Regional

Pan de Vida: refugio de Dios para los necesitados

29 de marzo de 2021

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Norma Pérez

El padre José Iván Jaimes Roa nació en San Cristóbal y se ordenó como sacerdote hace 24 años; actualmente es el párroco de la iglesia Divino Redentor de la Unidad Vecinal. Es el creador e impulsor de la Fundación “Pan de Vida”, la cual tuvo sus orígenes en una casita de El Cobre, hace un poco menos de dos décadas, y hoy cuenta con sedes en La Tendida y San Cristóbal.

El propósito es brindar asistencia a los más necesitados. Así lo hace junto a un equipo de voluntarios, al preparar y repartir cada día alimentos para quienes se encuentran en condiciones precarias.

Adultos mayores, personas en condición de calle y niños, saben que esta obra asegura una comida caliente, servida con amor, así como la palabra de aliento que nunca debe faltar.

Prioridad: ayudar

El único sacerdote al frente de la Fundación “Pan de Vida” es su creador, el padre José Iván Jaimes; los demás voluntarios son laicos que se han incorporado a apoyar para brindar una mano amiga a cientos de seres que esperan esta colaboración.

Esta organización se fundó el 6 de septiembre de 2003 en la población de El Cobre. Nació con el propósito de brindar asistencia a los más necesitados. En esta sede, que se ha mantenido abierta a través de los años, se reparten almuerzos, de lunes a sábado, a setenta personas, y tiene como residentes a cuatro adultos mayores que consiguieron un albergue en el lugar.

En La Tendida cumplen una actividad similar, pues también cuidan algunos ancianos que dejaron abandonados a sus puertas. En el refugio ubicado en el centro de San Cristóbal se ofrece almuerzo, de lunes a sábado, a unas 160 personas, entre ancianos e indigentes. La sede de Barrio Obrero se dedica a atender a personas de la tercera edad, más de un centenar; mientras que en el refugio de la Unidad Vecinal sirven desayuno y almuerzo a cien niños; también se brinda atención médica, debido a que muchos tienen problemas de desnutrición.

Explicó el padre Jaimes que el grupo de menores de edad no varía, ya que de esta manera se puede llevar un control nutricional y así mejorar sus condiciones. “La selección se hizo a través de un censo en algunos centros educativos, donde se contó con el respaldo de los maestros, quienes ofrecieron importantes datos sobre los estudiantes”.

Su labor bienhechora se extiende hacia las calles; en una casa que presta una voluntaria, preparan arepas y bebidas y salen con este refrigerio a entregarlo, el cual es esperado por muchos. Además, donan medicamentos, ropa, zapatos y bolsos en buen estado.

“La intención, además de alimentar a las personas, es ofrecer a quienes se encuentran en condición de calle un lugar para pasar la noche, apoyarlos para que vuelvan a tener una oportunidad dentro de la sociedad. También crear una especie de dispensarios. Aún no se han podido concretar estos proyectos, pero hacia allí apunta el trabajo”.

Está previsto inaugurar un nuevo refugio en el barrio Libertador, donde también abrirán las puertas de la generosidad a la población vulnerable del sector.

Se garantiza el alimento a los adultos mayores.

Los voluntarios se encargan de cocinar, pero en el caso de la comida de los niños, hay dos personas que elaboran y preparan el menú, debido a que los pequeños requieren una alimentación balanceada, por estar en etapa de crecimiento.

Para sostener esta obra de grandes dimensiones, se cuenta con el respaldo de los voluntarios, quienes por medio de la cadena de la caridad captan los aportes, de alimentos o monetarios. Además, hay iniciativas individuales, generalmente anónimas, que envían su colaboración en insumos. “La providencia de Dios se manifiesta de muchas maneras y esas ayudas son muestra de ello”.

La Fundación también tiene presencia en Lima, Perú y en Colombia, con refugios en Bogotá y en la población de Chía, porque hay personas que conocieron la obra en el estado Táchira y la replicaron en estos países.

Para el padre Jaimes, es muy importante poder mantener en actividad los refugios, está convencido de que todo es posible por la gracia de Dios: “Solo soy un instrumento de Dios, que me ayuda a hacerla realidad, que nunca falte el respaldo y podamos seguir y crecer cada día. Con las oraciones de muchos se ha mantenido”.

“Cuando ayudamos a la gente hay, que hacerlo por amor a Dios; algunas veces no es fácil, pero todos los servidores de esta obra saben que hay que ser muy pacientes, estar preparados ante cualquier circunstancia, continuar, siempre agradeciendo al Creador”.

Uno de los mayores obstáculos es la escasez de gas doméstico; cuando no consiguen a precio oficial deben adquirirlo en pesos y mucho más costoso. Porque siempre lo necesitan para cocinar.

“Trabajamos de manera planificada, pero hay que dar un paso a la vez; comenzar por el primer piso. Tenemos muchas ideas y queremos ponerlas en práctica, pero la situación país afecta y complica cualquier proyecto que se quiere emprender. Solo podemos asegurar que allí, donde exista necesidad, debe haber un miembro de Pan de Vida”.

Desde hace 17 años, cuando se puso en marcha esta obra de amor y atención, empezó a crecer la semilla bondadosa manifiesta en el servicio. Servir y dedicar tiempo y esfuerzo por ayudar desinteresadamente a los demás. A quienes la vida no les sonríe o atraviesan por momentos difíciles. Generosidad y gratitud. Siempre de la mano de Dios.