Regional

Cómo sobrevivir en medio de una feroz crisis económica

26 de septiembre de 2020

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Bleima Márquez / @bleimamr

El poder adquisitivo de los tachirenses se ha perdido en medio de la hiperinflación. La gente procura estirar el dinero para llevar un plato de comida a la mesa

Si el ingreso integral (sueldo mínimo más bono de alimentación) del venezolano es de 800 mil bolívares y no equivale ni a dos dólares, ¿cómo hacen en Venezuela para sobrevivir en medio de una feroz crisis económica y con un país cada vez más dolarizado?

Según publicaron los distintos portales de monitoreo de divisas, como Dolar Today, esta semana la moneda extranjera rompió, en el mercado paralelo, la barrera de los 400 mil bolívares.  Mientras esto sucede, la capacidad adquisitiva de las familias continúa en descenso, consumiéndose por una hiperinflación que se ha devorado la calidad de vida de los venezolanos, situación agravada con la llegada de la covid-19, la pandemia que ataca al mundo entero.

Diario La Nación consultó al ciudadano común para saber cómo estira el dinero, qué compra y, en general, cómo le afecta la crisis. El resultado es preocupante y, al mismo tiempo, evidenció el ingenio del tachirense para hacer rendir sus ingresos; realidad que, tal vez, se repite a lo largo y ancho de la geografía nacional.

Comprar moneda extranjera

Comprar pesos colombianos o dólares, para evitar que el poco ingreso se devalúe, se ha convertido en una práctica común en esta región andina.

«El dinero no se estira, se evapora. En mi caso, yo compro pesos con mi salario, que no son más de 15 mil pesos colombianos. Eso debe rendir para todo un mes. Se podrá imaginar los milagros que estamos haciendo. He logrado subsistir porque Dios es grande y no se olvida de sus hijos», señaló una señora que prefirió mantener su nombre en el anonimato y afirmó tener una hija.

«Nos reinventamos»

En medio del afán por sobrevivir, el tachirense ha decidido activar todas sus potencialidades y cualidades: manualidades, panadería, comercio informal, prestación de servicios; en fin, hace todo cuanto esté a su alcance para ganar dinero extra, a objeto de brindar bienestar a su familia y, aunque sea difícil de creer, ya no hay horario de descanso que se respete, si sale una oportunidad no la desperdician.

Este es el caso de Natalia García (nombre ficticio por solicitud, porque así lo prefiere) y su familia, que viven en el municipio Andrés Bello; ellas es docente de profesión y asegura que cubrir las necesidades básicas, cada día, es más difícil. Su hogar está conformado por dos hijos mayores, una niña de 11 años y su pareja.

«Se hacen milagros, pero cada día rinde menos el dinero; siempre estamos pensando en qué comeremos al otro día, si no hay de dónde sacar», comentó la educadora.

Al respecto, añadió que su pareja y ella son los únicos con trabajo fijo, pero ese ingreso prácticamente no sirve. «Soy docente y mensualmente gano 2 millones 200 mil Bs; mi pareja es guardia nacional retirado y cobra 2 millones 500 mil Bs. Mi hijo mayor, de 24 años, es TSU en Construcción Civil, pero se dedica a la panadería cuando le sale la oportunidad», comentó Natalia y acotó que su otro hijo trabaja cuando le sale la oportunidad, en una frutería o reparación de computadoras.

Para obtener algo más de dinero, Natalia vende helados, tipo vikingos, elaborados por ella misma. «Yo misma hago los helados y pues, ahí algo saco», apuntó.

Por su parte, Carlos Belandria es un joven que conformó una linda familia, tiene tres pequeños hijos, dos varones y una hembra, de 7, 5 y 3 años, respectivamente. Dijo que para poder sostener a su familia vende, junto a su esposa, víveres en una avenida de San Cristóbal. «Creo que en estos momentos lo único que genera dinero es la venta de alimentos, porque la gente gana es para comer; claro, esa es mi humilde opinión», refirió.

Igualmente, Carmen Contreras, del municipio Sucre, afirmó que estira el dinero comprando y vendiendo medicamentos naturales, por encargo. Esta mujer piensa que el Táchira y el resto del país viven momentos terribles. «La calidad de vida ha disminuido porque el poco dinero alcanza para medio comer y algunas necesidades de consultas médicas.  En mi caso, requiero cambio de lentes, pero no he podido», apuntó

Alimentación, la más afectada

De acuerdo con una encuesta aplicada recientemente por el equipo de Yo Reporto a La Nación, la alimentación de niños, jóvenes, adultos y ancianos, ha sufrido una alteración radical, a pesar de los esfuerzos que las familias hacen para cubrir esta necesidad básica del ser humano.

En una muestra de sesenta personas consultadas sobre el número de veces que comen en sus hogares, se obtuvo que el 53 % realiza dos comidas al día; el 32 % se sienta a la mesa tres veces; el 12 % solo prueba bocado una vez al día y solamente el 3 % lo hace cuatro veces o más, incluyendo la merienda.

Aunque esto no es un trabajo científico, sí es una pequeña muestra de lo que a nivel de alimentación sucede en los hogares tachirense. Pero la información recabada no queda allí, pues muchas de las personas abordadas explicaron cómo satisfacen la necesidad alimentaria. En las siguientes líneas, algunas de las respuestas.

Mariné Zambrano, habitante del municipio Cárdenas, expuso que sobrevive con lo que puede ayudarle su yerno, porque con el sueldo no se puede. «Lo que medio comemos mi hija y yo es: medio cartón de huevos, dos kilos de arroz, 2 de azúcar, una bolsita pequeña de café, medio litro de aceite. Eso debe durar un mes.  La carne y el pollo ni se ven en mi casa.  Incluimos pocas verduras, la que se pueda medio comprar. Comemos dos veces, se obvia la cena. A veces nos toca una sola vez al día», aseguró Zambrano, y agregó que la crisis ha afectado mucho su hogar, destacando el sentimiento de impotencia que le embarga.

Carmen Contreras considera que muchas personas, entre las que se incluye, se alimentan muy mal. «Solo carbohidratos, porque para proteínas y verduras no alcanza. Comemos huevos y queso, porque ya olvidé lo que es consumir carne y pollo».

Marco Mora, por su parte, también confesó que aunque hacen las tres comidas diarias, las proteínas no forman parte primordial de la alimentación de su familia, es prácticamente un lujo que les brindan a los más chicos. «En mi hogar aún tenemos las tres comidas, gracias a Dios y la Virgen.  Eso sí, la mayor porción de carne y proteínas, junto con las meriendas, es para mis dos niños», señaló.

Todo parece indicar que la crisis económica no solo ha desmejorado la calidad de vida de la población, también ha disminuido el número de comidas diarias.

De acuerdo con las repuestas y testimonios de los tachirenses consultados,  la situación es preocupante porque realmente  la población no se está alimentando, más bien está saciando el hambre que todo ser humano y animal siente, sin, en muchos casos, cubrir los requerimientos nutricionales de acuerdo al sexo y edad.

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