Regional

Hace 7 años fueron esparcidas en el Polideportivo las cenizas del locutor Alfonso “El Diablito” Núñez

2 de marzo de 2020

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Alfonso Núñez, narrador y comentarista deportivo, fanático del futbol y del Deportivo Táchira, pidió en su lecho de muerte, como último deseo, ser cremado y que sus cenizas fueran esparcidas en el “Templo Sagrado” del fútbol venezolano, petición que una tarde fue cumplida por sus hijos, en ceremonia privada

Tan solo un grupo de amigos de la radio supo de esta historia, por haber ayudado a la familia a convertir en realidad el postrero deseo de Núñez, que fue aceptado respetuosamente por los directivos del equipo aurinegro

Alfonso Enrique Núñez Méndez, mejor conocido como el profesor Núñez o “El Diablito” Núñez, a causa de su carácter alegre y jovial, que le permitía cometer travesuras que eran celebradas con risa y alegrías, fue un icono en la radio tachirense, a la cual aportó mucho. Locutor de larga y dilatada trayectoria, educador y abogado, dedicó su vida a la radiodifusión y al momento de su muerte, en el año 2013, solicitó a sus familiares, como última voluntad, que sus cenizas fueran esparcidas en el Polideportivo de Pueblo Nuevo, casa de su amado Deportivo Táchira.

El profesor Núñez es también recordado por haber formado una verdadera legión de locutores, tanto en el Táchira como en el resto del país. Transmitía sus experiencias y conocimientos a sus alumnos, preparándolos a cabalidad para que salieran airosos en los difíciles y exigentes exámenes que para la época realizaba la tan conocida y temida comisión evaluadora del Ministerio de Comunicaciones, que recorría el país con más ánimo de “raspar” que de ayudar a los aspirantes a convertirse en locutores comerciales.

Caraqueño de nacimiento y tachirense de corazón, llegó para quedarse y echar raíces en la región. Egresado del Instituto Pedagógico de Caracas, tenía previsto desempeñarse como profesor de Educación Física, pero su incorporación a la radio tachirense lo alejó de las aulas y le llevó a transitar definitivamente por el sendero de la radiodifusión, donde se destacó e hizo un nombre.

Enamorado

del Deportivo Táchira

Alfonso Núñez se dedicó a la transmisión del quehacer deportivo, unas veces como locutor en comerciales y en otras como narrador o comentarista. Fue pionero en eso de los productores independientes, puesto que contrataba los espacios de radio y conformaba equipos profesionales para seguir a todos lados a su equipo del alma, como le decía al Deportivo Táchira.

También pregonaba su encanto por ir al Polideportivo de Pueblo Nuevo, porque era un lugar donde se sentía como en su propia casa.

Como todo fanático, celebraba los triunfos del equipo y rabiaba ante la derrota. Entonces, con aire severo solía analizar las causas y terminaba por justificarla. “Eso es el futbol” -decía ante las posibilidades de clasificar-. “Debemos seguir, porque la campaña es larga y aún tenemos oportunidad”.

Esparcen sus cenizas

en el Polideportivo

Un ACV complicó la existencia del “Diablito” Núñez”, que no obstante se mantuvo en acción por algunos meses, pero poco a poco se fue retirando de la radio a fin de marcar distancia con las emociones y los sobresaltos que les deparaban los partidos de futbol, que se tomaba tan a pecho. Eso perjudicaba su ya precaria salud y, por esa razón, dedicó más tiempo al ejercicio del Derecho, pero jamás dejó de lado su amor y pasión por el Deportivo Táchira.

Pocas personas saben que las cenizas de Alfonso Núñez fueron esparcidas en el Polideportivo de Pueblo Nuevo.

Cuando presintió que su fin estaba próximo, convocó a su familia para exponer su última voluntad. Hacía referencia sobre la muerte y decía que la gente no iba a los cementerios, que su voluntad postrera era ser cremado y sus cenizas fuera esparcidas en el “Templo Sagrado” del futbol, porque fue allí donde trascurrieron los mejores momentos en su vida profesional.

Liliana Núñez Urrea, locutora y abogada, como su padre, recuerda con sentimiento ese momento: “Cuando murió mi padre -dice-, conversamos con la gente de radio y del Deportivo Táchira, que nos ayudaron para dar cumplimiento a esa última voluntad. Ese día nos abrieron el estadio solo para eso. Como a las cuatro o cinco de la tarde, fuimos y esparcimos las cenizas, mis hermanos y yo. Aleida Desiré, Alfonso Enrique Jr., Johan Cuervo, Wílmer Enrique y Nancy Karelys, junto a familiares muy cercanos. Fue una ceremonia privada, un momento muy doloroso” -recuerda-.

“Cuando voy al

Polideportivo lo visito”

Liliana es también aficionada al balompié y fanática, como su padre, del Deportivo Táchira. Lamentablemente, por razones de trabajo, no puede asistir a los encuentros deportivos con la frecuencia que desea, pero cuando la oportunidad llega, no la desaprovecha.

“Es que el fútbol enamora, se siente y se sufre porque se lleva en el alma”, argumentaba ante sus amigos el profesor Núñez, para justificar su fanatismo. Ese amor y esa admiración por el Deportivo Táchira los transmitió también a sus hijos.

Explica la hija del reconocido hombre de la radio que desde muy pequeña le enseñaron a querer el estadio y lo considera como un sitio muy especial, donde se siente muy bien y se está a gusto. 

—Ahora más, tras la muerte de mi padre, y como ahí se esparcieron sus cenizas, considero que me encuentro en el mejor lugar del mundo y que de alguna manera lo visito -confiesa-.

“No olvidaremos jamás ese momento, tanto yo como mis hermanos; sentimos que la presencia de nuestro padre está en el engramado, en las tribunas y en las cabinas de trasmisión, desde donde tantas veces narró o comentó un partido de fútbol. Esto también se lo enseño a mi pequeño hijo Paul”, dijo finalmente.

Es la historia del profesor Alfonso Núñez, su deseo final y la decisión de sus familiares por cumplirlo, además de la solidaridad de sus compañeros de radio, que ayudaron espontáneamente, y la colaboración inmediata y desinteresada de los directivos del equipo.

Allí, en la tradicional e inmensa soledad del campo deportivo, o en medio del tumulto y de las concentraciones propias de los grandes encuentros, estará la presencia y el recuerdo de este locutor y narrador deportivo que tanto amó a esta tierra y a su “equipo del alma”.

También es una historia urbana, de la ciudad y su acontecer deportivo. Un detalle del que hasta ahora, seguramente, se enteran miles de personas, la mayoría aficionadas al futbol o simplemente fanáticas del Deportivo Táchira. Hasta ahora se divulga un episodio de dolor y tristeza, ocurrido hace siete años, cuando una familia tachirense se hizo presente en el “Templo Sagrado” del fútbol con una pequeña urna funeraria en sus manos que contenía las cenizas de Alfonso Núñez Méndez.

Ese día sus cenizas volaron con el viento, se esparcieron por todos lados, dejando perdurable el recuerdo de un hombre, de un gran profesional, un padre de familia, un personaje de la radio y, sobre todo, de un gran aficionado al fútbol, cuya presencia permanecerá en ese lugar, tal vez para siempre.

Armando Hernández

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