Una vez hecho el recorrido, con el ataúd del cuerpo de monseñor Mario Moronta fue llevado a los pies del Cristo del Limoncito, donde sus restos descansarán eternamente. Este lugar, tan significativo para la fe de los tachirenses, se convierte así en el sitio de reposo final de un líder espiritual que, incluso en su partida, dejó un mensaje de devoción y esperanza.

La composición musical Tierra Tachirenses, seguida de Para Cantarte a tí mi Caracas, y el Alma Llanera, contagió a los presentes de profundos sentimientos.

El traslado del corazón de monseñor Moronta, será efectuado en un acto separado. Se espera información sobre el protocolo a seguir para esta solicitud hecha por el guía espiritual en su testamento.

Con estos actos, se cierra un capítulo en la historia de la Diócesis de San Cristóbal, pero el legado de monseñor Mario Moronta perdurará en la memoria y el corazón de todos aquellos a quienes sirvió.

Bleima Márquez / Fotos: Johnny Parra