“…es como la vida, porque hay que pensar bien las cosas antes de hacerlas. Son dos guerras y el que sepa jugar mejor, es el que gana”
Norma Pérez M.
A sus escasos doce años de edad, cuando llega a Rubio, su pueblo natal, después de una incursión dentro o fuera del país, lo reciben con pancartas, música y caravana. Fue el invitado especial para cortar la cinta inaugural, del Centro de Rehabilitación que bautizaron con su nombre.
—Su comunidad se siente orgullosa de él, de su participación y triunfos- dice Mary— la mamá de este singular jovencito, que sorprende por su habilidad y destreza.
Se trata de Santiago Enmanuel Ortega Amaya, Campeón Nacional de Ajedrez en tres oportunidades. En las competencias, ya se mide con adultos, y sale vencedor.
Su casa, ubicada en el populoso barrio La Guaira, del municipio Junín, hasta donde se llega, después de escalar calles bastante empinadas, sirve de vitrina para los reconocimientos. En las paredes, decenas de medallas y placas; sobre varias mesas, los tableros con las piezas que le obsequiaron en los torneos; en una rinconera, trofeos y un pequeño rosario. Testimonio de los triunfos acumulados en tres años. Sin olvidar nunca la fe.
— En cada partida llevo un rosario, y antes de iniciar, me pongo a rezar, hago la señal de la cruz y voy confiado al torneo— relata con la candidez intacta de su alma de niño, que apenas comienza a vivir.
Junto a él, su entrenador, Pedro Rodríguez. Experimentado instructor, con más de cuarenta años de actividad en el deporte ciencia. En su haber, el título de Campeón Nacional en los años 90. Después se dedicó a la docencia. Durante la pandemia retomó el ajedrez con un único pupilo: Santiago Ortega.
Una historia para contar
En septiembre, Santiago Enmanuel cursará el primer año de bachillerato, después de culminar la primaria como el mejor alumno de su salón. Su mamá lo describe como un niño tranquilo, ordenado y organizado. Concentrado durante el entrenamiento. Tiene un hermano menor y muchos amigos con los que juega fútbol.
Su interés por el ajedrez despertó cuando veía a su padrastro, Leiverson Ramírez, jugar con sus amigos. En esa época, tenía seis años de edad.
“Me llamó la atención, me gustó y comencé a jugar. Él me dio el entrenamiento básico y después continué con el profesor Pedro Rodríguez Camargo, con quien profundicé en las técnicas.
Su actual tutor en el ajedrez no oculta la admiración que siente por su discípulo, y le pronostica un futuro prometedor.
“Cuando empezamos a entrenar, él ya sabía el movimiento de las piezas. Analizando el juego de Santiago, su memoria y todas las habilidades para aprender, no había conocido ningún niño con esas condiciones. Tiene un nivel superior y destreza envidiable”.
El maestro considera que para ser un buen jugador se requiere concentración, organización, dedicarle tiempo, ya que es una disciplina exigente y de investigación.
“Es la mejor manera de aprender. Como decía el famoso campeón mundial, José Raúl Capablanca, en el ajedrez se aprende más de las derrotas que de los triunfos. Santiago estaba como escondido; cuando tuvo un nivel adecuado, empezó a asistir a las competencias y no ha perdido ninguna”.
Desde que incursionó en torneos, ha obtenido el triunfo en tres campeonatos nacionales consecutivos, en los estados Miranda, Monagas y Lara El más reciente, en Barquisimeto.
Tenía el aval de la Federación Venezolana de Ajedrez, para representar a Venezuela en los Juegos Panamericanos, que se realizan a partir del 22 de agosto de este año en Chicago, Estados Unidos, pero por falta de recursos económicos no pudo asistir.
Su mamá refiere que la FVA cubrió sus gastos cuando viajó a Uruguay. Pero para desplazarse en el territorio nacional no hay ningún respaldo y para los padres es complejo asumir estos desembolsos.
“Hacemos lo posible, todos en la familia contribuimos, su papá biológico también lo apoya, pero en el último viaje, que fue a Barquisimeto, fueron alrededor de 400 dólares, con algunas limitaciones para economizar”.
La necesidad de patrocinantes, para continuar con la cosecha de triunfos, es fundamental. Son numerosas las veces que ha perdido la oportunidad de acudir a torneos por falta de fondos.
Aun cuando está en la categoría sub 12, por su nivel avanzado, ha participado en la categoría sub 20, con excelentes resultados. Actualmente, se prepara para un torneo nacional juvenil, donde se enfrentará a jóvenes de 20 años de edad.
“En el Campeonato Internacional de Ajedrez, de la Feria de San Sebastián, le ganó a jugadores expertos. Allí se dio a conocer y empezó una actividad constante en juegos estadales y nacionales, incluyendo un sub 20 donde ganó todas las partidas y se coronó campeón. Siempre es el mejor en su categoría”, narra su entrenador, que le acompaña y orienta.
Como la vida
“El ajedrez es como la vida, porque hay que pensar bien las cosas antes de hacerlas. Son como dos guerras y el que sepa jugar mejor es el que gana”.
Así siente y percibe Santiago Ortega, el juego que practica desde muy pequeño y que lo lleva por el camino del éxito. No sin esfuerzo, no sin sacrificio, dedicación y empeño.
“Primero comienzo a investigar, busco partidas de grandes maestros, escribo lo más importante, lo estudio, hasta que llega el día del torneo. Cuando me levanto, reviso los partidos de los mejores jugadores del mundo. Por las tardes, practico con mi entrenador, cuatro horas diarias”.
Su tutor resalta los beneficios del juego ciencia: “agiliza la memoria, desarrolla la inteligencia, y es muy importante para el ser el humano, porque nos enseña que en el juego se pueden corregir los errores, pero en la vida no. Nos lleva a la planificación, al cambio, al desarrollo humano”.
Cada pieza tiene su valor, hay que planificar las jugadas, aplicar estrategias, tácticas y técnicas. Un aprendizaje complejo más el talento innato del joven protagonista dan los mejores resultados.
En su mente proyecta su futuro, el que aspira sea prometedor, pero al lado de sus seres queridos.
“Me siento orgulloso de poder llevar el triunfo a mi municipio y a mi estado. Las personas se acercan a felicitarme cuando gano, me brindan su afecto y eso es muy grato. Quiero ser un gran maestro internacional, también estudiar ingeniería informática. Un campeón mundial de ajedrez. Pero lo más importante, estar siempre con mi familia”.
Ese niño delgado, de pocas palabras, que junto a sus amigos o con el uniforme escolar pasa desapercibido, encierra el temple y el espíritu de un ganador. Santiago Enmanuel Ortega. El campeón del barrio La Guaira. Siempre y por siempre en el juego de la vida.