De entrada hay que decir que el salario mínimo integral -el extraoficial-, de un millón doscientos mil bolívares, apenas alcanzaría para un par de medias para caballero.
Y no es que, después de los respectivos descuentos por los gastos básicos, no quede algo para un par de medias, sino que tal cantidad exacta no alcanza ni para un paquete de tres de la mencionada prenda, en su modalidad tobillera, la más económica, por encima de los 3 millones de bolívares.
Podría decirse que ya nadie gana tan ínfima cantidad –aunque un jubilado desmentiría esta versión-, que ya ni el Ejecutivo nacional se toma la molestia de anunciar con bombos y platillos, mas si nos atenemos a los escalafones de los empleados públicos y universitarios, la situación no resulta alentadora, pues con años de experiencia y doctorado incluido, un profesional de mayor ingreso, que no alcanza los 4 millones de bolívares, apenas si puede aspirar a una pieza de ropa interior.
Con pesos o remesas, usted escoge…
Con su uniforme de un organismo oficial, Lorena García se detiene ante un aparador y solicita tímidamente a la vendedora que le permita tomar en sus manos un par de zapatillas deportivas.
Luego de que la empleada le dice que las vea con tranquilidad y sin compromiso, la ensimismada clienta acerca la mercancía a sus ojos, mientras al tacto sopesa otros indicadores de calidad.
En su imaginación ya las lleva puestas; pero la ensoñación se esfuma al escuchar una cantidad en pesos, y se vuelve un telón en blanco cuando le traducen la cifra en varias decenas de millones de bolívares.
Las devuelve casi con un gesto de vergüenza por hacerle perder el tiempo a la joven, y hacérselo perder a ella misma, y se aparta rápidamente de esa tienda, casi como si ser pobre fuera un delito
—Más bien –resignada, suelta García a su hija que le acompaña-, me compro unas cholas a 10 mil pesos, que me combinen-, lo importante es estrenar, y nadie se va a fijar si uno anda de moda o no, mientras se vean nuevas.
Tal vez García, como dama coqueta, se conforme con no pasar en blanco el año, sin estrenar nada, colocándose algo nuevo, sea un vestido de alrededor de 30 mil pesos o una blusa de 15 mil pesos, en sus versiones más económicas. La cuestión es tener los pesos y, aunque los tenga, medirse en sus gastos, pues hay prioridades; por eso, antes de sacar la plata, se debe caminar y preguntar mucho.
Una gira de hipotéticas compras que puede extenderse a Barrio Obrero, Sambil, el centro, la casa de su vecino emprendedor o a las ofertas por las redes sociales, que para ella cumplen una función más allá de la económica, pues poder salir a la calle, un entretenimiento relativamente módico, la desestresa luego de un periodo de grandes limitaciones para la movilización por la pandemia. Un relajamiento parcial, pues, aunque una muchedumbre despreocupada no lo señale así, una amenaza invisible va ganando espacio en el Táchira; mientras las agonías del bolsillo golpeado por la misma pandemia y una recesión económica sin fin, bajan cualquier pretensión adquisitiva.
De todas maneras, la diferencia en tener o no tener la “pinta” para las fechas centrales de la Navidad –el 24 y el 31- está en el manejo de pesos y/o dólares para un trabajador normal, a menos que reciba alguna remesa o un ingreso extra en bolívares.
Calidad más precio
Ya con las divisas en las manos, las decisiones son de otro tipo, más buscando al rendimiento de la ganancia que el lujo personal
En un recorrido por el centro de la ciudad se pudo comprobar que, en cuanto el ramo de ropa masculina, la distancia entre precios se va por dos vertientes: la marca o la simple utilidad de vestir. Y eso será así, tratándose de una tienda, de un puesto ambulante o de un local mayorista: en cualquiera de ellos te puedes encontrar con un monto fuera de las posibilidades del cliente o la placentera oferta. Ya no valen los prejuicios al respecto de antaño.
Un presupuesto pensado en el mayor ahorro posible, para una muda completa consistente en pantalón, camisa, ropa interior, medias, zapatos, y hoy en día, como la nueva prenda de la actualidad, el tapabocas, ronda los 150 mil pesos o 40 dólares, algo más de 50 millones de bolívares.
No obstante, un solo artículo, para los que gustan de la distinción, puede superar esa cantidad: por ejemplo, unas botas de marca superan los 180 mil pesos. Igualmente, milagros por menos de esos 150 mil pesos podrían ocurrir, para lo cual se hace necesario un amplio recorrido, y uno escucha atento a los altavoces donde se vociferan las ofertas. Por supuesto, están los que prescindirán de uno que otro artículo, o apenas se resignen con uno solo, para un solo día.
En promedio, y en detalles, tendríamos que un par de zapatos económico para caballero estaría entre los 35 mil y los 50 mil pesos, y por ese mismo margen estarían los pantalones y las camisas, en tanto la ropa interior se situaría en el orden de los 10 mil pesos, al igual que las medias.
Comerciantes inconformes
—Esto esta malísimo y no sabemos por qué; la pandemia que nos ha pegado bastante, y las expectativas para recuperarnos en diciembre no se están cumpliendo; estaba mejor el año pasado, con todo y la gente se iba en masa para Cúcuta— opinó la administradora de una zapatería.
Otros, en términos menos fatídicos, hablan de ventas regulares, admitiendo que el flujo de visitantes ha sido importante, sin que esto redunde favorablemente en la caja registradora.
El fantasma de Cúcuta sigue pesando en el comercio local, y aunque se creía que el alto costo del pasaje hacia la frontera, los altos índices de covid-19 en la ciudad colombiana, y el riesgo de pasar las trochas, iban a frenar la alta migración de clientes, eso no fue así. Sin embargo, Isabel Zambrano es de otro concepto.
—Ha habido “gentecita” y preguntan mucho, pero no se animan. Definitivamente, el problema es que no hay plata. Yo tuve que hacer una inversión importante, porque uno no puede estar ofreciendo solo ropa del año pasado. Hago mi propia mercancía; pero la materia prima se puso muy cara. Mucho de lo que se está ofreciendo es de producción local, pero con materiales colombianos, pues este año fue difícil conseguir algo de otra parte del país, pues te cobran en dólares y el flete se alzó demasiado. Si este mes se hubiese recuperado un poco el comercio, eso hubiese ayudado a los fabricantes regionales— afirmó categórica Zambrano, quien este año se lanzó a la buhonería, al aceptar que no podía pagar un alquiler.
Freddy Omar Durán