Pisanu presentó el folio de autores clásicos en la sala Freddy Pereyra
24 de abril de 2024
Pietro Cennícola, presidente de la Asociación de Comerciantes y Empresarios del estado Táchira: “la aceptación de moneda extranjera en el comercio ha permitido una estabilidad relativa, un salario aceptable para el trabajador, y una moderada reactivación del sector”
DATO DE INTERES:
“La dolarización no legalizada, de alguna manera nos ha favorecido, puede decirse, en cuanto a una relativa estabilización en los precios”
Humberto Contreras
De un tiempo para acá, la economía de Venezuela se ha “dolarizado”, pero de manera informal, es decir, que no existe una legislación que permita el uso de una moneda fuerte, ya sea el peso o el dólar. El bolívar sigue siendo nuestra moneda oficial, pero por su devaluación constante, no tiene el valor que debe tener para favorecer nuestro poder adquisitivo, y desde luego, el consumo.
Lo que ha ocurrido en la práctica, dice, es un acuerdo tácito, no formal: Todo el empresariado ha adoptado monedas estables, (aquí básicamente el peso), para sus transacciones diarias, pues el bolívar no permite tener precios sostenibles en el tiempo. Y esto ha ocurrido como un hecho natural de la economía: Buscar una vía para poder mantener los negocios.
Claro, esa situación resuelve una parte del problema, nos da estabilidad. Pero crea otras complicaciones como por ejemplo, con la contabilidad de la empresa, el reflejo de las operaciones en banca, y la parte de la tributación. Porque todos los meses, hay que pagar la porción del IVA, en moneda de curso legal, y entonces hay que empezar a buscar los bolívares, que no son fáciles de conseguir.
O sea, hay que hacer también una búsqueda de fondos, dentro del tiempo límite para poder cumplir con el compromiso fiscal.
— ¿Eso ha ayudado a mejorar los salarios?
— Afortunadamente el sector empresarial, también de manera tácita, o sea, no concertada, ha entendido, con un poco de conciencia, que no es justo pagar ese salario mínimo decretado, y decide reconocer una mejor remuneración.
Porque, de alguna forma, lo importante es que trabajadores y empresarios pueden negociar el salario, y con base en ello, se ha podido compensar mejor el trabajo, y se ha conseguido una buena estabilidad del trabajador en los puestos.
Aquí, antes de eso, cuando no se manejaba la “dolarización”, no había salida. La inflación afectaba cada día más. Muchos empresarios no sabían qué hacer con el valor de la nómina, y no había, digamos, un acuerdo claro con los trabajadores. Esa fue una de las razones que motivó que muchos se retiraron y se fueron del país.
— ¿Ahora cuánto es el salario promedio?
— Bueno, en algunos sectores, puedo decir que se está llegando a 40 % del salario mínimo colombiano. Más o menos cien dólares mensuales. Claro, hay sectores que son más competitivos que otros, pero ese es el promedio. Y se está pagando en pesos.
— ¿Hay recuperación en el comercio?
— Sí, sí. No tengo cifras ahora. Este “acuerdo tácito” ha ayudado sin duda a estabilizar la situación económica de la empresa, y también incentiva la recuperación lenta del sector comercio. Pero nos preocupa el tema de la industrialización, que está muy rezagada, debido a la situación país que afrontamos, porque, está bien, el comercio se recupera un poco, porque estamos transando productos que vienen de afuera, ya que nuestra propia producción está caída.
Entonces, aquí la pregunta es cómo hacemos un proceso de reindustrialización, sobre todo considerando que tenemos una producción artesanal importante, que valdría la pena apoyar, formalizarla, aplicarle un proceso de calidad, para poder pasar de pequeños emprendimientos, a industria de un formato mediano, por ejemplo. O de una producción consolidada, que también se puede hacer. Pero aquí no vemos una política de Estado en esa dirección.
— ¿Siguen cerrando negocios?
— Se ha detenido ese proceso. Información de entes empresariales como Conindustria y Consecomercio, señalaban hasta hace poco una reducción empresarial en el área de comercio, de aproximadamente entre 65 y 70 %, y en el área industrial, casi 85 %.
En el Táchira, por ejemplo, en 2012, un estudio de la UCAT detectó en el registro de patentes de industria y comercio unas 40 mil unidades, que al final se redujeron a 16 mil. En San Cristóbal, las patentes estaban eran unas ocho mil, que luego bajaron a 2.500.
Eso deja ver el impacto negativo enorme que ha tenido en la municipalidad la reducción de la contribución fiscal, lo cual hace que los programas de servicio de manteamiento de la ciudad, de construcción de la necesaria infraestructura no se vean, porque el sector público ya no tiene esa capacidad de inversión.
— ¿Una síntesis de la situación actual?
— Bueno, hablamos de que sí ha habido una recuperación. Pero aún hay algo: la pandemia. En el caso venezolano, dentro de las medidas que se aplican, están los horarios para laborar, que nos ha llevado a bajar el tiempo de trabajo a 50 %: de cuatro semanas, se trabaja dos.
Eso se suma a la falla de servicios, como la electricidad, que afecta otros aspectos como la telefonía móvil e internet. Y lo más preocupante es que no son situaciones programables. Simplemente la luz se va en cualquier momento. Y ya ni siquiera vale tener planta eléctrica, porque está el problema del combustible.
— ¿Cuáles son las perspectivas ahora?
— Venezuela está en un laberinto del que parece muy difícil salir. Afortunadamente todavía hay venezolanos, sobre todo empresarios, que mantienen su compromiso con el país. Que cada día se reinventan. Porque también es verdad que esto que ha sucedido, con la pandemia y con el país, nos ha llevado a conducirnos de manera diferente.
El llamado nuestro es a persistir, a pensar que ciertamente hay un mundo mejor, y que Venezuela realmente es un país bendecido, que tiene todo para dar, y que nosotros nos encontramos, extrayendo el tema de la pandemia, en una situación país que ha sido creada por las malas políticas socioeconómicas.
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