Cada vez que un artista popular parte de este mundo, desaparece de manera irreparable un caudal de ingenio y modos de hacer originales.
Freddy Omar Durán
El lunes en horas de la tarde falleció José Camilo Angola, y los vecinos de Barrio Sucre lloran a una gran ser humano, y el mundo del arte lamenta ese abrupto corte de tanta fluir de piezas de entrañables piezas.
De su legado se hicieron importantes registros que pueden verse en todo el mundo a través de la página oficial en YouTube de la Fundación Bordes y una investigación del artista plástico Ender Rodríguez, que puede ser consultada por la plataforma Issuu.
Don José Camilo Angola nace en Río Frío en 1934, y desde 1936 en adelante vivió en San Cristóbal, hasta su muerte a los 88 años. Trabajó en electricidad, comercio, albañilería, laboró muchos años para la empresa MAFARTA y era sumamente curioso, inteligente, artista e inventor. Fue un sobresaliente multi-creador en todas sus formas, se desarrolló también como poeta y escritor de pequeños guiones de teatro, cuentos y poemas en rima para engalanar a sus familiares amados. Estudió por correspondencia mediante la revista Mecánica Popular en los ochenta e igualmente aprendió contabilidad y por su cuenta reparaba todo tipo de aparatos electrónicos. Hacía rejas, fuentes, objetos decorativos, esculturas y hacía desde techos de casa hasta pisos, paredes etc. Estudió cerámica en la Escuela de Artes Plásticas con Valentín Hernández en los 70 pero su pintura y dibujo los aprendió por su cuenta de un modo espectacularmente autodidacta.
–Para mí fue y será un maestro único con el cual aprendí desde que yo era un niño, porque vivo justo al lado de su casa en la Urbanización Bajumbal de Barrio Sucre. Él fue un gran colorista, paisajista, escultor, hizo talla, pero además fue capaz de realizar obra moderna, abstracta e inclusive apropiación estética, como cuando llevó a escultura una obra en lienzo y óleo de Picasso. El Táchira perdió a un grande del Arte Popular muy particular y único. Hace un año ya no pintaba y tenía dolencias y otros problemas médicos o nostalgias. Para mí él volará como ser levitando y trascendiendo lo infinito y eterno, con luces y crepúsculos, con su nombre para la historia y posteridad.
Sus dos hijas, Isabel y Rosaura, con ellas quedará el recuerdo del padre ejemplar que para con ellas fue, y siempre darán testimonio del incansable artista que fue hasta que la enfermedad lo retiró de sus faenas.
Autodidacta, confió en su mirada para perfeccionar una técnica en el que el paisaje o los personajes, trasladados a pinturas o esculturas, adquieren vida propia. Para lograr esto se vio muy inspirado por los artistas tachirenses en la línea del paisajismo.
–Todo lo que sea arte me encanta, La misma naturaleza es un arte. Yo cuando era niño me gustaba mucho hacer figuritas, trabajar mucho el barro—testimonió Don Angola tomado en el documental.