Dando vueltas, pensando qué hacer, a quién acudir, así se encontraba el pasado martes, 5 de abril, el señor Rubén Rojas. Sus últimas esperanzas descansan sobre la ayuda que le pudiera prometer el director del Hospital Central, Alexánder Krinitzky, ante su urgente necesidad de ser intervenido quirúrgicamente.
Contó que desde el mes de diciembre está esperando que lo operen de hidrocele –líquido en los testículos-, pero aún no hay respuesta.
“Soy paciente oncológico, y creo que deben tener más consideración. Ya tengo todos los exámenes preoperatorios, así como los de hematología, completos, ecosonograma, entre otros, y solo me tienen de allá para acá; mientras pierdo dinero y sigo angustiado porque tengo dolor y entiendo que mi enfermedad avanza”, dijo Rojas.
Recordó que fue diagnosticado con un linfoma no Hodgkin axilar en el año 2013, duró tres meses sin poder caminar y siete meses orinando a través de una sonda. “Gracias a Dios, me recuperé”.
Tiene 44 años. Trabaja en la alcaldía de San Cristóbal y pide que, por favor, lo atiendan, asignándole el turno quirúrgico, y así recobrar de nuevo la salud que le permita estar tranquilo. Tiene la certeza que saldrá airoso de la operación, pues siempre está encomendado a Dios.
— En el Hospital Central hay muchos trabajadores amables, sensibles al dolor humano, pero también es cierto que existen otros a quienes no les duele lo que le pasa al paciente, son groseros y prepotentes con los pacientes. Uno entiende que todos estamos viviendo una situación complicada, pero esa no es la razón para olvidarse de ser cortés— expresó.
Precisó el señor Rojas que una señora le contó que había llegado con un dolor a las cinco de la tarde del lunes y no logró ser atendida. Ella, según su relato, se quedó durmiendo en las escaleras y “a pesar de que muchos pedían que la atendieran, porque entendían que era una emergencia, aun así, no la dejaban pasar; no les duele nadie”.