Regional

Nada que celebrar en mayo las madres de los desaparecidos

10 de mayo de 2025

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Freddy Omar Durán

Las madres de los desaparecidos solo volverán a celebrar su especial mes en mayo cuando pongan fin a su angustia, cuando algún día puedan conocer con firmeza la suerte de sus hijos, con los que misteriosamente perdieron comunicación ya hace muchos años, y nadie les ha podido dar razón de su paradero.

Este viernes, en la plaza Bolívar de San Cristóbal, el Comité Esperanza de Madre convocó a mujeres que vienen padeciendo un dolor que han decidido valientemente no invisibilizar más, llamado a la conciencia tanto a la sociedad como a los estados para abocar todos los esfuerzos posibles en pro de la verdad acerca de la dolorosa ausencia, y que también en representación de todas aquellas que en Venezuela padecen una situación similar.

Por supuesto, en este acto, que se realizó simultáneamente en las ciudades de San Cristóbal, Cúcuta y Caracas, no hubo las sonrisas, propias del agasajo a las madres; en su lugar, abundaron las lágrimas; y menos aún regalos, siendo los únicos que anhelan el abrazo y los besos de quienes hoy se encuentran en ausencia.

Los casos de venezolanos desaparecidos no están comprendidos solo en territorio nacional, pues la diáspora ha multiplicado la tragedia, algunos de los cuales se han extendido por más de una década.

Con grandes pancartas que incluían mensajes de auxilio, en la plaza Bolívar aparecieron los rostros de Emerson Azael Ramírez Torres, Dulce Fabiola Mora Pineda, Gerson Alexander Useche Tarazona, Franklin Jaimes Vera y Freddy Alexander Murillo.

Hasta los momentos el Comité Esperanza de Madre maneja una cifra de 74 jóvenes desaparecidos, a los que se suman casos de otras nacionalidades, para un total de 94, y de ellos se perdió rastro estando en Venezuela, Perú, Chile y Ecuador. Por medio de la organización mencionada se da apoyo moral y se asesora para gestionar las denuncias a través de las instancias gubernamentales tanto de Venezuela como de otros países, partiendo de la propia experiencia de sus integrantes activas, que también viven en la incertidumbre de desconocer la suerte de sus seres más queridos.

Una de las situaciones críticas expuestas durante la rueda de prensa ofrecida durante la protesta, la protagonizan Gerson Alexander Useche Tarazona, Emerson Ramírez y Víctor Uzcátegui, quienes se encontraban en El Nula, vendiendo el Bono Solidario para la Anican, y desde el primero de marzo de 2023 desaparecieron completamente del radar de su familia y seres queridos, así como el automóvil en que se movilizaban, sin la más mínima pista tranquilizadora.

–A mi hijo Emerson lo ando buscando mucho, mucho, me hace mucha falta… Se dirigió a la población de El Nula e iban hacia La Victoria, y por allá los agarraron y no los han soltado. No sé nada; no me han querido dar información. Hay tantas cosas que pasan por allá, hay tantos grupos, y uno no sabe por qué los detuvieron— afirmó entre lágrimas Erilia Flores Castillo.

En lo que respecta a Dulce Fabiola Mora Pineda, en agosto de 2016 partió desde Colon hasta San Cristóbal, atendiendo a una oferta de trabajo, como se lo hizo saber a su señora madre Ana Pineda, que movida por su desesperación acudió a varios organismos de seguridad, en uno de los cuales le diría alguien: “Ella ya es mayor de edad, seguro está con el novio. Usted está sufriendo y ella feliz”. Ha apelado a la Cruz Roja Internacional, la Defensoría del Pueblo, y muchos más que escapan a su recuerdo de tantos a los que ha recurrido, cada uno una estación de un calvario, que para ella no parece tener conclusión.

Leny Jaimes, por su parte, residente de El Piñal, lo último que supo de su hijo Frankil Jaimes, hace 7 años, era que iba a cruzar la trocha para irse a vivir a Pamplona, Norte de Santander, y ella le había prometido ponerse en contacto con un allegado de la Guardia Nacional. Todas sus vueltas tanto en Colombia como en Venezuela han resultado infructuosas. Aseguró que su hijo no tenía ningún tipo de vicios y ha sido muy trabajador, especialmente en labores agrícolas, y rogó que si alguien lo retiene, lo suelten de inmediato.

Gloria Elizabeth Murillo y su hijo Alexander Murillo compartieron la aventura común de buscar mejores oportunidades en el exterior; pero bifurcaron sus destinos cuando el, por falta de visa, no pudo acompañarla a Perú, donde la señora trabajaría unos cuantos meses.  Ella insistió en quedarse a su lado, pero el problema motivó que ella marchara primero, y le dijo: “Tranquila que apenas me entreguen la visa, yo me voy”. Demoró la señora Gloria 6 meses en Perú y se devolvió a Venezuela no sin antes tener un encuentro con su hijo en Aguaverdes, Ecuador. Después de eso, ya ella en Venezuela, hubo un angustiante silencio de tres años, que rompió una llamada de Alexander quien le aseguraría que ahora le iría mejor, pues había conseguido trabajo en una mina, cuyo lugar no determinó… De eso hace 5 años, cada día más triste que el otro.

–Yo le ruego al Gobierno nacional para que abran las embajadas en Ecuador, para que uno pueda irse y saber qué le pasó a él por allá. Me tocará que pedir para irme de viaje y encontrarlo como sea– confesó angustiada la señora Murillo.

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