Regional
Al entregar bombonas a camiones de Pdvsa, hogares sueñan con volver a cocinar con gas
16 de enero de 2020
Los vecinos del sector Pozo Azul, del barrio 23 de Enero, madrugaron la mañana del martes, no precisamente para incorporarse de inmediato al aparato productivo del país, sino para aquello a lo que los venezolanos nos hemos acostumbrado a amanecer: hacer cola.
Pero esta cola ya estaba prevista y anunciada, e incluso los vecinos estaban en la mejor disposición de aguantarla, siempre y cuando les garantizaran un producto que desde ya hace varios meses –al menos por la vía legítima- ha representado muchas privaciones para muchos hogares.
Con lo delicado que representa confiar en la entrega de una bombona de gas, un artículo que apenas si se consigue en el mercado negro a precios exorbitantes, los funcionarios de Pdvsa Gas y el Consejo Comunal, aun con la demora que eso implicaba, se cuidaron mucho de verificar los envases, sus características y de quién los recibía. No faltaron voces que aseguraron que, para un futuro, podría agilizarse más la jornada, en vista de que muchos de los que esperaban eran padres de familia o trabajadores que no podían abandonar por largo tiempo sus puestos laborales o sus familiares.
La jornada de este martes benefició alrededor de 500 familias, que entregaron unas 800 bombonas de gas, y se desarrolló frente a la cancha deportiva del barrio Pozo Azul. Desde ya hacía dos meses, el Consejo Comunal hizo el censo de las familias que se iban a beneficiar con la jornada, la cantidad de bombonas entregadas por cada una de ellas –desde los 43 a los 10 kilos- y recibió los comprobantes de cancelación del producto. No solo se recibieron bombonas de Pdvsa Gas Comunal, pues también trasladaron, para su posterior llenado, las pertenecientes a otras empresas que laboran en el estado, como Táchira Gas y Duragás, las cuales, por el mismo problema general de escasez que afecta al Táchira, acusan demoran en la atención a sus clientes.
Y a los usuarios no les quedó otra opción que confiar sus bombonas, en parte porque ya sabían de las distintas jornadas similares que Pdvsa Gas ha venido desarrollando en el estado con resultados positivos, aunque con una tardanza de meses para felizmente recibir el combustible que alimenta sus cocinas. La alternativa más inmediata ha sido preparar los alimentos con electricidad; no obstante, esta opción ha sido torpedeada por los largos apagones -algunos de hasta 6 horas- que ocurren en la región; de otro lado, hay viviendas que por fallas en el servicio eléctrico se abstienen del uso de aparatos de gran voltaje.
Y si por un apagón u otras razones no se puede cocinar con electricidad, entonces se dispone de la leña, un peligro comprobado para la salud –así se disponga de espacios debidamente ventilados- y para el medio ambiente, fomentando la tala indiscriminada.
Como se comentaba en los corrillos que se formaban mientras lentamente se iban abarrotando los camiones reservados para la jornada –aproximadamente 5-, a muchos nos les quedó más remedio que pagar el gas en el mercado negro, donde por una bombona pequeña se pagaban 50 mil pesos y por una grande 120 mil pesos –equivalentes, al cambio actual, a 3 millones de bolívares-.
Esta jornada ha aprendido en parte de muchas amargas experiencias que se han tenido respecto a la venta del gas a la comunidad, donde la desorganización, la viveza criolla y la insolidaridad han puesto una nota negativa Por supuesto, no es la solución más idónea para la carencia de gas que a muchos desespera, pues implicaba, además de la inversión de tiempo, muchos riesgos, como la desaparición de bombonas, para lo cual fueron debidamente marcadas por los usuarios, en tanto esas mismas que entregaron serán las que se devolverán, además de los malos olores del gas residual, el peligro por el acarreo de un objeto tan pesado, y la activación de su contenido por ignición.
Freddy Omar Durán