Reportajes y Especiales

El dramático testimonio de un militar que fue torturado en los sótanos de la Dgcim

22 de abril de 2019

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Durante una entrevista ofrecida al portal argentino Infobae, la cual fue publicada este domingo 21 de abril, el efectivo castrense precisó que sólo permaneció detenido 45 días en 2017, pero destacó que fue tiempo suficiente para presenciar y vivir las torturas que se practican en el lugar.

“Ese Coronel, en mi opinión, es un psicópata. Nunca imaginé que una persona así pudiese, no solo ser parte de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb), sino considerarse humano. Su paso por la Dgcim fue terrible”, manifestó el oficial, quien no fue identificado por el medio de comunicación.

Aseveró que Franco Quitero “fue quien cambió toda la rutina y condiciones de encarcelamiento a condiciones infrahumanas”, tras afirmar que en las instalaciones no hay baños, obligando a los presos políticos a realizar sus necesidades en bolsas plásticas.

“Las celdas son herméticas, las puertas son de lámina de hierro, no de barrotes. Con una ventana pequeña que también permanece cerrada 24 horas; el encierro es absoluto, no se puede ver hacia afuera de la celda. No tienen baño y las necesidades, salvo cuando se lo permiten, se hacen en bolsa plástica las sólidas y en potes de plástico las líquidas. Prohibió los libros, inclusive las biblias, prohibió suplementos alimenticios, nada que no fuese agua, quitó el teléfono del pasillo”, señaló.

Apuntó, que se les permitió en una ocasión que sus familiares les llevaran alimentos, pero acotó que este “beneficio” era constantemente suspendido, dejándolos prácticamente muertos de hambre, porque las raciones de comida que proporciona el centro de reclusión son reducidas.

También destacó que el coronel fue quien impuso la “la ley de los tres minutos”, la cual establece el tiempo límite de las llamadas telefónicas permitidas para los presos.

“Hacíamos una fila para llamar por teléfono y eran solo tres minutos desde que comienzas a marcar, caiga o no caiga la llamada. Cuando hacíamos la fila, no podíamos hablar entre nosotros”, relató.

Asimismo, contó sobre la habitación que servía para aplicar los castigos. Describió que el lugar apestaba, tanto que el mal olor se filtraba hacia el exterior.

“En ese famoso pasillo hay una celda de castigo de un poco más de un metro cuadrado cubierta, piso y paredes, de colchoneta podrida, donde el reo solo puede sentarse en el piso. La hediondez es tan grande que cuando usted pasa frente a esa celda el mal olor llega a la parte exterior; allí colocaban a los castigados, en ocasiones hasta dos. La celda no posee iluminación, es oscura 24 horas al día, y normalmente los colocan con capucha y esposados con las manos atrás; comían del plato como perros”, agregó.

Con información de Infobae

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