Freddy Omar Duran
Más que la colocación de piezas para abarcar un espacio expositivo, Inframundo, de Oscuraldo, trasformó la galería Ulacio Sandoval del Ateneo del Táchira en una experiencia para el espectador más inmersiva, en el cual sea mayor el impacto del mensaje en el recorrido de aquel mundo ensalmado por el arte.
El pasado viernes fue la inauguración de esta instalación, que contó con la presencia del artista tachirense y un gran público atento a lo que el creador, cuyo nombre profano, Oswaldo Barreto, tenía por proponerles, y que recibieron la bienvenida por parte de la presidenta de la Sociedad de Lectura Ateneo del Táchira, Margarita Sánchez de González.
Cabe aclarar que “Inframundo” no es el lugar bíblico de los suplicios punitivos; más bien nos indica un punto de partida del ascenso, un destino obligado para quien desee emprender el viaje del héroe.
Se trata pues, valga la insistencia, de una instalación dónde nada está aislado, interconectado espacialmente con el leit motiv, la tierra y la piedra en esa tonalidad tan característica de los lechos del río Torbes, los volúmenes con funciones simbólicas -la Trinidad de las trinidades sobre el balance cuadrático- y hasta una cadena poética que sujeta el conjunto y nos da acceso a sus significaciones.
Cada instalación se adapta a un emplazamiento y época determinada; por lo que Inframundo resulta irreproducible, irrepetible en el futuro y en otros ámbitos. Hasta los techos de la galería Ulacio Sandoval se lanzan los vectores de estas fuerzas alquímicas activadas en el espacio. El diálogo entre la materia y la forma discurre dentro de una extraña combinación de levedad con gravidez.
“La instalación amerita un esfuerzo técnico distinto al de montar una exposición de puros cuadros, donde pones clavos en la pared para sujetarlos. Para una instalación incluso tienes que amarrarte del techo para llevar la idea como la tienes en la cabeza”.
Recordó que para que este tipo de eventos sean posibles, no solo se cuenta con la diligencia del creador, también se requieren los colaboradores para el montaje, el escritor del texto del folleto, y hasta los ponen sus buenos oficios al evento del día inaugural.
“A mí no me interesa que esto sea una exposición más para mi currículum, sino que sea consagrada al arte tachirense. El Inframundo es el punto de encuentro con nuestra sombra, y pienso que es necesario llegar ahí, pues se pueden conseguir cosas que nos permiten salir adelante”.
Al poeta Ernesto Román, coordinador general del Ateneo del Táchira, le correspondió profundizar en las resonancias mitológicas que bien se avienen a múltiples lecturas de la propuesta de Oscuraldo.
“El concepto de Inframundo nos remite a lo telúrico, nos tira a la tierra, hacia abajo, al lado oscuro de la psique y eso es un aspecto al que tenemos que regresar, tarde que temprano, y lo vamos a hacer queramos o no. Nosotros hacemos esa invitación a embarcarnos en esa travesía”.