José Alberto Mariño no es ningún superhéroe, pero el éxito de su trabajo radica en una actuación rápida. De la agilidad que le imprima a su accionar puede depender que se salve una o muchas vidas. Él es conductor de una ambulancia y paramédico.
Este sancristobalense, que creció en La Concordia, sintió desde niño la vocación por ayudar a sus semejantes y soñaba con ser bombero o manejar una ambulancia. A sus 38 años, puede decir que cumplió esa aspiración, pues forma parte de un valioso equipo que presta sus servicios en el área de salud.
A la fecha suma 15 años en el ambulatorio de Puente y Real y 5 en el IpasME-San Cristóbal, pues su tiempo lo comparte en ambos organismos. Cuando comenzó la pandemia pasó a ser parte del personal de apoyo de la autoridad única en Salud, Amelia Fressel, para trabajar con los primeros connacionales que llegaron al Táchira desde otras latitudes.
Junto a sus compañeros de labores, le correspondió organizar por grupos a quienes se alojaron en el Gimnasio de Fútbol Sala; con el personal médico aplicaron, en una primera etapa, 400 pruebas rápidas para detectar el covid-19. En una segunda etapa atendió 524 connacionales, y se encargó del traslado hacia los centros hospitalarios de quienes resultaron positivos. Fueron días de jornadas de 24 horas.
Para cumplir con estas funciones se protegía con un traje especial y todo el equipo de bioseguridad. Al concluir, iniciaba el proceso de desinfección del traje protector con hipoclorito, para después exponerlo al sol. Los bomberos se encargaban de desinfectar la ambulancia con rigurosidad.
A pesar de estas medidas, José Alberto Mariño manifiesta que siempre existe el temor al contagio, sobre todo por su familia, pues en su hogar cada día lo esperan su esposa y tres hijos.
Al llegar a su casa, cumple con todo el protocolo de bioseguridad y dice que durante la realización de este trabajo con los connacionales, siempre contó con el respaldo de sus vecinos, quienes le animaban. No así de otras personas que manifestaban su rechazo por pensar que les podía transmitir el virus y le decían que se alejara.
“Se siente muy mal cuando alguien nos rechaza y nos dice que lo vamos a contaminar. Afortunadamente, hay personas que piensan mejor acerca de nuestro trabajo y apoyan. Ellos son más; a los demás, quizás los impulsa el temor y no saben que lo que hacemos es un bien”, expresa quien no duda al momento de servir y ayudar.
Otro obstáculo que debió superar fue cuando, durante los traslados de los pacientes positivos a los CDI, los habitantes se negaban a dejar pasar la ambulancia. El caso más difícil fue en Sabaneta, donde había una protesta por escasez de gas y, además de impedirles el acceso al CDI, atacaron con piedras el vehículo, que debió ser desviado hacia otro centro asistencial.
Siempre presente
La actividad laboral de José Mariño inicia a las siete de la mañana y se extiende, si no hay eventualidades, hasta las siete de la noche. La ambulancia a su cargo tiene destinado un cuadrante, donde deben auxiliar a personas lesionadas en accidentes de tránsito o que sufran algún percance de salud.
En este servidor público se conjugan formación y experiencia, pues a lo largo de su trayectoria afianzó su interés por adquirir los conocimientos necesarios. De allí que, después de tener nociones de primeros auxilios, se dedicó a consolidar su aprendizaje a través de cursos y talleres especializados. En este transitar agradece el apoyo de su compañero de trabajo, Wílmer Porras, quien le orientó para que ampliara sus conocimientos.
Entre sus muchas funciones, le ha correspondido atender partos, trasladar enfermos a hospitales, cubrir el recorrido de los peregrinos hasta La Grita y el evento central en el santuario del Santo Cristo; acompañar a los ciclistas durante la Vuelta al Táchira y Vuelta a Venezuela; en una oportunidad tuvo que socorrer a más de 50 niños que sufrieron una intoxicación. Lo más duro para él es levantar los cuerpos de quienes pierden la vida en accidentes de tránsito.
Un aspecto que quiso resaltar es que el comercio de San Cristóbal brinda su ayuda para cubrir los requerimientos de la ambulancia. Es así que aportan cauchos usados y baterías, para que no deje de funcionar.
A pesar de las limitaciones y contratiempos, manifiesta el gusto por su trabajo y se siente contento de ayudar a sus semejantes. Continúa con el traslado de connacionales cuando lo requieren para cumplir con esta labor.
Como conductor de ambulancia y paramédico, está preparado para el traslado de emergencias rápidas. Se preparó con instructores del estado Aragua, por medio de un curso de manejo táctico-defensivo.
Resalta que existen leyes que se deben acatar y nunca ser imprudente frente al volante. De acuerdo con la patología del paciente, se aplica la normativa para movilizarlo
Es José Alberto Mariño. No el superhéroe, pero sí el ser humano que decidió poner su vida y su tiempo al servicio de quienes sufren. Vocación y amor por sus semejantes.
Norma Pérez