A pesar de ser el Táchira un estado panadero por excelencia, eso no ha contenido las bajas ventas del producto, en parte por el encarecimiento del producto en estos últimos días y porque en muchos hogares el mismo ha pasado a un lugar inferior dentro de la lista de compras.
Los insumos ya no se pagan en bolívares, sino en dólares y pesos, dependiendo de la exigencia del proveedor. Pero otras circunstancias también entran en juego, como la escasez del gas, que si bien el Estado ha intentado mantener con el sector panadero una frecuencia en el suministro aceptable, se ha recrudecido en los últimos días, teniéndose que recurrir al mercado negro y sus elevadas demandas.
Al día de hoy, el precio de un pan de azúcar o leche, tamaño mediano, puede partir de los 30 mil bolívares, y llegar hasta los 50 mil, dependiendo de la calidad, el establecimiento y el tamaño. El paquete en rebanadas podría estar por el orden de los 50 mil bolívares. Una “bolita” o el tradicional pan español, no baja de los 3 mil bolívares, y si se quiere una bolsa de 20 unidades de pan de banquete, ella ronda los 30 mil bolívares. Quien apenas aperciba un ingreso mínimo integral de 300 mil bolívares, lejano le queda poner todos los días ese tradicional producto en la mesa de su hogar.
Y si llevar al hogar resulta difícil, más lo es mantener la tradición tachirense de regalar pan a conocidos y familiares, e incluso cuando se iba de viaje a visitar amigos y allegados, para no arribar ante los anfitriones con las manos vacías.
Tales precios están correspondiendo a una época del año en la que el consumo del pan se ha incrementado exponencialmente, y se ha inclinado a variedades muy particulares, como el pan de jamón, que a un precio que oscila entre los 300 mil y los 500 mil bolívares –es decir superando el salario mínimo integral- resulta impensable para muchos presupuestos familiares, y todo un lujo para unos privilegiados.
Esfuerzos para no subir el pan
Eduardo Collazos, de la Asociación de Panaderos del Táchira, al respecto sostuvo que las restricciones sufridas en el suministro de materias primas por el sector – que comprenden, entre otros productos, harinas, grasas, huevos- se han podido sortear un poco por la situación de frontera, ya sea a través de transacciones internacionales formales que pasan por aduanas, con insumos procedentes de Colombia, o vía “bachaqueros”, que ofrecen lo que ellos han traído por los caminos verdes. Por tal motivo, el Táchira está más aliviado con relación a otras regiones del del país, donde los altos precios, cotizados en dólares, han incidido negativamente en su producción.
No obstante, los panaderos del Táchira están produciendo a un 50 % de su capacidad, por varias razones: la baja del consumo por los insuficientes salarios. Agrega Collazos que el precio que actualmente se ve en los anaqueles se corresponde al que da la estructura de costos, y que bajar más el mismo en una economía “dolarizada” resulta complicado. En comparación con el pasado, los panaderos consideran que se está trabajando con un margen de ganancia muy inferior.
“Nosotros, los panaderos -sostuvo Collazos-, somos empresarios socialmente responsables. Trabajamos para la comunidad, y estamos profundamente identificada con ella. Esos vínculos se han creado por décadas, al punto de que muchas empresas que laboran en la región pasan del medio siglo. Hoy en día se gana menos; pero nuestra obligación es mantener el pan en la alacena. El sector panadero ha sido, como todos los sectores de la economía nacional, duramente golpeado y, sin embargo, ha sobrepasado cualquier inconveniente para mantenerse operativo”.
Muy pocas panaderías en los últimos años han bajado la santamaría. Algunas que lo han hecho se debe a que gran parte de su personal, o los propios dueños, han decidido emigrar o retirarse del negocio, considerando que han finalizado un ciclo; pero no porque consideren que estaban trabajando a pérdida, o hayan ido a quiebra.
Freddy Omar Durán