Hacer el cobro en las entidades bancarias sugiere de un esfuerzo casi sobrehumano, para todas las personas, y más si ya se anda por la tercera edad. La protagonista de esta historia no solo debió madrugar y esperar por horas, sino que nunca retornó a su hogar
Por Lorena Bornacelly
María Irene de Carrillo, de 80 años madrugó al banco Bicentenario del centro de San Cristóbal, el pasado viernes 26 de octubre. La abuela residente del 23 de Enero, esperó pacientemente para tener su dinero e irse a su casa nuevamente, donde la esperaban sus familiares.
María Irene hizo el sacrificio de cada mes, para cobrar en efectivo 1.800 bolívares que es el monto actual de la pensión. Ella, como otros miles, esperó en las cercanías de la entidad bancaria desde las 3 de la mañana. Sin alimentos, bajo la lluvia o el sol, aguardó como ya lo hacía y a veces se iba a casa sin el dinero en efectivo completo, solo una parte.
A las 5 de la mañana las ganas de orinar eran incontrolables para María Irene por lo que decidió cruzar la calle hasta los negocios en el centro comercial llamado Las Cabañas, para tratar de conseguir un baño y regresar a la larga cola que hacía junto a otros abuelitos, sus amigos, sus compañeros de una madrugada de insomnio y de cuentos.
María Irene no regresó al banco de nuevo. Cuando cruzaba poco a poco la calle de retorno, un carro a toda velocidad la atropelló y dejó allí tirada. El conductor siguió avanzando y no se detuvo a percatarse que una mujer, una anciana, una pensionada, había muerto luego de arrollarla.
Familiares incrédulos
La familia aún no entiende lo que pasó. Se niegan a creer que lo que les quitaría a su “nona” sería otra persona y no algún problema por la edad.
El vehículo pasó tan rápido que no hubo quién tomara una foto o anotara la placa; an solo quienes estaban allí corrieron a ver lo sucedido con la abuela que quedó en el frío asalto a las 5 de la mañana del viernes, fecha que el reloj de los pensionados marca como el día que deben ir al banco a cobrar los 1.800 BS.
“Ese vehículo desalmado le arrebató la vida, nos la arrebató a todos nosotros y no sabe el dolor que nos dejó. Solo quisiera que ese hombre llegara a leer este mensaje para que sienta algún tipo de remordimiento. Sabemos que no se va a entregar ni confesar, pero esperamos que piense en el dolor que dejó en una familia” dijo Keyris Urbina, nieta de la señora.
María Irene no tuvo la alegría de cobrar la pensión del mes de noviembre –ya que se paga adelantada-. Ella que contaba los días para recibir su dinero quedó con sus cuentas en la vía pública, sin que haya nadie responsable de su muerte.
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