Ir de “shopping” o compras es cada día más difícil para los tachirenses. Porque si no se puede comprar comida, menos ropa; y sobre todo si se trata de ropa interior, que al parecer la gente está remendando y probablemente en el futuro deberá buscar otras alternativas.
Dijo Ana Rosa, una vendedora de ropa interior, que “la gente no tiene plata para comprar esas prendas tan importantes; el que gana sueldo mínimo ni siquiera tiene para comer”.
“Y esa probablemente es la mayoría de la población -expresó Nelly Sánchez, quien quedó sorprendida con los precios de pantaletas y sostenes-. No aquellos que se dedican al bachaqueo de productos alimenticios o al contrabando de gasolina y de billetes, que no sienten el problema de los precios”. Ella no lo podía creer cuando fue al establecimiento comercial y se consiguió con que un sostén vale 177 mil bolívares y más; y unas pantaletas, 80 mil.
Ana Useche salió casi corriendo de un almacén de ropa íntima importada donde hace cuatro meses compró una pantaleta en 3 mil bolívares, porque la misma, “no licra, sino franelita de mejor calidad”, está a 35 mil bolívares. Compraba en el puesto de un vendedor informal, “un solo blúmer, de menor calidad, porque no se pueden comprar dos, están muy caros, a 27 mil bolívares, no se puede comprar muy seguido”.
Hacer la ropa más pequeña
“Hace un mes vendía un jueguito de sostén y pantaleta en 100 mil bolívares, ahorita hay que pedir 250 mil bolívares. 30 días atrás el ‘cotton licra’ estaba en 56 mil bolívares el metro y hoy está a 110 mil bolívares; elástica, encajes, ganchos, todo está por las nubes, una tirita de sesgo pequeño estaba en 500 bolívares y hoy está en 4 mil, y muchas cosas hay que traerlas de Colombia” –contó Carmen Hernández mientras compraba tela en un almacén de la ciudad.
Como fabricante pequeña, manifestó: “La gente no se queja de los precios, la compra igualito, pero hay que darle facilidades porque es muy costosísimo, y cuando uno recupera el dinero y va a volver a comprar, ya no compra nada porque todo está más caro y le toca a uno aguantarse o cerrar, y hay que conseguir la comidita. Tenemos el problema de que sube un poquito el salario mínimo o el dólar sube, y en seguida se dispara todo, la inflación nos consumió, nos ahogó”.
Sobre la demanda de ropa interior explicó: “Para nada, estamos sobreviviendo, el que se quiera dar un lujo y más nada”.
Por su parte, en la sección de las telas especiales para ropa interior, una vendedora le decía a la compradora la tela que están llevando ante lo caro que está el “cotton licra”, pues el “yersi” la venden a 59 mil 500 el metro y el “microdurazno” a 62 mil, y la tela piyamera a 55 mil bolívares, cuando Carmen –manifestó- la compró hace tres meses en 25 mil, “todo ha subido, la última vez que compré el hilo de 2.500 yardas me costó dos mil 500 bolívares, hoy cuesta 30 mil; la piyama la vendía hace seis meses en 5 mil, ahora en 120 mil bolívares más o menos pequeña”.
María Salcedo, insistió que está buscando la economía y por eso, a pesar de que las telas han multiplicado sus precios, ella misma está haciendo la ropa, incluyendo la interior para ella y sus hijos.
“Voy a llevar ‘chiffon slip’ para hacer una blusita que me encargó una amiga, y voy a hacer unas braguitas y con lo que gane ahí, hago después para la casa”.
Buhoneros: buscan lo más barato
Sobre los precios, los comerciantes en general prefieren no hablar, pues en los establecimientos formales tienen las prendas de calidad y las más costosas, contrario a los vendedores informales que dicen que traen lo más económico “para poder vender, porque si no, desapareceremos, porque al problema de los precios encima se consigue uno con que en las alcabalas, si llevamos una docena de blúmeres, el funcionario nos dice ‘denos estas dos’. Y qué hacemos nosotros, cómo podemos con él”.
Un informal que no se identificó precisó que les va tan mal, que empeñó su carro para invertir en mercancía y está a punto de perderlo: “Por el problema de la inflación, no hay estabilidad para poder surtir”.
“Uno vive del día a día, imagínese para reunir 10 mil 12 mil, cuando va uno a comprar ya vale el triple. Quién para eso, ojalá hubiera una estabilidad en los precios, que si esta prenda está en 40 mil bolívares hoy, mañana esté igual. Pero no, hoy está a ese precio y mañana ya en cincuenta, pasado en 60, y no le podemos subir mucho a la mercancía porque si le subo no vendo, y yo digo que esto si continúa así, se acaba la buhonería”.
“Isabel” por su parte, reiteró entender la situación económica que vive el país como vendedora; pero se preguntó “quién para los precios. Viajo a traer mercancía y por una transferencia que no me pasa en el momento, una docena de sostenes que compré, el dólar se dispara y no le suben a la docena 50 mil sino 200 y 300 mil bolívares, y si tenía el valor de 7 mil llegué a pagar casi el doble, es demasiado”.
Otro vendedor aseguró que tratan de “buscar la mercancía más barata, poliéster y algodón, la licra no porque está muy caro, eso ya es de marca y es muy costoso para vender en la calle”. La ropa interior hecha con esos materiales más económicos, se encuentran, como las “tucas” (blúmer o pantaleta) desde veinte a cien mil bolívares, y el brassier de ochenta a doscientos mil bolívares.
—Ese sostén le queda en 50 mil bolívares –le decía una vendedora a una consumidora-, antes se estaban vendiendo a 45 mil, lo que se subió fueron 5 mil bolívares.
Comentó que tenían tulas “gigantes” llenas de mercancía, “y ahora solamente tenemos lo que usted ve en la mesa, porque hemos quebrado, si compramos ese brassier a 70 y 80 bolívares según la marca, ahorita vamos y la docena ya tiene otro precio. Nadie en la calle trae licra, solo poliéster y este algodoncito, lo que es licra no se puede traer, es imposible, por lo costoso. Con un sueldo mínimo no alcanza para comprar, la gente se está volviendo loca, trastornada, a veces pasan hablando solos”.
Marina Sandoval Villamizar