Freddy Omar Durán
Indagando a través de un mundo que se debate entre una mayor y una menor intervención del Estado en el sistema económico, y plantando una firme posición en contra de las propuestas socialistas, Emmanuel Rincón vuelve a lanzarse a la ensayística con “El Hombre Jugando a Ser Dios”.
Este libro editado en España por Editorial Gaveta y disponible en formato digital e impreso, trata de desnudar las nuevas vestiduras de un socialismo light, en la caracterización de un movimiento progresista, propias de sistemas democráticos, que aunque de mayor fortaleza, no están exentos en caer en la mágica melodía del intervencionismo.
Ya sea desde la ficción, el periodismo o la ensayística, Emmanuel Rincón ha sido un férreo oponente de los totalitarismos, siempre denunciando su engañosa oferta para captar votantes, que luego de alcanzado el poder y una breve y aparente periodo de prosperidad, termina convertido en un conflictivo panorama colectivo cuando los recursos públicos ya se han agotado.
“Este es un ensayo sobre los políticos y la organización del Estado sobre los burócratas de turno que de alguna manera juegan a ser Dios, tratando de controlar la vida, los recursos, la economía y la salud de los ciudadanos. Evidentemente es una crítica a estos sistemas donde el Gobierno quiere dictar a la gente el modo de vivir y pensar”.
Explica a través de los diversos capítulos de la obra, la manera como ha ido evolucionado la izquierda de los años 40 y 50 del siglo pasado hasta el de hoy en día, representado en figuras como el Primer Ministro de Canadá, Pierre Trudeau, o, el presidente de España, Pedro Sánchez.
“Líderes como Trudeau o Sánchez, aunque reniegan del comunismo fidelcastrista o chavista para tratar de darle una imagen más humana al socialismo, si se le puede decir de alguna forma, pero de igual forma van suprimiendo libertades con el paso del tiempo. En Canadá por estos días el Tribunal Supremo dictaminó que Trudeau había roto la ley, en sus medidas contra los camioneros que protestaron por las restricciones impuestas a raíz del Covid-19. Aunque esto en nada se asemeja a los regímenes autoritarios de nuestras regiones como el caso de Venezuela, Cuba y Nicaragua”.
Durante la entrevista, se abordó críticamente el tema de la relación de la administración Biden con el actual gobierno venezolano, luego de que este haya sido señalado de violentar los acuerdos con la oposición venezolana, avalados por Estados Unidos, y se haya inhabilitado como candidata presidencial a María Corina Machado.
Administración cómplice
“Yo lo que veo es mucha complicidad con el chavismo por parte de la administración Biden, que tienen una ideología que tratan de esconder, pero terminan simpatizando con los tiranos de la región, al menos no condenándolos abiertamente, como solía hacerlo inequívocamente Estados Unidos en el pasado. Con Obama comenzó esta tendencia de dejar pasar por debajo de la mesa los crímenes de estos gobiernos. Evidentemente esto lo van a hacer ver como un ‘error de cálculo’; pero después de 25 años nadie es tonto, ni tan políticamente imberbe para creer que se va a negociar con Maduro unas elecciones libres y ellos van acceder sin ningún problema y todo va ser color de rosa, y si gana la oposición le van a entregar el poder. Eso no cabe en la cabeza de nadie”.
No niega Rincón la luna de miel que en un principio establecen los regímenes socialistas con la población; sin embargo, cuando la misma concluye aparece un periodo en que la reversibilidad parece casi imposible.
“Cuando se comienzan a aplicar medidas socialistas, comienza a haber un tiempo en el que la gente siente quizá que la economía está mejorando para ellos, sobre todo si vienen de gobiernos que han ahorrado y han dejado una economía sana. Ellos se ponen a gastar, a repartir dinero a dinero, a aplicar estas políticas redistribucionistas, a quemar riqueza. Es decir, en los primeros años, sienten una especie de alivio. Esto no es duradero en absoluto y los resultados negativos se ven a largo plazo”.
Nuevos métodos
Ya no se trataría de apropiarse de los medios de producción en el nuevo socialismo, pero sí ahogar al sector productivo a través de la tributación con la cual se sostendrían las políticas sociales.
“Estas nuevas corrientes del socialismo son distintas a esas nuevas corrientes de la Unión Soviética tradicional, que esperaba controlar todos los medios de producción. Este socialismo no busca eso sino a través de los tributos controlar la economía, con impuestos elevados que le sacan casi la mitad de sus ingresos a las personas, con el argumento del financiamiento de los programas públicos. Se sienten las consecuencias cuando hay una intervención elevada de la economía y esto empeora y empeora cada día más. Llega un momento en que la situación se hace insostenible y la gente se acuerda que hay que votar por otro tipo de ideas; pero desafortunadamente sigue siendo un círculo vicioso en el que los países siguen cayendo”.