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La primera vez que su pareja le confesó su deseo de emigrar, respondió que no. “Dejar a mi hijo de nueve años me parecía demasiado doloroso”, cuenta José, uno de los tachirenses que este domingo celebrará el Día del Padre desde la distancia. Literalmente de un día para otro, cambió de opinión: “Hice la maleta, solo me despedí de mamá y papá, y en el camino, mis lágrimas por no haberme despedido de mi hijo”. Apenas le comentó que pronto volverían a estar juntos, para que no se pusiera triste.
Este domingo es el Día del Padre. Entre los venezolanos y tachirenses que han emigrado, se tiende a repetir un patrón de actuación: papá, en su mayoría jóven, que ejerce el rol de proveedor en casa, se marcha solo, o se adelanta al resto del grupo familiar, para colaborar con recursos desde el exterior o bien para adaptar un nuevo “nido” donde seguir manteniendo la unión familiar y sacar adelante a sus hijos en edad infantil.
José también es de esos tachirenses que atravesó Sudamérica por carretera durante nueve “duros” días, hasta Chile, el país que lo acogió a él como a otros casi 200 mil venezolanos. La crisis económica empujó a José. Es, en distintos sondeos, la primera razón que esbozan los que se marchan, por encima incluso de la inseguridad. En su caso, el tradicional negocio de pasteles y empanadas en San Cristóbal empezó a ser devorado por esa la inflación que él llama “inmensa”. “Solo alcanzaba para comprar la materia prima del día siguiente y para comer”, recuerda.
Es el segundo Día del Padre que José pasará sin su hijo y sin su papá. “Estas fechas uno piensa que es alegría pero no, para mí es tristeza porque no estoy con ellos. Estos días uno piensa en los recuerdos, en las cosas que hemos vivido y para nosotros es muy triste estar aquí solos y pasar estas fechas sin ninguno de ellos, pero todo sacrificio tiene su recompensa”, comenta a través de WhatsApp.
“La idea es traérmelo”, proyecta José sobre su niño. Este tachirense quiere ver la migración como “un sueño”, y que al despertar todo haya valido la pena. Que pueda mirar a su hijo, y decirle: “Todo esto lo hice por usted, porque lo amo mucho. Por usted todo, sin usted nada”.
Lo que parte el alma
“No ver crecer a mi único hijo me parte el alma cada día”, expresa el tachirense Hevia, a quien también lo motivó a emigrar precisamente el hecho de querer un mejor futuro para su hijo, de siete meses, su esposa y el resto de sus familiares. En su caso, este será su primer día como padre.
“Mi historia fue muy ruda porque llegué fue a buscar trabajo de una. Duré como dos meses buscando y nada, esos días fueron caóticos, hasta pensé en devolverme”, cuenta Hevia, también por mensajería, desde Chile. “Al ver cada día que pasa sin ver a tu hijo, a tu esposa, a tu familia, es peor. Pero te llenas de fuerzas, de muchas fuerzas, en ver que no lo tienes y que nuestro país cada día se dificulta más para comer, para medicinas, para todo”.
Las videollamadas de WhatsApp han sido, para él y para otros tantos, la nueva forma como estos padres siguen el crecimiento de sus hijos. “Si pudiera lo haría todos los días, pero la comunicación de allá (de Venezuela) es pésima, mala señal y sin luz todo el tiempo”, lamenta. Cerca o lejos, para todos ¡feliz Día del Padre! (DP)
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