las actividades humanas está intrínsecamente ligado a la interacción de dimensiones físicas y espirituales que influyen en la experiencia del ser humano. En el contexto bíblico, este escenario se puede entender a través de la noción de los tres cielos. El primer cielo, que corresponde al mundo tangible y observable, representa el entorno cotidiano donde las personas viven sus vidas, interactúan y enfrentan desafíos. Este espacio es el hogar de las relaciones humanas, donde la generosidad y la solidaridad pueden florecer, especialmente en momentos de necesidad. Como se menciona en Génesis 1:1, «En el principio creó Dios los cielos y la tierra», lo que establece la existencia de un mundo físico donde se desarrollan nuestras interacciones.
El segundo cielo se refiere a una dimensión espiritual más profunda, donde se desarrollan batallas invisibles entre fuerzas del bien y del mal. En Efesios 6:12, se nos recuerda que “nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados y potestades.” Este versículo revela la realidad de una lucha espiritual que influye en el comportamiento y las decisiones de las personas, creando un contexto en el que las acciones realizadas en el primer cielo adquieren un significado mayor. Las dificultades y adversidades que se enfrentan en la vida cotidiana pueden verse como manifestaciones de estas batallas espirituales, invitando a la comunidad a reconocer su papel en un espectro más amplio de existencia.
Finalmente, el tercer cielo simboliza la presencia de Dios, un lugar de paz y perfección, donde la gloria divina y el propósito eterno se manifiestan. Este ideal sirve como un faro que guía a las comunidades en su búsqueda de significado y conexión. En 2 Corintios 12:2, el apóstol Pablo menciona haber sido «arrebatado hasta el tercer cielo», lo que sugiere un estado de comunión con lo divino que inspira a las personas a actuar con amor y compasión.
No obstante, en nuestra época actual, caracterizada por lo inmediato y lo material, muchas personas pueden sentirse indiferentes o desconectadas de estas dimensiones espirituales. La cultura contemporánea se enfoca en lo visible y medible, ignorando la realidad de un mundo invisible donde se libran batallas espirituales que afectan nuestra vida diaria y nuestro destino eterno. Hablar de los tres cielos desafía un sistema que prefiere mantenernos distraídos y alejados de lo eterno. Al comprender que nuestra vida tiene un propósito celestial, comenzamos a cuestionar decisiones y prioridades, lo cual puede resultar perturbador.
Por ello, estos temas no ocupan un lugar central en los mensajes actuales, ya que despertar a esta verdad nos invita a ver más allá de lo terrenal y buscar el verdadero propósito de nuestra existencia, alineándonos con el plan de Dios en todas las dimensiones de nuestra vida. Esto se refleja en Mateo 25:40, donde Jesús nos recuerda: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Esta enseñanza enfatiza la importancia de nuestras acciones hacia los demás como una expresión de nuestra fe y compromiso espiritual.
Testimonio
Hace una semana, bajo la luz de Dios y siempre siguiendo su mandato, un grupo de fervientes creyentes de la comunidad de Santa Juana comenzamos a organizar una actividad de compartir para nuestros hermanos del HULA Mérida, Venezuela, con motivo del 31 de diciembre. Iniciamos una campaña de donación para ofrecer un plato navideño que incluía hallacas, ensalada, pan de jamón y refresco, con el objetivo de alcanzar la meta de 100 platos. La respuesta de la gente fue inmediata; comenzaron a solidarizarse desde Venezuela y diversas partes del mundo.
Nos sentimos profundamente emocionados y satisfechos de haber realizado esta actividad en un día tan significativo, con el apoyo de muchas personas que estuvieron presentes de diferentes formas. Que Dios les pague y les bendiga a todos. A todos nuestros hermanos del HULA y del mundo que se encuentran en situaciones difíciles, les deseamos que Dios y la Santísima Virgen los cubran con Su santo manto y les ayuden a superar las adversidades que enfrentan. Con todo el amor y el cariño, ¡Feliz Año Nuevo 2025!
— Auri Josmary Coromoto Monsalve Morales
Análisis y reflexión
Este testimonio nos ofrece una mirada conmovedora sobre el poder de la comunidad y la fe en tiempos de dificultad. La organización de una actividad benéfica para ofrecer un plato navideño a los hermanos del HULA Mérida no es solo un acto de generosidad; es un símbolo de esperanza y solidaridad que resuena profundamente en un mundo que a menudo se siente dividido.
La meta de alcanzar 100 platos trasciende un simple número; representa el compromiso colectivo de un grupo de personas unidas por un propósito común. En un contexto global marcado por desafíos y adversidades, la respuesta inmediata de la comunidad, que se solidarizó desde diversas partes del mundo, ilustra el impacto que puede tener la unión de esfuerzos. Este acto de compartir en una fecha tan significativa como el 31 de diciembre, un momento de reflexión y renovación, revela que la generosidad no conoce fronteras.
La dimensión espiritual de este testimonio es igualmente notable. La frase «bajo la luz de Dios» y «siempre bajo su mandato» sugiere que la acción emprendida va más allá de la mera caridad; es un compromiso espiritual. En este contexto, la fe se convierte en un motor poderoso que impulsa a las personas a involucrarse en causas sociales. La actitud de gratitud expresada al decir «Dios les pague y les bendiga» no solo fortalece la comunidad, sino que también invita a la reflexión sobre el significado de la ayuda mutua entre individuos.
El deseo de que «Dios y la Santísima Virgen los cubran con Su santo manto» enfatiza un mensaje de esperanza y protección. Este testimonio, en su esencia, se convierte en un llamado a la compasión y a la solidaridad en un mundo que puede parecer desolado. La invitación a reflexionar sobre las dificultades que enfrentan otros es un recordatorio poderoso de nuestras responsabilidades hacia los demás.
Así, la actividad de compartir organizada para el HULA Mérida no solo representa un acto de generosidad, sino que también es un ejemplo de cómo la fe y la comunidad pueden unirse para crear un cambio positivo. Al mirar hacia el nuevo año, este testimonio nos inspira a actuar con amor, empatía y un compromiso renovado hacia aquellos que más lo necesitan. Feliz Año Nuevo 2025 se convierte así en un deseo que trasciende lo personal, resonando en la esperanza colectiva de un futuro mejor.
Conclusión
En definitiva, el conmovedor testimonio de la comunidad de Santa Juana nos enseña que, en medio de las sombras de la adversidad, la luz de la solidaridad brilla con más fuerza. La actividad benéfica para los pacientes del HULA no fue simplemente un acto de generosidad; fue un abrazo cálido que ofreció esperanza a quienes se sienten solos en su lucha. Cada plato navideño servido se convirtió en un símbolo de amor, compasión y unidad, recordándonos que la verdadera esencia de la humanidad se encuentra en nuestra capacidad de cuidar y elevar a los demás.
Este nuevo año nos brinda la oportunidad de iniciar un verdadero, decidido y sincero proceso de transformación interior. Es momento de acentuar la premisa de que el cambio mental es crucial; no debemos permitir que nuestros pensamientos y conductas pasadas nos mantengan prisioneros de emociones y trampas mentales. Al abrazar este proceso de conversión, podremos actuar de manera proactiva y con un renovado sentido de propósito (Ver: Tiempo para iniciar el proceso de cambio interior ).
Que el deseo de «Feliz Año Nuevo 2025» trascienda lo superficial y se convierta en un llamado a la acción y al compromiso renovado con nuestros hermanos y hermanas. Inspirados por esta noble causa, seamos portadores de luz y esperanza, dispuestos a sembrar amor en cada rincón del mundo, porque, al final del día, lo que realmente importa es el amor que compartimos y el impacto que dejamos en las vidas de quienes nos rodean.
¡Al final, el Inmaculado Corazón de la Virgen María triunfará!
Artículo anterior:
Desde la UNET: reflexiones de prosperidad en Navidad y el Año Nuevo (La Nación, Diciembre 29, 2024) https://lanacionweb.com/opinion/desde-la-unet-reflexiones-de-prosperidad-en-navidad-y-el-ano-nuevo/
Economista ULA. Profesor Titular ULA-UNET. Proyecto educativo: “Salve María Auxiliadora, economía de la salvación y de la felicidad verdadera”. Postulante a Rector de la Universidad Nacional Experimental del Táchira. (UNET) [email protected] / WhatsApp +58 416 8735028
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