Regional
Obispo Moronta: “No podemos prescindir de Cristo si queremos salir de la crisis”
7 de agosto de 2018
En la festividad del Santo Cristo pidió a autoridades y militares que respeten a los ferieros: “No puede ser que en cada alcabala tengan que bajarse de la mula”
También pidió que no bajen a la gente humilde de los autobuses para quitarles las pocas pertenencias que llevan
Daniel Pabón
(La Grita).- Venezuela como intención general en la 408° fiesta patronal del Santo Cristo. “No podemos prescindir de Cristo si queremos salir de la crisis que golpea al país entero”, exhortó el obispo de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta, durante la misa central del 6 de agosto.
El prelado enumeró en su homilía algunos enemigos de la cruz de Cristo, entre quienes se cuentan los que imponen “cargas inmensamente pesadas” sobre los hombros de la gente, los que provocan el hambre de muchos hermanos o quienes se consideran dueños de la vida al promover y defender el aborto y la eutanasia. Sin embargo, contrapuso Moronta, esa cruz de Cristo sigue siendo victoria para todos.
Acompañado de una treintena de sacerdotes, el obispo ofició la eucaristía pontifical frente a un Santuario Diocesano lleno en todas sus áreas. La gente respondió fuerte las plegarias, cantó junto al coro las piezas venezolanas al ritmo de arpa, cuatro y maracas y aplaudió cuando monseñor describió realidades que vive el pueblo.
“Al contemplar al Santo Cristo, descubrimos en su cruz los rostros de tantos jóvenes y familias completas que han debido emigrar a otros países, los de la inmensa cantidad de venezolanos que están pasando hambre de verdad, así como de los numerosos ciudadanos que han visto deteriorar su salud por la falta de adecuada atención y medicamentos”, dijo el obispo.
Pero, junto a esos rostros llenos de dolor, también aparecen los de quienes, venciendo dificultades, dan lo mejor de sí a favor de los hermanos, animó Moronta. Son quienes muestran que, “en medio de la turbulencia del momento, el Señor está allí con nosotros”.
Ceballos, un peregrino más
La misa empezó puntual, a las 10 de la mañana. 40 minutos antes, la imagen cuatricentenaria había sido sacada en hombros en su camarín de madera para presidir el altar mayor. El patrono estrenó un perizoma blanco “que simboliza la paz, justicia, pureza y la verdad que hoy día requiere nuestra patria”, publicó su artífice, Heriberto Pernía, en redes sociales.
Acompañó a Moronta el arzobispo emérito de Mérida, Luis Alfonso Márquez. En primera fila, la gobernadora Laidy Gómez y la mayoría del tren directivo del ejecutivo regional. El alcalde de San Cristóbal, Gustavo Delgado, volvió a La Grita como es su tradición.
Más atrás de las autoridades, sentados como cualquier otro peregrino, la gente advertía los rostros conocidos del exalcalde Daniel Ceballos, el exconcejal José Vicente García, el diputado Renzo Prieto y el también dirigente político Gilber Caro, quienes tienen prohibido ofrecer declaraciones a los medios de comunicación.
La seguridad del recinto estuvo a cargo de un despliegue conjunto de la Guardia, la Policía Nacional, la Policía del Táchira y la Milicia.
Respeto a los ferieros
Antes de la bendición final, monseñor Moronta anunció que propondrá a la Conferencia Episcopal una peregrinación nacional de sacerdotes al Santuario Diocesano de La Grita el próximo agosto.
El obispo aprovechó para destacar que los ferieros de la montaña llevan hacia las grandes ciudades 40% de lo que se consume en Venezuela. Hizo un llamado a autoridades y militares a que los respeten. “No puede ser que en cada alcabala los ferieros tengan que bajarse de la mula”, dijo, a lo que el auditorio respondió con aplausos de pie.
Moronta también les pidió “que no bajen a la gente humilde de los autobuses para quitarles las pocas pertenencias que llevan”. Consideró que cada matraqueo es una falta de respeto a los tachirenses y venezolanos. El aplauso de la gente se intensificó.
Precisamente los ferieros, a quien el obispo considera unos de los grandes comunicadores de la fe en el Santo Cristo, porque llevan su nombre rotulado en todos sus camiones, se han comprometido a que la réplica viajera del patrono del Táchira y protector de Venezuela vaya a todos los rincones del país.
La plegaria del obispo: “¿Hasta cuándo, Señor?”
Lo usual es que el obispo Mario Moronta pronuncie su tradicional homilía anual del Santo Cristo, un documento que siempre escribe en computadora y con anterioridad. Esta vez, el pastor diocesano también redactó de su puño y letra y en tinta de lapicero azul una “plegaria al Santo Cristo”, que resultó emotiva hasta las lágrimas a muchos feligreses dentro del Santuario porque, como advirtió, había sido escrita con el corazón.
Era una conversación íntima, dirigida al Santo Cristo. Moronta le dijo al principio que Él es el centro fundamental de la vida del Táchira y lo más importante de la nación.
Al ver su hermosa talla, la que esculpió Francisco y remataron ángeles en el año 1610, hizo suya la palabra del Gólgota “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado”. Relacionó que, también en Venezuela, “experimentamos una situación de indefensión y abandono”.
“Queremos hacerte llegar nuestro clamor: el pueblo ha sido despojado de las vestiduras de su dignidad”, expresó, al también referirse a los dirigentes políticos “de todas las toldas” que solo piensan en sus propios intereses.
Le habló al Cristo del hambre y de la desnutrición. Le habló de quienes se van del país y, “lo más triste, ver cómo caminan por carreteras de Brasil, Colombia y Ecuador”. Al decirle que el pueblo siente el dolor de nuevos clavos que atraviesan sus vidas, le enumeró, entre otros, el bachaqueo, la especulación, el contrabando y tantos niños abortados.
“Hoy esa pregunta se convierte en un ¿hasta cuándo, Señor?”, englobó, al pedir al Rostro Sereno que ilumine a quienes tienen el poder político y económico para que cambien de actitud y al pedirle también que nos conceda a todos “la inteligencia de la fe”.
“En ti confiamos, cuenta tú con nosotros”, finalizó la plegaria. La gente aplaudió, y recibió la bendición final. A las 2:00 de la tarde partió del Santuario Diocesano la procesión de seis kilómetros que, entre homenajes y altares, llevó al patrono hasta su basílica, en el centro de La Grita.
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Gobernadora Gómez: “Este es un acto de unidad nacional”
Como un acto de unidad nacional calificó la gobernadora Laidy Gómez esta fiesta patronal del Santo Cristo, la primera desde que ejerce el cargo.
La mandataria resaltó que pudieron vincular alianzas con todos los sectores para hacerla especial, pero también articular a todos los organismos de seguridad, algo que, repitió, no se hacía desde hace cinco años. “Los peregrinos incluso lo destacaron”, agregó.
Aplaudió el impacto nacional que general el hecho de que el canal de noticias Globovisión se haya interesado en la cobertura. De hecho en primera fila, a unos pocos asientos de ella, se sentó para la misa el periodista Vladimir Villegas, que luego la entrevistó.
El hecho también de recibir a peregrinos de toda Venezuela le hace pensar a la gobernadora que el Santo Cristo ya no solo es patrono del Táchira, sino que su bondad ha traspasado las fronteras.
“Le mostramos a Venezuela la bondad del Santo Cristo”, proclamó Gómez, al agradecer a los productores agropecuarios de la montaña que permitieron alimentar a más de 6 mil peregrinos de manera diaria.
La gobernadora, quien exhibió su embarazo en medio de buenos deseos de los gritenses que la saludaban, sostuvo que esta fiesta patronal demuestra que el Táchira no es solo conflictos, ni problemas de gasolina, ni escasez. “También es solidaridad y cordialidad”, dijo antes de la misa, en un Santuario que calificó como un recinto donde todos conviven “sin diferencias”.
La de Gustavo Delgado es una cara frecuente en las fiestas patronales del Santo Cristo. Este lunes acudió por primera vez como alcalde de San Cristóbal, por tres motivos, que enumeró: un familiar suyo padece de cáncer y se acercó al patrono a implorarle un milagro; que “libere a Venezuela”, que hoy tanto necesita de Dios; y que el Rostro Sereno bendiga a tantos venezolanos que han emigrado, entre ellos, sus tres hijos.