Reportajes y Especiales
El anhelo de una abuela abandonada en un asilo en Caracas: “Mi hija vendrá a buscarme para llevarme a su casa”
28 de octubre de 2021
A la señora Venilde la dejaron abandonada en la casa hogar “Madre Teresa de Calcuta”, en Mamera, hace más de un año. Su hija se fue a Colombia pero antes la llevó a ese lugar, pues no podía irse con ella. Tras prometer contacto permanente con los encargados del ancianato, a los pocos meses de partir, la muchacha se desentendió y la abuela más nunca volvió a saber de su familiar.
“En algún momento vendrá…”. Eso es lo que le responden las encargadas del centro cuando, entre lágrimas, la señora Venice pregunta por ella.
Se trata de una situación común, que va en pleno aumento, debido a la pandemia, la crisis generalizada y la migración venezolana, de acuerdo con encargadas de dos ancianatos y miembros de la asociación civil Convite, consultados por ND.
Según Nelly de Martínez, quien es la encargada de la Casa Hogar, allí se han convertido en un centro geriátrico por necesidad. Los abuelos, resalta, representan la población más vulnerable y la que más necesita ayuda.
Sostiene que muchos familiares se van del país y “dejan tirados” a los adultos mayores, situación que acrecentó con la pandemia.
“Muchos se van y los abuelos quedan solos. Lo que pasa es que se olvidan porque se van del país y no tenemos dónde contactarlos. Los contactábamos cuando estaban en el país, pero ya después, no”, criticó.
Casa Hogar Madre Teresa de Calcuta: la tristeza palpable
La Casa Hogar Madre Teresa de Calcuta es una organización ligada a la iglesia y la fundación Buen Samaritano. Es un lugar ubicado en Mamera, cerca de la nueva vía que va hacia El Junquito.
El lugar, de infraestructura frágil, es mantenido por los propios ancianos que allí conviven. Padecen, como en otras zonas de Caracas, carencias en los servicios públicos.
Fachada del edificio de habitaciones del ancianato Madre Teresa de Calcuta / Foto: ND.
Sobreviven con donaciones de organizaciones como Convite o Barriga Llena, la primera de estas dedicada a la atención de los adultos mayores y la promoción de los derechos sociales.
La visita nuestra fue realizada junto con Convite. El primer sentimiento que se nota al llegar al lugar es tristeza. Los abuelos, sentados frente a una capilla, estuvieron tranquilos, viendo a los presentes, pensando mil cosas.
Agradecieron la presencia de la ONG, lanzaron bendiciones y regalaron sonrisas. Pareció agradarles la visita, ya que desde hace mucho no veían a otras personas: muchos de ellos están allí desde hace meses, como Venilde, con quien conversamos, según constata nuestro reporte:
Con una manta sobre su cabeza y un suéter por el frío, se sentó en un mueble y feliz comentó que estaba esperando a su hija, de la cual más nunca se supo.
“Ella me va a venir a buscar para llevarme para su casa, ¿Verdad?”, dijo, con un tono que llamaba a la esperanza y viendo a Nelly, expectante por la respuesta que la calma. “Vendrá en diciembre, si Dios quiere y la virgen”, indicó.
“Sí, en algún momento vendrá…”, respondió la encargada, quien aprovechó para reiterarnos que la primogénita de Venilde la dejó allí desde más de un año.
“Ella cuando estaba aquí en Venezuela venía, yéndose para Colombia, vino, pero después más nunca. Salió embarazada y todo. Le hemos escrito, se ve que lee los mensajes de WhatsApp y no responde. Se le dijo que tenía que venir el año pasado a buscarla y quedó en venir, pero en diciembre perdimos el contacto con ella”, expuso.
Familiares dan datos falsos para que no los contacten
ND conversó con el director de Convite, Luis Francisco Cabezas. Afirmó, como Nelly de Martínez, que ha habido un aumento importante en el abandono de abuelos en los ancianatos por parte de sus familiares. Incluso, muchos daban datos falsos para que no pudieran contactarlos.
“Efectivamente ha aumentado de manera importante porque nosotros hemos hecho reuniones con las unidades de atención y nos han manifestado que hay un importante abandono de personas que van, las dejan, incluso dan números y direcciones falsas sobre dónde contactarlos”.
Señala a la migración como un importante detonante en ese incremento, de que haya “una enorme cantidad de personas dejadas a su suerte dentro de estos ancianatos”.
La mayoría está en estado de abandono
La mayoría de los abuelos abandonados en los asilos tiene algún tipo de discapacidad, de acuerdo con Cabezas. Son personas con deterioro cognitivo y/odemencia senil, que ameritan de tratamiento especializado.
“Y eso dificulta enormemente a los ancianatos porque no hay quien pague por esas personas, pues también tienen que tratar de ver cómo pueden conseguir los medicamentos”, sostuvo Cabezas.
Alexander Monsalve, quien dirige una de las unidades de atención de Convite enfocada en los geriátricos, también habló con ND. En consonancia con Cabezas, insiste en el abandono, sobre todo en Mamera, donde la mayoría de los adultos mayores fue dejado por sus familiares.
Sugiere que ha habido un aumento este último año, porque en 2019, cuando desde Convite se hizo un primer levantamiento de información de estos casos, no se veía tan acentuada la situación. “Ahora se está viendo más seguido”.
Ancianato Padre Pío, una vivencia similar
Monsalve habló también de otro centro, el ancianato Padre Pío, en La Rinconada. Precisó que allí también se reporta una alta tasa de adultos mayores abandonados.
También allí estuvo ND. Condiciones e infraestructura más estables que en Mamera, pero mismo sentimiento: abandono, tristeza. Abuelas, en su mayoría, yacían en el comedor del asilo, dirigido por Violeta Areinamo. Estaban por almorzar.
En la cocina, conversamos con Areinamo. También coincidió en que ha habido un incremento en el abandono de los abuelos en los ancianatos, progresivamente por el tema de la pandemia.
“Ellos (los familiares) llegan y dicen que van a estar pendientes de su familiar, pueden venir la siguiente semana, y luego, no vienen, y se quedan las abuelas aquí, mueren y la Fundación tiene que correr con todo”, explicó.
El Ancianato Padre Pío es una organización igualmente adscrita a la Fundación El Buen Samaritano.
Violeta remarca que la migración ha dejado “muchos abuelos abandonados”, con algunos casos de visitas breves y desapariciones posteriores.
“Otras veces han dejado a las abuelas abandonadas”, lamentó. “Hay que correr con ellas. Esa no es la selección ni el ingreso que tenemos, que los dejen abandonados, pero si están allí, los tenemos que aceptar”, asumió.
Padre Pío también sobrevive de donaciones y ayudas que, reveló Areinamo, provienen, algunas veces, de personas del Mercado Mayorista de Coche, que dan costillas, carapacho de pollo o verduras. El Estado, controlado por Nicolás Maduro, también brilla por su ausencia.
Convite, igualmente, ayuda brindando alimentos, proteínas; además de otras fundaciones que colaboran con el Padre Pío.
Como en Mamera, en el ancianato Padre Pío están abiertos a las donaciones.
Una realidad cruda e inocultable
La crisis venezolana ha marcado aspectos clave en los últimos años, siendo los adultos mayores los que parecen llevarse una de las peores partes de la situación. En palabras de Monsalve, los ancianatos son capaces de dibujar parte de la situación actual del país.
De hecho, Venezuela es uno de los peores lugares para envejecer, en consonancia con el más reciente informe de Convite, que destaca, por ejemplo, que en el primer semestre de 2021, Venezuela registró 102 muertes violentas de adultos mayores.
La ONG sostiene que el Estado tiene responsabilidades que abarcan desde la garantía del derecho a la vida y a la integridad, hasta el ejercicio pleno de todos los demás derechos humanos y que en el país, el proceso de envejecimiento poblacional se está dando entre la pobreza, la desigualdad, discriminación, incertidumbre y migración forzada.
Además, se sabe, gracias a Convite, que el 86,9% de los adultos mayores del país están en situación de pobreza, con 240 abuelos, en promedio, consumiendo carne una sola vez cada 15 días, por ejemplo; y otros 793 extrañando comer pescado.
Lo que viven los abuelos no es más que una cruda realidad que denota el duro golpe asestado por la crisis a la vida de quienes, en lugar de disfrutar su “años dorados”, están solos y abandonados; apoyándose en otros ancianos, de condición similar, viéndolos, quizás, como su única familia.
Vía Noticiera Digital