Freddy Omar Durán
Una cuarentena más rigurosa, más estricta, en un cumplimiento de lo establecido por el Ejecutivo nacional, es la que se hizo manifiesta en puntos neurálgicos de la ciudad de San Cristóbal, así como en sus accesos y salidas a municipios del área metropolitana.
La actuación de los organismos de seguridad puso más empeño en limitar el ingreso a la capital, al extremo que por los puntos de control de El Mirador, por ejemplo, apenas pasaban peatones; mientras que por El Corozo, incluso a estos se les negaba el paso. Algo similar sucedió en los límites con el municipio Cárdenas.
Esto por supuesto incidió en la labor del transporte suburbano: la ruta hacia Capacho y sus alrededores la cubrían los autobuses, que apenas hacían un viaje de ida y otro de venida. En este sentido, los chóferes de tales unidadescontaban el número de pasajeros en las colas, y cuidaban de que los dos vehículos partieran a tiempo. No obstante, pese a todas las previsiones el sobrecupo fue inevitable, pues más y más pasajeros subían a lo largo del camino.
El exceso de pasajeros llevó a la protesta de los viajeros, a los que el ayudante del chófer respondió: “todos queremos llegar a casa, si uno los lleva es malo, y si no también”.
Otras líneas suburbanas que se vieron impedidas de llegar al casco urbano, se estacionaron cerca de los puntos de control para hacer transbordos a otras poblaciones
En la parada del centro de la ciudad de la ruta hacia el municipio Córdoba este martes estaba concurrida, y quienes allí permanecieron se hallaban en la incertidumbre por saber si saldrían o no a sus lejanos destinos.
Pese a las advertencias
No obstante la reiteración de las autoridades municipales, regionales y nacionales a la población de solo salir de casa para lo más necesario, mil y una razón alegan los transeúntes para obviar estos llamados. En una buseta, una señora algo contrariada afirmó: “A mí nadie me va a llevar la comida a la casa, debo salir a trabajar”.
La señora Josefina García, que esperaba porel transporte que la llevara de vuelta a Santa Ana, esgrimió razones de salud para justificar su estadía en San Cristóbal. Ya sea en busca de una medicina, o de atención facultativa, este argumento fue repetido por personas de la tercera edad encuestadas, a quienes muchos familiares no pudieron ofrecer una cola porque no contaban con gasolina para sus vehículos.
Después de haber vivido, así fuese por unas horas, una semana anterior con apariencia de “nueva normalidad”, los comercios, especialmente los ajenos al rubro alimentos y medicinas, no se resignaban a perder la presente, manteniéndose muchos a media santamaría, para cerrar ipso facto de ser recriminados por algunos efectivos de los organismos de seguridad. Pero igualmente hubo muy pocos compradores.
Cómo se pudo constatar en el centro de San Cristóbal, un fuerte patrullaje de la Guardia Nacional Bolivariana procuraba un mayor control de los expendios de comida, a los cuales no se les permitía que sus clientes se estacionasen largo tiempo allí, y menos que consumieran allí mismo lo adquirido.
Así lo corroboró Jennifer Fonseca, dedicada a la venta de pasteles y refresco, quien pese a los mil y un obstáculos no desiste, y si bien días atrás hubo mayor dinamismo, igual las ventas estuvieron flojas, pero con lo que haga “alcanza para la comidita”.
Consuelo energético
El único consuelo para los tachirenses esta semana ha sido una relajación de los apagones, y la bendición invernal que podría conllevar el alivio a la sequía de hidroeléctricas y acueductos.