Freddy Omar Durán
Quedan muy pocos detalles para concluir el remozamiento del Muro de La Guacara, y valga la ocasión para evaluar sus récords y su significado, para que se consolide como referente turístico de San Cristóbal.
Apenas si se ha incorporado la tradicional imagen de San Sebastián en esta nueva intervención de la obra de alrededor de los 2 mil metros cuadrados, que cuenta con una escenificación histórica, con la representación de Bolívar más grande de Latinoamérica, por no decir del mundo, y otra más con los valores de la escuela andina destacándose una panorámica de la capital tachirense, en vecindad con los emblemas de la ciudad y del Táchira. Son varios elementos a contemplar, uno de ellos un episodio bélico que contrasta con un gigantesco perfil de Jesucristo muy cerca.
El Muro de La Guacara se construyó a mediados de los cincuenta del siglo pasado, como parte de lo que sería la primera autopista de San Cristóbal. Lo que vendría ser su terraza ha sido el más antiguo paso entre el norte y el sur de la urbe, anterior incluso al Viaducto de 1961, en donde muchos aseguran pasó Bolívar. Por muchos años, la gigantesca pared sirvió de vitrina publicitaria para marcas tan famosas como Cerveza Caracas, Harina Pan y vino Cinzano, hasta que durante el gobierno de Ronald Blanco La Cruz se decidió darle un uso más estético.
Es el mural artístico continuo más grande de Venezuela y tal vez del mundo, un asunto por investigar, y que ser comprobado, lo haría merecedor a ingresar al libro de récords Guinness, en tanto “La marcha de la humanidad”, obra de David Alfaro Siqueiros, mide 2.400 metros cuadrados, que ostenta una marca mundial, tiene una composición distinta en tres dimensiones, y no se explaya como el Muro de La Guacara”.
El proyecto artístico fue asumido por la Alcaldía de San Cristóbal, y como afirmó el artista supervisor del mismo, Héctor Maldonado, en realidad está inmerso en toda una intención de rehabilitar un espacio público, que, aunque muy transitado por vehículos, muy poco lo pasean los peatones. Las mejoras vendrían tanto para el sector superior como el sector inferior, en lo que se incluye la rehabilitación de la Plaza Jáuregui. La idea es lograr un paseo artesanal por un corredor, a lado y lado de la avenida, para transformar un ambiente casi siempre desolado de mayor afluencia citadina, para lo cual se ha contemplado un sistema de iluminación especial.
En ese gigantesco lienzo se concentra una imaginería y un reservorio emocional del tachirense que pasa por la patria, la religión, el amor por la naturaleza y el orgullo de pertenecer a un ámbito humano y geográfico determinado.
Además de Maldonado, dos artistas se han sumado a la labor de restauración: Eduardo Carrero, uno de los padres de esta pieza artística, y quien ha participado en las dos revitalizaciones; y Jorge Santana. Se han dispuesto de grúas y andamios para descender desde una altura que puede alcanzar hasta los veinte metros.
–Nuestro reto es lograr una obra que perdure por mucho tiempo, y que la gente lo valore para su cuidado. Había una filtración muy fuerte, que se arregló, pero es necesario arreglar, pavimentar por la vía en la parte de arriba y subsanar otras filtraciones— subrayó Maldonado.
Previo a la intervención del Muro de La Guacara, que lleva dos meses, el Muro del Club Tenis fue objeto de un profundo rejuvenecimiento. Estas labores estéticas se trasladarán luego a la sede de la Gobernación del Táchira.
Orgulloso de la obra
Con esta son cuatro las ocasiones que Eduardo Carrero ha vuelto sobre esta pieza a modo de gigantesco cuadro costumbrista y de motivos histórico-identitarios.
–A partir de reuniones que sostuvimos con el gobernador Ronald Blanco La Cruz, y la necesidad de ese mensaje bolivariano, resaltando las reliquias históricas del estado como el Salón de Lectura, El Edificio Nacional, el Viaducto Viejo, al tiempo que se exaltó al Libertador que ocupa el centro de interés y con una altura de 15 metros. Yo me atrevo a decir que con estas características particulares es el mural más grande del mundo— anotó Carrero.
La escala se hizo a 285 centímetros cuadrados, que equivalen a 2.280 metros, o sea que el centímetro del original se llevó a un metro.
–Pintar el muro por primera vez nos tomó un año porque debíamos adaptar la superficie, y sacamos hasta tres centímetros de espesor de pintura dejados por las publicidades que ahí se exhibieron. Le pasamos pulidora de piedra y esto parecía un huracán por la nube de tierra, de piedra, de pintura que levantábamos. Lo dejamos como una mesa de billar y se le echó un sellador antialcalino para que se mantuviera en el tiempo. Lamentablemente, hubo descuido de los gobiernos regionales y municipales que no hicieron los mantenimientos necesarios, que, de haberse hecho, tal vez no se hubiese requerido de casi volverlo a hacer todo como lo estamos haciendo— subrayó Carrero.