José de la Cruz García Mora
Los internautas terminan siendo sujetos extremadamente vulnerables en el tratamiento de los datos personales por parte de las grandes transnacionales de la comunicación digital. Así lo demuestra la reciente filtración de documentos internos en una de las redes sociales más populares en la actualidad. Muchos rumores se mueven por detrás de los llamados “Papeles de Facebook”. La marca privilegia el interés comercial, político o estratégico por encima de los derechos individuales de los usuarios. En el escándalo también se pone de manifiesto la discrecionalidad y la falta de compromiso ético en el tratamiento de la mensajería. No siempre se actúa con eficacia frente a la promoción del odio, la discriminación, el control psicológico o político de las masas, las noticias o la información falsa, la manipulación de la infancia y juventud, el abuso pornográfico y otros efectos nocivos. Se reconoce sin rubor el uso de tales contenidos para captar y/o enganchar a la audiencia. Hacerse de la vista gorda genera cuantiosas ganancias. El público cae en la trampa de manera voluntaria e inconsciente.
Las redes sociales no son mansas palomas. Es una estrategia poco costosa, efectiva y dinámica para la construcción de la “big data”. Investigadores y personas informadas presuponen el uso y aplicación de las mismas con fines comerciales, políticos o judiciales. Pero el gran público no suele prestar atención a las advertencias de los expertos. Los fanáticos de las redes aportan en tiempo real la información necesaria para el diseño de tendencias y perfiles muy precisos. Las empresas, por supuesto, sacan provecho económico de los datos estructurados o dispersos. Ahora, sin embargo, se confirma el secreto a voces. El asunto no es la cantidad y variedad de datos recopilados por una u otra red social. La clave está en el uso y destino final de la información, sobre todo cuando el procesamiento de contenidos se riñe con la ética y con la ley. La segmentación del usuario por áreas de interés forma parte de la estrategia operativa de las empresas. Hay elementos positivos para la predicción de los comportamientos colectivos. El asombro llega cuando se pervierte la orientación original y entran otros propósitos en juego.
Hay sectores muy vulnerables frente al impacto de las redes sociales. Preocupa sobre todo el grupo de niños o jóvenes. Incluso, personas con escaso nivel de criterio para seleccionar y discriminar la información publicada en los respectivos perfiles. Las personas con mayor conciencia y preparación tampoco escapan a la tentación. En cualquier instante quedan atrapadas en la magia de las redes, por acción o por omisión. Hay una proporcionalidad matemática inapelable: a mayor interacción, mayor capacidad de análisis predictivo o probabilístico del comportamiento individual y colectivo. Son innumerables los campos de aplicación positiva de la información recabada a través de las redes sociales. Pero también son impredecibles los campos de aplicación negativa de esa misma información. En consecuencia, el uso responsable de las redes sociales es la única alternativa para el usuario común y corriente. No importa el escándalo. Este pasa muy pronto y los grandes contingentes de usuarios ni siquiera se darán por enterados. La magia de las redes termina por enganchar hasta a los ciudadanos más conscientes. [email protected]