Reportajes y Especiales

El Museo de la Feria: 50 años sin sede, pero con muchos tesoros históricos

16 de enero de 2022

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Armando Hernández


Gran parte de la historia de la Feria Internacional de San Sebastián está resumida en un museo, que no tiene sede ni mobiliario, ni personal y menos presupuesto para su mantenimiento. Es el producto del gigantesco esfuerzo de una mujer enamorada de la ciudad y su fiesta, que no ha estimado esfuerzos para lograr, con sus propios recursos, rastrear, localizar y recuperar documentos y todas esas cosas que forman parte de nuestro máximo evento ferial. Fabiola Soiré Moreno, archivóloga e historiadora, tuvo la ocurrencia de crear un museo que fuera referencia de los eventos de mayor importancia durante la feria y de inmediato se abocó a la tarea gigante, extenuante y agotadora, de rastrear aquella documentación de los inicios, donde aparecen reflejados los gastos de traslado, alimentación y logística de cada una de las delegaciones y artistas que, en calidad de invitados, vinieron a las primeras ferias para contribuir con su participación al engrandecimiento de este evento tan nuestro.

Recuerdos a la basura

Todo comenzó por los años setenta, cuando Fabiola se enteró que un local del Concejo Municipal de San Cristóbal iba a ser utilizado como depósito y, para habilitarlo, alguien dio la orden de echar a la basura las cosas inservibles que allí había. Eran cosas cargadas de recuerdos, vinculadas a la feria y sus actividades, que indolentemente fueron a parar a un basurero, donde se perdieron de manera irremediable. Fabiola apenas si pudo llegar a tiempo para recuperar algunas fotografías y dos o tres pequeñas cajas, contentivas de facturas sobre gastos realizados durante las primeras ferias, entre otros documentos.

Molesta, indignada y dolida, no podía entender cómo alguien, sin saber lo que hacía, dio tal orden, que hizo desaparecer una importantísima parte de la historia ferial, desechando objetos que no le pertenecían en lo personal, sino que formaban parte del patrimonio histórico, artístico y cultural del municipio.
Y fue en ese momento cuando surgió la idea de buscar y recuperar lo que se pudiera. Acudió a los archivos, a las oficinas de vieja data, a los depósitos que albergaban las cosas más antiguas de la ciudad, cargados de recuerdos que dan espacio a la nostalgia y la melancolía. En un primer momento, la idea era preservar ese material, pero una vez se percató de su importancia, se le metió en la cabeza la idea de comenzar a mostrarlo. En ese momento había conseguido facturas, recibos, fotografías y algunos objetos que datan de mediados de los años sesenta, cuando nació la feria. Consideró que era una manera de motivar a las personas que tenían objetos para que los donaran o, al menos, los conservaran con cuidado y cariño.
Comenzaron a llegar cosas

La idea funcionó, la gente respondió. Comenzaron a llegar esas preciadas cosas. Algunas personas se acercaron para colaborar desinteresadamente con Fabiola, entre ellas el conocido periodista Omar Medina Luzardo, quien consiguió los vestidos de las reinas, algunos donados y otros en calidad de préstamo, lo cual no dejaba de ser una gran responsabilidad y serio compromiso.
Entre estas prendas llegaron los vestidos de la primera reina de la feria, Nelly Colmenares Luna, quien fue coronada en el año 1965, en el gimnasio “Arminio Gutiérrez Castro”, en La Concordia, por el Lic. Hugo Domingo Molina; la indumentaria de Marisol Sánchez Nécker (1967), de Dulce Leonor Porras y luego de otras reinas. Fabiola Moreno recuerda al destacado entrenador deportivo Manuel Fortoul, padre de Isley Fortoul, reina de la Feria Internacional de San Sebastián-1969, coronada por el entonces presidente de la República, Rafael Caldera. “Manuel vino con el traje de reina de su hija y, con mucho cariño, lo dejó en el museo para que fuera exhibido”, recuerda la historiadora.
El Museo de la Feria Internacional de San Sebastián montó su primera exposición en un local de la plaza de toros Monumental de Pueblo Nuevo. “Nos cedieron en calidad de préstamo el espacio del Museo Taurino, dedicado al maestro César Faraco, donde estaban todos los objetos referentes a su larga y destacada trayectoria torera. Recuerda que allí hay cosas muy valiosas e irreemplazables, cuya custodia asumieron por espacio de cuatro años. “Los trajes de luces y los trastes de toreo eran un tesoro del maestro Faraco, que nos entregaron bajo resguardo y los exhibimos por primera vez bajo nuestra responsabilidad”, dice Moreno. Transcurrido ese tiempo, “el museo taurino necesitó su espacio y nosotros, con los macundales de la feria, iniciamos un peregrinar que aún no ha parado”, expresa Moreno.
Del timbo al tambo…

Con desilusión, la responsable de esta idea revela que no han recibido ayuda oficial para que ese museo, producto de un trabajo de hormigas, tenga su propia sede. Guardadas en cajas y baúles permanecen muchas cosas que forman parte de la historia de la feria, de episodios importantes de nuestra ciudad y sus personajes, de momentos especiales; son recuerdos importantes de la San Cristóbal de ayer, de los inicios y el desarrollo de una feria que fue grande, muy grande, y que la gente no puede ver para evocar aquellos tiempos ya idos. Este tesoro permanece confinado en un depósito, una oficina o lugar donde corren el peligro de perderse entre las brumas del olvido, lo cual no ha ocurrido gracias al empeño y testarudez de Fabiola.
Allí se ve su esfuerzo y la cooperación de un grupo de personas que han logrado conseguir y rescatar documentación, facturas, actas, programas, afiches, adornos, entre muchas otras cosas. Luego de dejar la Monumental, lograron que durante algunas temporadas la exhibición fuera montada en el Complejo Ferial, pabellones Colombia y Venezuela; después en el Salón de Lectura, Ateneo del Táchira, gracias a la bondad de sus directivos; también en el Sambil, gracias a la cooperación muy valiosa de sus ejecutivos, y por última vez, en el Museo del Táchira, donde gentilmente les prestaron un espacio, que desde hace algún tiempo no está disponible.
Por años, la gente del Museo de la Feria ha estado del timbo al tambo. Medio siglo ha transcurrido y el peregrinaje continúa. De hecho, a estas alturas no se sabe si este año el museo abrirá sus puertas, ni dónde. Lo del museo ha sido un continuo ir y venir. Fabiola nos dice que, pese a las dificultades de transporte para tantas cosas, nunca se ha extraviado nada de lo que forma parte del patrimonio de este museo de la feria y, por ende, del municipio y la ciudad, y entre risas recuerda que en una oportunidad fue tanta la asistencia de público que ella y las muchachas que le colaboraban se esmeraron en atender a la gente y descuidaron sus pertenencias. En esa oportunidad, les robaron los bolsos con dinero, documentos y hasta los cosméticos que utilizaban para acicalarse.
 

Reinas y coronas

Existen objetos diversos, cosas invalorables o de un inmenso valor histórico y hasta sentimental, por lo que representan. Documentos que captan la curiosidad de las personas y llaman su atención. Gran cantidad de fotografías sobre eventos deportivos, taurinos, reinado, bulevares, desfiles, exposiciones, templetes y muchos de corte popular. Algunos de los vestidos de las reinas, con más de cincuenta años de antigüedad, captan la atención del público femenino y de las familias, que hacen comentarios, preguntan y hasta se toman fotos cerca de ellos. En ese espacio se conservan las bandas de las candidatas, así como de las soberanas de la feria, Tenemos la primera corona oficial, que fue un obsequio del profesor Manuel Fortoul, “Me regaló la primera corona oficial, fabricada en el año 1969, pues las anteriores eran temporales, no había continuación en la prenda, se le colocaba a la chica ganadora y ya”, explica Moreno, para agregar que esa corona la ganó isley Fortoul y su papá, con gran gusto, la donó para ser exhibida en el museo.
También tienen la primera corona con el nombre “FISS”, elaborada en pedrería. Tenía una gran cantidad de material y eso generaba un gran peso que las chicas no soportaban. Esto obligó a fabricar un modelo más liviano y cómodo, explica nuestra entrevistada.
—-Creamos un libro de registro de visitantes y en él aparece el testimonio de gente que se emociona al recordar épocas pasadas de la feria, sus espectáculos, diversos escenarios y las vivencias. Dejan sus mensajes cargados de emoción e impresiones de su experiencia a su paso por la exposición, donde hacen un viaje a través del tiempo, retornando mentalmente a las épocas que vivieron y disfrutaron.
 
La feria siempre ha sido algo extraordinario, una época especial durante la cual gente se preparaba para asistir a todos los eventos, y en el aspecto taurino compraba con anterioridad los abonos para las corridas de toros, que se celebraban a plaza llena. La familia salía de su casa muy temprano, en la mañana, y retornaba en la noche, viviendo experiencias que no se olvidan.
 
Las personas sienten gratitud, se identifican con la época y sienten que hay alguien que se interesó en buscar, recuperar y resguardar eso que les trasporta a episodios que vivieron durante las festividades en honor al patrono San Sebastián.
—Hemos recuperado todos los afiches oficiales y tenemos la colección hasta donde fueron impresos, pues luego salieron digitalizados y ha resultado difícil tenerlos en físico. También la colección de los programas oficiales y hasta conseguimos material que data de mucho antes, cuando eran ferias y fiestas; algunas cosas de 1958 y de la época del general Marcos Pérez Jiménez, entre ellas un libro con fotografías de la ciudad y la programación que en esa época se desarrollaba, incluyendo “corridas con toros criollos”.

Siguen buscando cosas

 
Por ese museo han desfilado numerosas personalidades, visitantes del país y el exterior, toreros españoles, mexicanos y venezolanos, que quedaron maravillados por lo que veían. Ellos se tomaban fotos y algunas de estas gráficas forman parte de la Fototeca de la Feria. —-Nos visitaron presidentes de la República, gobernadores, presidentes del concejo, políticos, artistas, gente que venía de Caracas y otros lugares del país y el exterior, que regresaban año tras año porque sabían que iban a encontrar algo nuevo.
Antes, durante los primeros años, nos sobraba espacio en los sitios donde se montaba el museo. Ahora las cosas cambiaron y las exposiciones dependen de la capacidad de local. Tengo el libro de la historia ferial, recibos y documentos sobre contratación de artistas, gastos, alojamiento y traslado de los Carabineros de Chile. Montos de pasajes, comprobantes de las diligencias para conseguir avión, hospedajes. Gastos de viáticos, comunicaciones a embajadas, cancillerías y Gobiernos, invitando a delegaciones artísticas y culturales; también adornos, bambalinas y una gran cantidad de cosas que nos resumen la feria y su historia, dice Fabiola.
“Hemos recibido gran cantidad de objetos que estaban en manos de personas particulares, En la medida que la idea del museo se fue desarrollando, y la gente vio resultados, comenzaron a colaborar y las donaciones llegaron y aún continúan”.
Fabiola observa de momento algunas limitaciones: “La gente sigue con el entusiasmo y espera el mes de enero, de momento con limitaciones a causa de la pandemia y la misma situación económica. La aspiración es la de ir en familia a los diferentes eventos y atracciones, como se hacía antes, la gente iba en la mañana y regresaba en la noche. Lamentablemente, en estos momentos la pandemia ha golpeado fuertemente la fiesta, expresa para concluir.
Sin embargo, la gente pregunta dónde estará este año el museo, pero no recibe respuesta, porque nadie lo sabe.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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