Reportajes y Especiales

Con Vicente Fernández se va el último gran charro de la canción ranchera

13 de diciembre de 2021

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Armando Hernández


 

Es Vicente Fernández el último de los recios charros mexicanos, artista de excepcional voz y una de las figuras más representativas del espectáculo latinoamericano, que saltó a los escenarios a mediados de los años 50, dando inicio a una carrera que, aun cuando tuvo un arranque tardío, se desarrolló de manera vertiginosa, para convertirse en una figura emblemática, admirada por millones de personas que compraban sus discos, le permitieron imponer récord de ventas y, al mismo tiempo, llegar a un sitial de preferencia del público, que no había logrado ninguna de las figuras que le presidieron en el ambiente del espectáculo de su país, incluyendo a las famosas estrellas de la época de oro del cine mexicano.

El Chente fue uno de esos artistas que se daba a querer, sencillo y popular, que arrastraba multitudes, dejando satisfechos a sus fans, que emocionados llenaban los lugares donde se presentaba. Varias veces lo hizo en Venezuela, y en dos oportunidades cantó en San Cristóbal, concretamente en la plaza de toros, en espectáculos que fueron un extraordinario éxito, tanto en lo artístico como en los económico. Vicente se encariñó con esta tierra, hasta el punto que la incluyó entre las pocas ciudades venezolanas donde siempre quería cantar. Por eso, fue escenario de uno de sus conciertos de despedida, el ocho de septiembre del 2012.

Origen humilde

Con su esposa, María del Refugio Abarca Villaseñor, conocida como Cuquita.
Vicente Fernández Gómez cumplió 81 años de edad. Nació el 17 de febrero de 1940, en Guadalajara, estado de Jalisco, México, en el seno de una familia humilde.

Desde chico debe trabajar para ayudar a sus padres en el mantenimiento del hogar. Soñaba con ser cantante. Admiraba a Pedro Infante y sus canciones. Con esa idea fija en la mente, en 1954, a los 14 años se inscribe en un programa de aficionados donde logra el primer lugar, sorprendiendo al jurado por sus extraordinarias cualidades vocales. De allí en adelante, toma el canto como una de sus actividades formales y le da por presentarse en fiestas de amigos, cumpleaños, restaurantes y celebraciones de tipo familiar.

En 1960 acude a un programa de TV denominado “Calandria Musical”, con destacada participación. Ilusionado por los triunfos, viaja a Ciudad de México, donde consigue trabajo en un restaurante. Tres años después pierde a su progenitora a causa de un cáncer. En diciembre de ese mismo año contrae matrimonio con su pareja de toda la vida, su vecina, María del Refugio Abarca Villaseñor, conocida como Cuquita, de cuya unión nacen tres hijos varones: Vicente, Gerardo y Alejandro, también cantante de éxito. Completa el cuadro familiar una niña de nombre Alejandra, sobrina de María del Refugio, a quien la pareja adopta y entrega todo su amor.

Vicente sigue con la fijación de ser cantante y obtiene trabajo como tal en un cabaret, donde conoce a los integrantes de varios grupos de mariachis a los cuales se une para “matar tigritos”. Canta en serenatas, cumpleaños, bodas y otras celebraciones. La suerte lo lleva a ingresar a uno de los más importantes mariachis del país azteca, “Amanecer”, de Pepe Mendoza, y luego al mariachi de José Luis Aguilar.

A partir de 1965, a través de la emisora de radio XEX-AM, logra calar en la audiencia y la fama comienza a aparecer. Se presenta en teatros, donde su potente voz llama la atención de empresarios disqueros de CBS, que logran firmarlo. Graba sus primeros temas, pero tienen una tímida aceptación por parte del público. Llega a Televisa, donde conoce a Raúl Velasco, que le convence de cantar en vivo temas de José Alfredo Jiménez, entre ellos “Tu camino y el mío” y “Volver Volver”. Esta última canción se convierte en impresionante éxito, la aceptación es total y le abre las puertas del éxito a nivel internacional.

Fenómeno de la canción ranchera

La carrera del vocalista es indetenible. Lo aclaman personas de todas las edades que compran sus discos y van a sus presentaciones, agotando la boletería con mucha anticipación. Debutó en el cine en 1971, como actor, y tres años después presenta en rol de protagonista su primera película de éxito: “La Ley del Monte”, cuyo álbum musical tiene gran demanda. Pero no es sino hasta el año 1972 cuando uno de sus primeros éxitos, “Volver, volver”, lo convierte en el más célebre intérprete ranchero de todos los tiempos. El tema, en su recia voz, pasa a ser un himno, un gran acontecimiento musical y establece récord de ventas. El artista pasa a llenar el vacío que luminarias del cine y el canto mexicano de la época de oro dejaron con su desaparición física. Las grandes figuras ya no estaban, y faltaba quien mantuviera ese prototipo de voz fuerte y figura varonil, hombre valiente y temerario que mostraban las películas. El único que estaba disponible era, precisamente, Vicente Fernández.

Vicente salta a la fama a principios de los años 70, cuando se produce el fallecimiento del destacado cantautor mexicano José Alfredo Jiménez, dejando un gran vacío de continuidad en el medio artístico azteca. En el mundo del espectáculo, del cine y el canto, de las presentaciones en vivo, se encienden las alarmas ante la ausencia de figuras de relevo y arraigo popular. No obstante, allí está Fernández, luchando por abrirse paso en tan complicado campo. Toma las canciones de José Alfredo, entre ellas “Volver, Volver”, que lo convierten en ídolo y lo llevan, por medio siglo, a mantenerse en el principal puesto del panorama musical de su país.

Fueron canciones compuestas por José Alfredo Jiménez las que catapultaron al “Chente” a la fama mundial, y los contratos llegaron de todos lados. El canto, el cine, la radio y la televisión lo convierten en un artista famoso, admirado y acaudalado. En 1980 hace construir un rancho de 500 hectáreas, cerca de Guadalajara, al cual llama “Los Tres Potrillos”, en alusión a sus hijos varones. En 1983 produce el álbum “15 grandes éxitos con el número uno”, del cual vende rápidamente más de un millón de discos.

Tus temas se venden como pan caliente. Vicente pasa a desempeñar simultáneamente los roles de empresario, cantante de rancheras, productor discográfico, actor y director de cine. Durante su prolongada carrera de más de 50 años, recibe los premios más preciados en el mundo del espectáculo, entre ellos dos Grammy, ocho  Grammy Latinos, catorce premios “Lo Nuestro”, y logra una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Para entonces el artista ha vendido más de 65 millones discos en todo el mundo.

En septiembre de 2007 lanzó su disco “Para siempre”, y es premiado por sus ventas con “Disco de diamante y oro” en México. En Estados Unidos recibe un sexto disco de platino a tan solo 15 días de su lanzamiento. En poco tiempo logró vender más de 550.000 copias, lo cual es récord. Lo mismo ocurre en Colombia y Venezuela.

En septiembre viene a Venezuela y se presenta por segunda vez, con lleno total, en la Monumental Plaza de Toros de Pueblo Nuevo. Sería su última presentación en suelo tachirense.
Pese al manejo discreto de la información, se sabe que los problemas de salud del artista se están agudizando.

El 8 de agosto de 2014 le diagnosticaron cáncer de próstata. En mayo de 2019, durante una entrevista sobre su salud, Vicente reveló que había sido internado en un hospital de Houston, Estados Unidos, para someterse a una cirugía de hígado. Luego se supo que le había sido extirpado un tumor. También sufrió una trombosis que le afectó la voz, y fue sometido a cirugía para extraer hernias abdominales. Ante sus complicaciones decía: “me he librado de peores. Hay Vicente para rato”.

La familia de Fernández confirma que padece el síndrome de Guillain-Barré, pero evoluciona bien al tratamiento.

El 16 de abril de 2016 realizó su último concierto de despedida en el estadio Azteca, en México, donde en medio de un gran sentimiento cantó aproximadamente 50 canciones. Dijo que era su último concierto. Se iba del canto, pero no de la música.

Recientemente se vio involucrado en un feo incidente, cuando en enero de este año fue acusado de colocar su mano sobre el pecho de una fan, mientras se tomaba una fotografía. Días después el cantante ranchero, muy afectado, presentó sus disculpas a la mujer y su familia, argumentando: “admito que me equivoqué, no sé si estaba bromeando, tal vez fue una broma. No sé. No recuerdo porque había mucha gente con la que me tomé fotos. Sinceramente, les ofrezco una disculpa”.

​Fuerte accidente

El viernes 6 de agosto del presente año las cosas se complicaron para el ídolo de la canción ranchera. Fernández sufre una caída en su rancho “Los Potrillos” que lo envía al hospital en condiciones críticas. El artista se lastimó las vértebras cervicales y tras cirugía de emergencia, debe ser ingresado a la Unidad de Cuidados Intensivos.

Los médicos nunca ocultaron la gravedad de la situación, aun cuando intentaban minimizarla diciendo: “Don Vicente Fernández se encuentra grave, pero estable, a consecuencia del trauma por caída que le generó traumatismo raquimedular a nivel de la columna vertebral”.

Sus familiares explicaron que el cantante y actor fue víctima del accidente en la habitación de su rancho y debió ser llevado de urgencia a un hospital, donde aún se mantiene en terapia intensiva, según sus galenos, asistido para respirar y bajo los “cuidados de paciente crítico”. Su recuperación es lenta, pero efectiva, dicen.

Actuaciones en San Cristóbal

A Vicente Fernández le gustaban San Cristóbal y su gente. Cada vez que realizaba una gira por Venezuela procuraba que incluyeran al Táchira, y venía con el mayor de los gustos. En privado consideraba al público de San Cristóbal como entusiasta y muy alegre. Especial, espontáneo y participativo. Entonces, procuraba que las cosas salieran de la mejor forma, y se esmeraba, porque quería agradar y quedar bien con la gente. Era la manera de retribuir el cariño que este pueblo le tributaba.

El Charro de Huentitán, como también era conocido, estuvo en nuestra ciudad en dos oportunidades, realizando funciones que llenaron a total capacidad la plaza de toros de Pueblo Nuevo. Su última presentación ocurrió el sábado 8 de septiembre de 2012, con su concierto de despedida. Ya su salud se estaba viendo resentida y quería evitar males mayores. Ese espectáculo resultó inolvidable por la manera como se desarrolló, y hasta cantó con Carlos David Romero, el Pequeño Potrillo, que tuvo el inmenso honor de interpretar a dúo el tema “Cuando yo quería ser grande”. Así era Vicente con los tachirenses, emotivo y humilde. Fue un momento muy humano, que dejó al descubierto la extraordinaria personalidad de este gigante de la canción mexicana.

Fernández cantó como solía hacerlo, con sentimiento, con el alma, haciendo delirar a su público. Al fin y al cabo, era la despedida, su última presentación en este escenario, pues agobiado por las circunstancias había tomado el sendero del retiro. “Uno debe saber cuándo retirarse y hacerlo con dignidad”, decía.

Vicente tenía otro compromiso pendiente, también de despedida, en la ciudad de Caracas, el 13 de septiembre. Ese día fue recibido en el Palacio de Miraflores por el presidente Hugo Rafael Chávez, con quien compartió por un rato largo y ameno. Hasta cantaron. El artista fue condecorado con la Orden de los Libertadores de Venezuela. Fue su última visita al país.

“Quiero que el público me recuerde con cariño, Venezuela es un país que yo quiero desde hace muchos años, Cuando se dice Venezuela, se piensa en su folclor, que es muy especial; yo he grabado muchas canciones venezolanas y mi deseo es que cuando el público me venga a ver, salga satisfecho, contento, porque son mi familia”, afirmó durante uno de sus espectáculos.

Lastimosamente, el pasado domingo 12 de diciembre, la potente voz de este gigante del espectáculo, amigo de Venezuela y muy especialmente del Táchira, se apagó. Con esto llega a su fin una época memorable de la canción mexicana. Ya no hay quién cante como él, o como las estrellas que le precedieron. Qué lástima, Vicente, que te hayas marchado, así, casi en silencio. Tú, que nos acostumbraste a los grandes y sonoros espectáculos. Cómo nos duele que se haya cerrado, con discreción, el telón de tu vida. Siempre serás recordado con cariño y admiración, como ese gran artista que siempre fuiste, con total entrega a tu público. Como la persona humilde, alegre y dicharachera que se entretenía conversando con sus amigos, sin aires de grandeza. Descansa en paz Chente.

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