Regional

El primer Carmelo del Táchira: jardín escondido de almas consagradas

16 de julio de 2024

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San Cristóbal posee en Paramillo un jardín escondido, conocido como el primer Carmelo del Táchira. El Monasterio de Santa María del Monte Carmelo de las Madres Carmelitas Descalzas, al ser de clausura, es de difícil acceso para personas del mundo exterior, sólo las almas elegidas para una vida contemplativa pueden ingresar por su puerta reglar.

En Cueva de Oso, por la parte alta de San Cristóbal, los muros grises con enredaderas y algunos pinos, altos y frondosos, protegen el monasterio y su capilla. Al entrar, la tranquilidad inunda el corazón del visitante, una escultura de la Virgen del Carmen en un pedestal de ladrillo, es lo primero que capta la atención, se encuentra rodeada de pequeños pinos y arbustos con flores, mira hacia abajo y sostiene un niño Jesús con sus brazos abiertos.

Según cuenta la historia, la Virgen María del Monte Carmelo se presentó ante San Simón Stock, general de la orden de los Carmelita, el 16 de julio de 1251. En aquella aparición le dio el Santo Escapulario del Carmen con la promesa de que el portador no padecería el fuego eterno, al contrario, sería protegido.

La orden de las Carmelitas Descalzas está consagrada a esta advocación mariana, por ende, no es extraño que el punto central entre la capilla y la entrada a la casa del monasterio, sea, precisamente, una escultura de la Virgen del Carmen.

La capilla es una edificación de ladrillo que posee una cruz en la cúspide de su campanario, por otro lado, la casa es sencilla, de color crema y con ventanas ovaladas. La puerta que conduce a la sala donde se encuentra la puerta reglar, siempre permanece abierta, es ovalada y de madera, posee las imágenes de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Jesús talladas en bajorrelieve.

El nombre otorgado a la entrada de un convento de clausura es puerta reglar, siempre permanece cerrada y, en el caso del monasterio, es de madera, con el logo de la orden de las Hermanas Carmelitas tallado en bajorrelieve donde se lee la inscripción “Zelo zelatus sum pro Domino Deo exercituum” que traduce “Me consume el celo por el Señor Dios de los ejércitos”.

El torno atendido por una hermana Carmelita Descalza. (Foto/Mariangel Suárez)

Unos ruidos se escucharon del otro lado de la puerta reglar, unas llaves tintinando y la cerradura abriéndose. Tres religiosas de la orden Carmelita Descalza se encontraban del otro lado.

Estaban vestidas con sus hábitos de color marrón y blanco, además, llevaban puesto un velo negro que les cubría el cabello, sus rostros iluminados por sus sonrisas  y sus voces eran suaves como susurros.

La Madre Lucía de Cristo Rey, explicaba con voz pausada y afectuosa el significado del nombre que le dan al monasterio, lo llaman el Carmelo o Jardín escondido, porque en hebreo Carmelo o Carmen significa belleza u obra de Dios, este deriva de la advocación mariana Nuestra Señora del Monte Carmelo.

Para la Madre Lucía, cada Carmelo es un jardín de la Virgen, de almas consagradas a Dios. Al monasterio también lo llaman jardín escondido, porque las 26 religiosas y las 3 novicias que hacen vida allí, se encuentran totalmente aisladas del mundo.

Un pasillo con imágenes de santos en las paredes conduce hasta un patio cuadrado, ese es el centro del monasterio. Una escultura blanca del Sagrado Corazón de Jesús se encuentra con los brazos abiertos, a sus pies se puede leer: “Con que gozo he venido a recibirte”.

Alrededor hay arbustos pequeños, mariposas vuelan entre las flores rosadas y blancas, también hay figuras de barro de hongos color rojo y de sapitos azules. Aunque el cielo está nublado, el sol sigue brillando sobre el patio. El silencio solo es interrumpido por el canto de las aves.

En los balcones de madera que rodean el patio, se pueden observar dos faldas largas, una blanca y otra azul, colgando de la baranda de madera.

— Estamos preparando una representación y un baile, por eso las faldas — expresó la Madre Lucía con voz animada.

En el monasterio hay momentos de silencio y contemplación, también, de música y celebración. Las hermanas cantan, bailan y hacen representaciones teatrales para los días de fiesta y los momentos de recreación, como es el cumpleaños de la Virgen María.

Otro ejemplo de esto son unos carteles coloridos, pintados a mano y colgados en uno de los balcones del patio central. Por medio de ellos se recuerda la próxima celebración en honor a la Madre María de Cristo, con un homenaje a la Madre Lucía del Niño Jesús y de la Santa Faz, por sus 20 años de partida al cielo.

En el año 1954, la Madre Lucía del Niño Jesús y de la Santa Faz, comenzó el arduo trabajo de restaurar la orden de las hermanas Carmelitas Descalzas en Venezuela. Gracias a ella el Carmelo volvió a relucir el 27 de marzo de 1957, en Los Chorros, sector de Caracas, casi 100 años después de la persecución del presidente Guzmán Blanco a las órdenes religiosas.

El 27 de marzo de 1977, la Madre Lucía del Niño Jesús y la Madre María de Cristo, tuvieron un papel fundamental para traer la orden a la ciudad de San Cristóbal. Después de la aprobación del monseñor Fernández Feo, doce religiosas viajaron desde Los Teques hasta una casa alquilada en la avenida 19 de Abril, en la cual, comenzaron desde cero, haciendo todo por su cuenta.

En 1982 se comenzó a construir el Monasterio de Santa María del Monte Carmelo de las Madres Carmelitas Descalzas y en 1985 se inauguró. La Madre Lucía de Cristo Rey, conoció de cerca a ambas Madres restauradoras de la orden. Su hermana y ella formaron parte de las primeras vocaciones que se fueron del Táchira a los Teques, mientras su hermana entro de Carmelita en noviembre de 1975, la Madre Lucía en enero de 1976.

— Yo me sentía como una colegiala con un corazón de niña — exclamó arreglando sus lentes y con voz emocionada.

Pasando por el inicio de las escaleras que llevan hasta las celdas, unos pasos más allá del patio central, se encuentra la Gruta de la Virgen, el lugar posee un aroma a flores y madera. Unas rocas cubiertas por enredaderas la conforman, en un orificio de estas, se puede apreciar una pequeña escultura de la Virgen de Chiquinquirá, su vestimenta roja y azul resalta entre el verde que la rodea.

Antes había en aquella gruta una imagen de la Virgen de Fátima, la cual fue retirada por las hermanas debido a daños por humedad. El lugar de la gruta es destechado, los rayos del sol y la lluvia entran fácilmente, alrededor de las rocas hay flores de color rosado y blanco, además, hay arbustos y un camino de ladrillos.

El día a día de una Carmelita dentro del monasterio está marcado por una observancia regular, que no es rígida, al contrario, es flexible a las circunstancias.

La carmelita tiene dos horas de oración y el Oficio Divino, el cual, es el rezo de la Liturgia de las Horas repartido durante el día. Por lo general, no tienen contacto con el exterior debido a su clausura papal, la única excepción es cuando deben asistir al médico.

La última vez que un medio de comunicación entró y compartió con ellas, fue en el 2018, cuando el periodista Daniel Pabón, de Diario La Nación, realizó una crónica sobre ellas.

La Santa Eucaristía es el centro y el motivo de su fe, sí se pertenece a una familia devota de la Virgen del Carmen, se crece escuchando a las abuelas hablar de las misas en el Monasterio de Santa María del Carmen, en las cuales, detrás de una reja negra se oyen cantando unas voces casi celestiales.

Esas voces no son ángeles con alas, pero, sí pertenecen a personas parecidas a ellos, son las Hermanas Carmelitas Descalzas, las cuales asisten y cantan en la eucaristía desde un salón continuo al altar, llamado El Coro.

Detrás de la gran reja negra se encuentra el salón, el cual posee dos filas de asientos de madera en sus laterales y en el centro hay un piano. En una de sus paredes azules está la imagen de Jesucristo crucificado y en la otra hay una hilera de ventanas ovaladas que permiten la entrada de los rayos del sol.

Mientras en la capilla, antes de la eucaristía, los feligreses se sientan en las bancas de madera, hablando y riendo. Las hermanas, entran en “El Coro”, se organizan una al lado de la otra, en silencio, esperando el inicio.  Y, al concluir la Santa Eucaristía, familiares y ojos curiosos se acercan a la reja negra que los separa de las hermanas, intentando verlas y saludarlas.

Sus familiares las pueden visitar solo dos horas al mes, la visita ocurre en el Locutorio, un gran salón dividido a la mitad por una pared que posee en el medio una ventana con dos rejas negras, esto las separa de su familia durante la visita. 

En la parte de los visitantes hay una puerta de madera sencilla, con un pequeño cartel coronándola, este tiene escrito: “Hermano, una de dos, o no entrar o hablar de Dios, que en la casa de Teresa esta ciencia se profesa”.

Del otro lado de los barrotes, negros y fríos, esta la sala en la cual se sientan las hermanas, el lugar tiene una alfombra azul, las paredes son todas blancas y hay varios instrumentos organizados allí, entre los cuales resalta un Violonchelo en una esquina y varios tambores.

El Torno es la otra forma de contacto con el exterior de las Hermanas Carmelitas, este consta de una habitación de dos ambientes, con  un torno giratorio de madera lisa, a través del cual, las hermanas pueden entregar los encargos que les mandan a hacer, como escapularios, panes o pastelitos.

Del lado de los visitantes solo hay una sala sencilla con paredes verdes y una imagen del Santo Cristo de la Grita a un lado del torno.  Cuando tocan el timbre, “Ave María Purísima”, contesta desde el interior una Carmelita, en tono solemne antes de girar el torno para saber que desea el visitante.

Desde el 2018 se encontraban haciendo diligencias para lograr tener conexión a internet en el monasterio. Cuentan con el Router WIFI, pero no han logrado establecer el servicio para poder acceder a internet, esto les ha dificultado responder comunicados de Roma y enviar censos.

La Madre Lucía de Cristo Rey, representa el espíritu de la Carmelita, siempre risueña y llena de paz, para ella cada día es nuevo, cada día representa una nueva oportunidad de dar gracias a Dios por su existencia, y, por haber sido elegida para ser Carmelita Descalza, una flor de aquel jardín escondido.

(Mariangel V. Suárez M./ Estudiante de comunicación social dela Ula Táchira)

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