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27 de abril de 2024
Carlos Casanova Leal
La mentira se ha convertido en una categoría socialmente aceptada, se promueve la mentira como verdad, con ello se degrada cada día la realidad, llevándola a espejismos propios de cuentos.
El gobierno pretende imponer su verdad, para ello cuenta con una batería de medios que replican sus afirmaciones haciendo de la verdad la primera víctima de la guerra de desinformación.
Negar la realidad no la cambia y, por el contrario, se potencia su realidad por simplemente ignorarla, entrando el régimen en el ejercicio de la simulación, decir que se preocupa de lo que no se preocupa, ahí la explicación del cómo la revolución niega la emigración de seis millones de venezolanos, y justifica su falta de reclamo por las violaciones de derechos humanos de los migrantes, o de los niños muertos o asesinados en estas travesías.
Para la revolución, la política es el arte de engañar y de nunca decir hacia dónde va.
La Misión de Observación de la Unión Europea presentará este mes su informe de veeduría electoral del 21-N, que ha tratado el gobierno de que no lo presente, sabe que esa verdad es contundente, no hay elecciones competitivas en Venezuela, y preludio de la fatal ausencia de condiciones exigidas de elecciones presidenciales.
Esto en el marco del proceso que avanza en la Corte Penal Internacional, que obligó al gobierno a detener y poner presos a funcionarios medios en las ejecuciones de estas violaciones. No obstante, la Corte no es el TSJ.
El juego de simulaciones continuará con el argumento de las sanciones, para lo cual buscará renombrar la representación con los partidos que sacaron diputados en las elecciones de diciembre 2020. Esto con el fin de reforzar el argumento de las sanciones, que hemos comentado ya, es una simulación.
La burbuja económica que le permitió al 9 % de la población aparecer como la nueva clase rica venezolana, no logró impactar la economía nacional, aumentaron los desniveles sociales que nunca existieron a rangos de sociedades clasistas, con lo cual la revolución terminó en el lado del discurso que decía quería corregir.
La dolarización en Venezuela es una ilusión, Hablan de que acabaron la economía rentista, cuando lo cierto es que ahora depende en un 95 % de la renta petrolera, ahora con las características de ser una economía de puertos.
Bueno es recordar, que así encontró Rómulo Betancourt la economía al iniciarse la democracia, y promovió de forma automática una política denominada de sustitución de importaciones.
Nuestra economía es del tamaño de Bolivia, El estudio más serio que tiene Venezuela es la encuesta Encovi. Ellos determinaron que “para el 2021 el nivel de pobreza en Venezuela fue de 94,5 %. Es decir que el 94 % no tiene un ingreso para acceder a una canasta básica de alimentos y medicinas. Así que solo el 6 % es el que tiene capacidad de consumo, el que te llena los restaurantes, el que te llena los aviones volando a Estados Unidos y a Europa, que te llena los bodegones, porque el otro 94 % está execrado de estas posibilidades de consumo”.
Una cosa es la pobreza, que es un fenómeno dramático que genera impactos negativos en la sociedad, y el otro es la desigualdad, que genera dinámicas muy duras con inequidad.
Esta es la verdad verdadera, no se deje embaucar en las ilusiones de los que viven en la simulación.
Dios nos bendice.
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