Regional

En Memoria de Francisco Padilla Gilly

2 de julio de 2023

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Una frase popular dice con amargura: los pueblos lloran a sus hijos muertos. Los pueblos que saben reconocer el valor de sus grandes hijos los lloran cuando estos dejan de transitar por este plano terrenal y buscan el camino que los conduce a reencontrarse con el Creador. Rubio, mi pueblo natal, llora hoy a uno de sus grandes hijos, lo llora con amargura, pero también con la alegría de haber tenido la dicha de contar con su grandeza durante su permanencia en la tierra.

Ayer recibimos una noticia por demás triste que nos acongoja y nos hace reflexionar en lo efímero que es nuestra permanencia en la tierra. Ayer corrió la noticia del fallecimiento de mi amigo y compadre Francisco Padilla Gilly, un hombre a quien el pueblo llora porque ya no contará más con su incansable trabajo por un mundo mejor.

Sí, Francisco luchó siempre por ayudar a este mundo a ser un mejor lugar para vivir. Como médico o como ciudadano común luchó por su comunidad, por los conocidos y los desconocidos, por el barrio y la ciudad. Esa fue su gran misión en la vida la cual supo cumplir a cabalidad: por esa razón en Rubio hay tristeza, porque ya no contará físicamente con ese hombre que abandonó la idea de acumular riquezas para dedicarse a dar, a servir, a ayudar en la medida de las necesidades de quien requería de él y no de sus propias limitaciones o ambiciones.

La fortuna de Francisco no fue el dinero; la fortuna que Francisco logró acumular fue poder recibir de la gente el cariño, el reconocimiento y las gracias. Fue un hombre humilde, receptivo, entregado al servicio sin tasar el valor de lo que hacía. Su gran fortuna fue andar por las calles de ese pueblo que lo vio crecer y formarse como hombre y ciudadano ejemplar recogiendo en cada esquina el saludo afectuoso, el agradecimiento sincero y el pedimento de alguna que otra solicitud para salvar una vida, para encontrar una silla de ruedas o para escuchar su opinión sobre cualquier evento personal o comunitario que la gente sencilla de Rubio podía hacerle llegar.

Se ha marchado Francisco por el camino que lo lleva al encuentro con quien lo envió a este plano terrenal a ejercer desde muchos frentes un trabajo que hoy, junto a su familia, son su mejor legado. Mateo dice en alguno de los pasajes de su evangelio que Jesús manifestó en el Sermón de la Montaña: Por sus frutos los reconoceréis. Hoy, son los frutos de su acción ciudadana, democrática, deportiva o médica lo que nos deja Francisco: por eso será reconocido y recordado.

Fueron su consultorio, el Hospital Padre Justo, la clínica Rubio, el Club Sucre, el Club de Leones y muchos otros frentes su atalaya desde donde ejerció con un gran corazón, humilde y bondadoso, su ministerio ciudadano. Personalmente, junto a mis hermanos y mis hijos, tuvimos en Francisco a alguien más que un amigo, tuvimos a un hermano que nunca dudó ni demoró en acudir a cualquier llamado de auxilio de nuestra parte. Mamá, tendrá la dicha de contar con su querido Francisco en el cielo; ¡cuánto lo quiso Marinés!  Así la llamó siempre: Marinés.

Qué gran vacío deja Francisco en la comunidad, pero mucho más en el seno de la familia Padilla Gilly. Una familia muy numerosa, unida, a la que profeso un gran cariño desde que, junto con Francisco, Álvaro, Carmen Rita (Cari) y Alberto José, iniciamos el tránsito como estudiantes universitarios ocupando el mismo apartamento en Mérida. Para todos ellos, hermanos, primos y sobrinos un abrazo solidario y fraterno en estos duros momentos.

A mi comadre Carmen Elena, esa mujer cuya fortaleza siempre apuntaló y respaldó los haceres de mi compadre Francisco, a Francisco Javier, Carlos, Ligia y Pedro, así como a sus nietos, les digo: el dolor y la tristeza es natural sentirlos en situaciones como la que están viviendo; sin embargo, siéntanse orgullosos de su esposo, padre y abuelo y en donde quiera que estén recuerden honrar con su hacer la memoria de ese gran hombre que fue Francisco.

Hoy quiero, en unión de mis hijos, especialmente de Marisabel, su ahijada, extender los brazos desde esta lejana tierra en la que me encuentro para darles un fuerte abrazo, afectuoso, querendón y sincero.

Descanse en Paz el Alma de mi compadre Francisco.

Óscar Alí Medina Hernández. La Serena, Chile, 01 de julio de 2023.

 

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