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Reportajes y Especiales
Diecinueve años para reparar más de un siglo de puntualidad en Lobatera
18 de agosto de 2021
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Fue restaurado y puesto en marcha el reloj de la iglesia de Lobatera, de 108 años de antigüedad, y el responsable de este trabajo es Elvis Zambrano, un joven de tan solo 19 años de edad, oriundo de Seboruco
Juan José Contreras Cárdenas
Se realizó en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera, el acto en el que el párroco Melquiades Pérez bendijo la puesta en marcha del reloj de la torre, que había estado averiado por años. Se trata de una reliquia de 1913, cuya reparación es mérito y responsabilidad de un joven de 19 años, con unas manos bendecidas con el talento de la reparación y una mente y corazón caracterizados por la determinación. El reloj de la torre de la iglesia volvió a la vida gracias a Elvis Daniel Zambrano Moncada.
Según los registros, este noviembre se cumplirán 108 años desde que el médico oriundo de Lobatera, Ezequiel Vivas, donara el reloj de la iglesia y que luego fuera en aquel entonces sincronizado y puesto a andar por el lobaterense Casiano Rosales. Más de un siglo después, un joven, Elvis Zambrano, es el responsable de que ese legado fuera restaurado y que sus campanadas sonaran nuevamente en las calles de Lobatera, como había sido durante generaciones, antes de su avería.
El joven de 19 años, que aprendió relojería de manera autodidacta, es un ejemplo de determinación, que movió no solo los engranajes de la máquina, sino los de una sociedad entera para llevar a cabo la reparación. La constancia de Elvis Zambrano es una inspiración, una luz de esperanza, de que sí hay gente valiosa y que unida puede hacer mucho bien a este mundo.
El inicio
Elvis Zambrano es familia del actual párroco de Lobatera, Melquiades Pérez. Este diciembre será el aniversario número cuatro de su arribo a esta localidad, pues el muchacho es oriundo de la aldea Santa Clara, en el municipio Seboruco. Desde que llegó a la capital lobaterense su atención se fijó en algo que para muchos puede pasar desapercibido: el reloj en lo alto de la torre de la iglesia.
“Apenas llegamos, hace cuatro años, empecé a estudiar el reloj; faltaban piezas, comencé a buscarlas porque estaban por fuera, en el casco urbano, y di pasos en torno a reunirlas, a indagar sobre su historia y antigüedad. Me preguntaba por qué esta joya mecánica estaba paralizada, no entendía. Me concentré tanto en ello que me dije, esto se va a arreglar. todo tiene solución en esta vida, menos la muerte, o al menos eso dicen” manifestó Elvis Zambrano, y así fue como empezó su camino en esta travesía.
“Primero procedí con el estudio para conocer el mecanismo y cómo funcionaba. Fui detectando los errores, cada día más, fui investigando. Puse a andar el reloj para conocerlo. En 24 horas se adelantaba media hora. En los 22 primeros días lo llevé a 15 minutos, y así, con más días, siguió disminuyendo”.
“El péndulo estaba descontrolado, tuve que desmontarlo y empezar a montarlo de nuevo para calibrarlo, pasaron dos meses para poder llevarlo a cero, cero adelanto y cero atraso, ya que no se contaba con las herramientas. Cuando el péndulo se para, todo se detiene; es como un corazón, cada segundo es un palpitar y es el que mantiene vivo el reloj”.
“Este tiene cuerda por medio de unas pesas. La del reloj pesa 66 kilos y la de la campana 148 kilos, son las que generan la fuerza para que el reloj esté vivo”, describió Zambrano, y explicó además que “el sonido es por la campanada. Son diferentes engranajes que, con una porra, la golpean y así se genera la resonancia”.
Mover las piezas
Antes de la puesta en marcha, este 2021, hubo de sortear varios obstáculos en los primeros años que no detuvieron a Elvis Zambrano. El estudio fue prolongado, cada detalle lo anotaba, mientras conocía los secretos del reloj de la torre.
Una pieza que se había desgastado tuvo que ser restaurada con un torno especial. Como el apoyo por parte de los entes oficiales no evolucionó, el joven fue, casa a casa, solicitando colaboraciones, hizo una rifa, y con otras donaciones logró reunir el dinero. Agradeció a las personas que se sumaron a la recolección de fondos por el pueblo; a José Gregorio León y Alirio Moncada, que donó unos cauchos; a Óscar Sánchez y su grupo de ayuda en la iglesia, así como al comercio lobaterense por la donación de ingredientes para la elaboración de las tortas de la rifa, y a todos los que de una u otra manera colaboraron para el cometido, disculpándose por algún nombre que se le haya escapado.
La pieza desgastada fue restaurada en un torno en Las Vegas de Táriba, municipio Cárdenas. Una vez regresó a Lobatera, todo empezó a ponerse en marcha. Elvis Zambrano desengrasó la maquinaria del reloj, una estructura sobre una elegante base, con elementos y piezas en su mayoría de hierro colado y bronce, por lo que debió buscar los componentes apropiados para esa limpieza de sedimentos acumulados por décadas.
El aceite que debe emplearse para tratar el reloj debe ser de avión o de barco. Elvis Zambrano por medio de unos familiares que tienen una lancha consiguió un poco de ese aceite, que por ser para navegar por agua salada posee ciertas propiedades anticorrosivas. Se consiguió la donación de la guaya que necesita el mecanismo para funcionar, así como bombillos LED y una fotocelda para iluminar el fondo de los números y manecillas por las noches.
Voluntad
En otros tiempos fueron relojeros a tratar al ícono de la torre de la iglesia de Lobatera. El éxito de Elvis Zambrano radica en su voluntad, en su esfuerzo, en su constancia, y al hecho de estar allí mismo, en el pueblo, para monitorear progresivamente la maquinaria para su calibración. Un trabajo diario, incluso en una ocasión subió a las once de la noche para hacer su registro y anotaciones.
Sobre su conocimiento, Elvis Zambrano opinó: “Esto es iluminación de Dios, esa entrega, esa analítica, la concentración… no sé cómo explicarlo. Estoy muy contento porque es un privilegio poder trabajar con una relojería de estas”.
El acto de bendición de la puesta en marcha del reloj pudo ser visto en todo el municipio Lobatera y sus alrededores gracias a la televisora local, cuyo despliegue profesional transmitió en conjunto desde el altar de la iglesia y desde lo alto de la torre del reloj. También se transmitió en simultáneo por la emisora Creativa 93.3 FM.
Un joven de 19 años movió a la sociedad para poner en marcha los antiguos engranajes de 108 años del reloj en lo alto de la torre de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera. Su talento y dedicación han hecho que las manecillas hayan vuelto a marcar el tiempo, y que el sonido de las campanadas viaje por el aire como lo fue antes, por generaciones. Este muchacho es una inspiración, porque las cosas no serán sencillas, se requiere de esfuerzo y constancia, pero con un trabajo duro y voluntad se materializan los proyectos. Los lobaterenses siempre estarán agradecidos con Elvis Zambrano, ese joven ejemplar que hizo este gran aporte en pro de la historia y el patrimonio del municipio.
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