Alejandro Bautista González*
A partir de 1999, transcurridos dos décadas y dos años, retrotrayendo la mirada del camino andado hasta nuestros días; analizando la realidad venezolana en lo referente a las relaciones con el mundo que nos rodea, encontramos que en el juego del ajedrez de las relaciones internacionales se han dado una serie de cambios y en el tablero aparecen países tradicionales, sustituidos por naciones emergentes y algunas aprovechadoras, parásitas, como es el caso actual de Cuba. En ese sentido, en Venezuela, durante las dos últimas décadas del 2000 se cometieron errores estratégicos en el campo de las relaciones internacionales; luego, a partir de este mismo año, pero en mayor cuantía, primero en el gobierno de Chávez y luego, continuado por el régimen gobernante, hasta nuestros días, el tratamiento diplomático y manejo de nuestros diferendos no se corresponden con la importancia de los mismos, tal es el caso de la reclamación del Territorio Esequibo, casi a punto de perderlo por una fatal precipitación expresada en marzo de 2004 por el gobernante de entonces.
Analizar y criticar la actuación en las relaciones en materia internacional no es el fin de este comentario. Eso queda para que organismos competentes especializados y el mismo el pueblo lo juzgue. Lo cierto es que Venezuela debe sacudirse y dar un viraje que la catapulte al grupo de países mejor posicionados en el contexto del mundo globalizado, como bien lo define el Libro PROYECTO PAIS, concebido en el Táchira por el Movimiento Independiente Democrático (MID,2014, páginas 104 al 110, año 2013).
Descartar cualquier tipo de retaliación a quienes hundieron el país, no es perdonar, es sabio. Dejemos que de ello se encargue la justicia. Planificar o soñar con “rencor” no es posible. Al hacerlo habría predisposición hacia la contraparte.
Nos encontramos frente a este sistema internacional con una creciente interdependencia donde se entremezclan factores de confrontación e integración. Latinoamérica, y Venezuela dentro de ella, no puede estar ajena a este proceso de mundialización que demanda inmensos desafíos a nivel local, sectorial, nacional, regional, hemisférico y global, que impone, además, nuevas iniciativas en las relaciones entre los Estados.
Venezuela, en su condición de país andino y caribeño, con un frente Atlántico y de país amazónico, debe tener una actuación privilegiada en el contexto hemisférico regional, tomando en cuenta que en ese mismo espacio interactuamos con la principal potencia regional y mundial, como es los Estados Unidos de América, así también con la Unión Europea. Disponemos de una inmejorable posición estratégica continental, ciertamente envidiable que nos conecta con importantes centros de poder y fácil alcance de los grandes mercados mundiales.
En lo que respecta a la política de “buen vecino”, el ya aludido Libro PROYECTO PAIS (pág.105), acertadamente recomienda “aprobar la Política de Frontera en función de fines trascendentales del país sobre seguridad, defensa y desarrollo. Las relaciones con los países vecinos se fundamentan en los fraternales nexos históricos-sociales, a fin de buscar la cooperación y la integración que se corresponde…”
La actitud manifestada por el presidente Duque, en nombre del Gobierno de Colombia, quien dio un paso en la historia de la migración en América Latina, al ofrecer (febrero de 2021) protección y regularización por 10 años a 1 millón 800 mil migrantes venezolanos, quienes quedarán protegidos desde el punto de vista legal en ese país, constituye un acto de solidaridad para con nuestros conterráneos desplazados en la actual coyuntura. Gesto este, de gran generosidad digno de un mandatario demócrata con gran sentido humanitario. Razón por la que, correspondiendo al altruismo manifiesto por el dignatario del país hermano, el próximo gobierno o gobernante democrático que se dé Venezuela debe establecer como objetivo las mejores y más amplias relaciones con los neogranadinos, fijando políticas de Estado que permitan el desarrollo de la gran frontera binacional y la más amplia cooperación en áreas de interés común.
Observamos cómo en la sociedad del presente las ideologías son revisadas, las alianzas reestructuradas, las fronteras rediseñadas, nacen nuevas identidades grupales y se le otorga verdadera importancia a la necesidad de cooperar simultáneamente con la convivencia de conflictos de tipo antagónicos.
Expuesta así, a grandes rasgos, la política exterior que deba asumir un Estado moderno, el próximo gobierno a elegirse democráticamente para regir los destinos de Venezuela, deberá considerar, entre otros, las siguientes premisas en materia de política exterior:
- Revisión de convenios y acuerdos suscritos por Venezuela con otros países, a partir de 1999.
- Las relaciones entre Colombia y Venezuela deben estar basadas en la cooperación y la política del buen vecino, y, serán objeto, desde el poder nacional de políticas de Estado, que aceleren su desarrollo de gran frontera binacional común.
- Reincorporar a Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones-CAN.
- Restablecer la soberanía de Venezuela. Redefinir los convenios petroleros con Cuba, países del ALBA y los convenios mineros y energéticos, suscritos con China, Rusia, Irán y otros países, los cuales deben ser objeto de un minucioso examen y análisis.
- Concretar y finiquitar las reclamaciones territoriales existentes con otros países. En el caso de la Zona en Reclamación del Esequibo, en litigio con Guyana, acordar un definitivo arreglo, justo, entre las partes y poner fin así a 200 años de controversia.
*Doctor en Cooperación Internacional, Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional