La situación nos obliga a impulsar y propiciar todos los modos de producir riqueza, bienes de consumo y rubros de la dieta diaria del venezolano. El petróleo, como instrumento poderoso para apalancar la economía de puertos, no da más para lograr la satisfacción de la población y lograr la paz social.
Los venezolanos, de todas las tendencias, los nacidos y los que escogimos estos espacios como patria, estamos convocados por la circunstancia, obligados como ciudadanos y por el momento histórico para superar moldes, alianzas, estructuras establecidas en la última centuria.
Repetir la sabida estrofa de siempre “el petróleo es nuestra palanca para establecer el Estado industrial”, corremos el riesgo de terminar validando la aseveración sobre el petróleo como estiércol del diablo. Traemos a la memoria a Arturo Uslar Pietri con aquello de “sembrar el petróleo”, pero hasta ahora poco logramos para cambiar de verdad la cómoda “economía de puertos”.
Hubo cierta alharaca con la propuesta del ministro Castro Soteldo por un asunto que no puede entenderse sino como un recurso necesario para sumar grupos productivos en el papel que les corresponde, para ayudar a que nuestro pueblo coma, vista, viva.
Esta guerra dura requiere mucha inventiva, audacia y coraje, más que discursos y papeles de escritorio. Eso hace el ministro y es la mejor manera de ayudar desde el gobierno para hacer real el compromiso que señaló el Libertador como tarea prioritaria cuando se refería al estilo de gobierno que tendría la nueva República: “El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política”.
Audacia, responsabilidad, comprensión y compañía para lograr la nueva y verdadera estabilidad con realismo, es el paso siguiente que va a permitirnos la percepción de un país fuerte, con todas sus potencialidades y con talento humano dedicado a producir riqueza para el justo aprovechamiento de todos.
Francisco Arias Cárdenas