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Sandra Valencia apareció en la sala de la casa apoyada en su bastón. Tanteó el lugar para saber dónde estaba el mueble y procedió a sentarse. La luz tenue le confería a su rostro un aspecto sereno y calmado, que encajaba perfectamente con su vestimenta: una camisa estampada, un jean gris pálido y unas gafas grandes que lucía con seguridad.
Valencia vive en el municipio Pedro María Ureña, pero se trasladó hasta San Antonio del Táchira, a la casa de su suegra, la 8-27 del barrio Pueblo Nuevo, para conceder la entrevista. Actualmente, ella es la comisionada nacional para la equidad de género, de la Federación Venezolana de Instituciones de Ciegos (FEVIC).
Este cargo lleva dos años desempeñándolo.
Prácticamente, lo asumió con el inicio de la pandemia, lo cual significó un gran reto para ella, sobre todo en lo que concierne al tema de la comunicación, pues, como muchos, tuvo que ingeniárselas para buscar alternativas que le permitieran conectarse con los demás de forma virtual.
“La función que cumplo como comisionada es agrupar a todas las compañeras con discapacidad visual, a nivel de las diferentes organizaciones que existen. Actualmente, en la comisión se encuentra la representación de 14 estados. Estas chicas, a su vez, trabajan con sus referentes”, soltó la dama, sentada sobre los muebles antiguos del hogar de su pariente, los cuales van a tono con la estructura de la vivienda.
La comisionada detalla cada punto con emoción y orgullo. A veces, hace algunas pausas que le garantizan tomar aire para proseguir. Entre las diversas actividades como líder, destacan los foros chat y seminarios web, que apuntan a la visibilidad y defensa de los derechos de las personas con discapacidad visual, sobre todo las mujeres.
“No escapamos de la violencia de género”
La luz del sol se cuela por la reja de la casa y va otorgando mayor claridad a una sala carente de lámparas. Sandra sigue sentada. Recordó que cada 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. “Nosotras, las mujeres con discapacidad visual, no escapamos de esto”, aseveró.
Aunque no hay cifras concretas, Valencia ha atendido varios casos de violencia, que no se centran solo en agresiones de pareja, sino que van más allá. Rememoró episodios en los que los hijos son los victimarios, así como los abuelos, los primos y hermanos. “La agresión puede ser física o psicológica”, dijo.
El encierro por el covid-19 ha agudizado el escenario violento y en contra de personas con discapacidad. “Lo primero que hacemos es llamar a las mujeres que se encuentran agredidas, que han sido víctimas por parte de la violencia, para conocer un poco más los detalles de quién la ha agredido y cómo se maneja esta situación y en qué espacio fue: hogar o trabajo”, recalcó.
Otro punto que brinda desde la comisión que lidera es la orientación en torno a qué instancias deben acudir y qué tienen que hacer específicamente. “Más que todo, es ese tipo de acompañamiento y la ciudadana decidirá si hace un seguimiento, para conocer si ella va a elevar la denuncia. En la mayoría de las veces no hacen denuncias porque existe mucho temor, pero siempre se les orienta para que se busque una solución”, acotó.
22 años sin ver la luz
La comisionada, oriunda del estado Apure, perdió la visión cuando apenas rayaba los 14 años, por enfermedades congénitas. Fue un proceso en el que “morí y volví a nacer”, pues se trata de una realidad muy fuerte y de la que poco a poco “fui saliendo, gracias al amor, entusiasmo y apoyo de mi madre, quien buscó la forma para que yo superara la discapacidad”, dijo.
“Hoy día puedo decir que acepto mi discapacidad”, sentenció Valencia, mientras reiteraba que el impulso y la valentía de su madre fueron vitales para su avance. La discapacidad visual le ha permitido trascender y ganar espacio con un grupo de compañeros que se encuentran en la misma situación, y por quienes sigue luchando por una mejor inclusión social, laboral, educativa y de participación.
El duelo fue la primera etapa que superó tras perder la visión. Luego vino la etapa de la negación, de la que, según ella, salió rápido, para pasar a la última: la aceptación. “Saltas de golpe del duelo a la aceptación, o te quedas en la etapa de la negación, o, sencillamente, aceptas, superas y ves la vida a tu manera”, aseguró.
Ahora, tras la superación, ve la existencia con el color de los ojos del alma, esos que van directamente desde lo más profundo de su humanidad. “Uso mis manos, mis oídos, para que me permitan escuchar mi entorno, salir adelante y motivar a otras personas a que sí es posible”, enfatizó.
“Mi bastón es mi Ferrari”
El bastón se ha convertido en su amigo inseparable. Tanto es así, que lo ha calificado como su “Ferrari”, el cual emplea para desplazarse de un lugar a otro, incluso, de un estado a otro. En este sentido, rememoró su reciente viaje a Nueva Esparta y Caracas, donde demostró lo independiente que puede ser.
Valencia maneja a la perfección el instrumento. “Muchas personas terminan aceptando la discapacidad, pero se niegan a usar el bastón, por pena o por algún motivo que carece de importancia”, manifestó la comisionada de la FEVIC, para luego insistir en lo primordial de que su “compañero” siempre esté a su lado.
Con más de ocho años de casada y una hija como consecuencia de la unión sentimental, la dama está clara del gran apoyo que los dos juegan para seguir construyendo sus metas. “Tengo un esposo comprensivo, maravilloso, que me da su espaldarazo sin ningún problema”, recalcó la ciudadana.
Alegre por su hogar y por las muestras de cariño que recibe a diario, Valencia agradece a Dios por las personas que ha puesto en su camino, en los diferentes ámbitos en los que se ha desenvuelto. “La idea es generar mucha motivación, no quedarse uno a la espera de que otros actúen”, indicó.
Están acéfalos
Sandra Valencia siente que su agrupación, la de invidentes, está solitaria, algo acéfala. “Las personas con discapacidad visual no escapamos de esta difícil situación que vive el país”, subrayó quien aprovecha cada espacio para hacer énfasis sobre la existencia de un nutrido grupo que requiere de más manos solidarias que los impulsen.
Durante la entrevista, la dama siempre mantuvo una posición recta pero relejada. Prevalecieron las respuestas cortas, pero con gran profundidad y prestas para el análisis. “Necesitamos que se nos den oportunidades laborales, de salud y educativas”, prosiguió desde su nicho.
El tan anhelado espaldarazo aún no ha llegado a sus vidas. Valencia deja claro que no son dádivas o regalos lo que están buscando, sino las herramientas adecuadas para continuar creciendo en cada una de las áreas donde se desempeñan. “Existe una ley para personas con discapacidad, promulgada en 2007, cuyos privilegios y bondades, plasmados en sus artículos, ya no se cumplen, no gozamos de ellos”, dijo.
Antes de ser comisionada nacional, lo fue regional, oficio que la capacitó para hoy asumir un reto con más responsabilidades. “Hoy en día trabajamos por la visibilidad de los derechos de las mujeres con discapacidad visual, demostrando nuestras fortalezas, destrezas y todo aquello que nos permita tener una mejor participación dentro de la sociedad”, añadió.
Frente a la carencia visual, sus oídos, olfato y tacto se han agudizado. Cualquier ruido, por mínimo que sea, lo percibe, sin que haya alterado el hilo de su entrevista. “Aprendí a ver con los ojos del alma”, puntualizó la comisionada nacional, de 36 años, quien aspira a puestos laborales donde las personas puedan percibir ganancias que les garanticen independencia.
“Supongamos que nos dan un trabajo en determinado sitio, pero cuánto nos van a pagar, y si me queda lejos de mi casa y tengo que invertir en transporte, entonces los recursos que voy a ganar los voy a tener que pagar en transporte; qué me va a quedar para comer”, se preguntó la dama, al tiempo que remarcaba que esta flaqueza no solo se manifiesta con las personas con discapacidad, sino con el resto de ciudadanos que viven en Venezuela.
“Queremos que nos valoren”
Valencia es educadora. Lleva 16 años adscrita al Ministerio de Educación. Actualmente no desempeña su cargo por múltiples razones: pandemia, transporte y sueldo. “No es fácil costear los gastos para el desplazamiento hasta el lugar donde se trabaja”, apuntó con la certeza de que arribarán mejores oportunidades.
El mensaje que como ciudadana da a la sociedad es que los valoren por sus capacidades, sus destrezas, fortalezas, por lo que saben y ofrecen, puntos por los que trabaja arduamente dentro de la comisión que lidera. “También soy artífice de la Red Nacional de Masoterapeutas con Discapacidad Visual, que busca crear una opción laboral para nuestras vidas”, recalcó.
“Nosotros no podemos ver con los ojos físicos del cuerpo, pero sí con los ojos del alma y sí podemos escuchar y saber que hay un mejor mañana y que Dios siempre nos acompaña y necesitamos que la colectividad crea en las grandes fortalezas que tenemos”, reiteró Sandra Valencia a modo de colofón.