Todo listo. Las sillas distanciadas, una mesa para el banquete, los invitados, jurados y familiares entrando al auditorio. Dos cámaras puestas cerca del piano de cola, ya registraban el escenario que sin empezar su ejecución, palpitaba una celebración y satisfacción silenciosa. La alumna y profesora Elisabella Chacón de 27 años de edad, presentaba de memoria un complejo repertorio para la culminación de sus estudios de nivel superior de la Cátedra de Piano, examen artístico realizado en la Escuela de Música Miguel Ángel Espinel.
Antes del inicio musical, las palabras preliminares estuvieron a cargo de Alberto Prieto, director de la Escuela de Música que saludó a las autoridades presentes encabezada por Ilia Sierra, directora de la Dirección de Cultura así como también a los notables jurados: Luis Hernández Contreras, Alfredo Rico, Carlos Cuenca, Javier Reyes, y el tutor de la pianista, Jean Carlos Ochoa. Ellos reconocidos y queridos por alumnos, por la gente, por su aporte y simpatía, profesionalismo y vínculo con las artes y la historia de la región.
Luis Hernández Contreras, cronista de la ciudad, pianista y amigo de la cultura, hizo un resumen de las razones históricas y circunstanciales de la celebración de este día 11 de septiembre. Los capítulos que ha tenido el piano en el Táchira, la Escuela Integral para las Artes Judith Jaimes. La figura de Liliana Fleites, Maritza Sánchez, maestras y forjadoras de maestros en generaciones, jóvenes pianistas que se han proyectado en Venezuela y el mundo.
Ya culminando, felicitó a la Escuela de Música, a Elisabella y sus familiares por este gran logro. “A pesar de las limitaciones, esto no se detiene”, con propia seguridad culminaba sus palabras el profesor para sentarse y escuchar a la joven tachirense. Ahí mismo, entre aplausos entró Elisabella Chacón para dar inicio al recital.
Tenía un vestido apto para la ocasión. Ya ubicada junto al piano, una tímida lluvia dice presente en la actividad cultural. Los asistentes, algunos de ellos bien abrigados, comienzan a escuchar el repertorio, que en sus primeros movimientos la pianista refleja la armonía que sincronizaba con sus manos y expresiones faciales. Suaves melodías que pronto se iban trasformando más agresivas, exigentes, e hipnóticas en el auditorio.
Paso un breve tiempo y la lluvia sin más desapareció. La música continuaba y la disciplina repercutía en sus interpretaciones, ecos de trabajo combinado con el amor a la música, dedicación iniciada desde los seis años de edad, más de veinte años continuos, siglos de óperas, historia tras historia, miles de instantes melódicos, resumidos en una mañana.
Todo listo. La admiración de su tutor, moviéndose y escuchándola con los ojos cerrados. Repitiendo y reconociendo la partitura, las clases, las melodías que se movían en su cerebro. Todo listo, la mirada perpleja de los asistentes con sus mascarillas, evitando ruidos. Todo listo, las palabras del director, orgulloso por este triunfo musical, “añorando que esto sirva de estímulo para los demás alumnos y jóvenes”. Todo listo, la soltura de Elisabella y su concentración, la agitación y entrega, sus pausas. Descansos con palabras, susurrando el nerviosismo, oxigenando las piezas musicales. Todo listo, la destreza y firmeza con la interpretación de autores como Rahcmaninov y Teresa Carreño. Todo listo, la felicitación, el abrazo colectivo, la emoción ya reafirmada desde el principio. El encuentro a pesar de la existencia de un virus que atenta sin discriminación.
Entre las impresiones finales por parte de Elisabella Chacón en esta mañana está “la importancia que tiene la Escuela de Música Miguel Ángel Espinel en el país” como formadores de ciudadanos y músicos, el agradecimiento a las personas que estuvieron con ella, y el orgullo de sentirse perteneciente al “movimiento musical venezolano, muchas personas con vena musical”. Por último dedicó este examen artístico a sus alumnos, son parte de su influencia y formación de carácter.
Por parte del profesor Luis Hernández Contreras, hizo un llamado a la “política cultural” del estado, buscar canales y herramientas para que esta talentosa artista pueda ser escuchada y apreciada no solo en la ciudad de San Cristóbal sino en los distintos municipios del Táchira “donde haya pianos acústicos como en La Grita, Colón, y Rubio”. Manifestó.
Comieron y tomaron refresco. Siguieron hablando y compartiendo. Al bajar por las escaleras laberínticas de la escuela, distribuyendo las despedidas por los pasillos, todos se van y sorprendidos ven luces radiantes, algunas personas se desabotonan los abrigos, dando clara señal que un cielo recién se despeja, siendo resplandecido por el sol. Se fue el frío con la lluvia, terminó la música, llegó la luz. Todo listo. (Porfirio Parada)